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-Después de estar unos largos días en recuperación, ya podía moverse sin mucha dificultad, así como también caminar, pero pese a ello, aún no estaba del todo bien para salir de aquella torre, por lo que ese día, ante la llegada del Rey, ansioso por fin de verlo, se encaminó hacia este y en plan seductor llamó su atención.- Mi señor... ¿Hoy podremos salir a algún lado? Es un día especial~ Estoy mucho mejor. ¿Si~? -Musitó en un tono meloso y suave, buscando que este acceda a su petición, ya estaba harto de estar en ese lugar.-
 
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Vamos entonces... *Musita él, en respuesta, para caminar junto a él, y ordenar a alguno de los marinos, un paseo en su mejor bote; a lo cual, él hombre cede enseguida, con una leve, y nerviosa inclinación, así como sorpresa, y un control casi sobre humano para controlar su pánico.

Les cedió un bote, techado, con muebles cómodos y con bastante espacio, así como paredes ligeras y amplias ventanas. En cuanto el bote se encuentra cerca, el esparvus se agacha, para, con un brazo, cargarlo de los muslos, y así evitar tocar la espalda, para sentarlo sobre su hombro, y saltar así al interior del bote.

Una vez dentro de la cabina, lo vuelve a bajar, dejándolo sobre la superficie, cuidadosamente, con lo que vuelve a agacharse para que lo haga con calma.*
 
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