Guerras... ¿de nieve? *Murmura en esparvus, por primera vez un tanto extrañado, al escuchar de aquello, ya que, jamás había sabido de algo semejante y, por supuesto, no escatima en expresarlo, mientras va hacia la puerta, para ceder el paso al muchacho y que este salga primero.* No... sólo guerras normales... *Sin embargo, algo le dice que, con ello podría quedar como un completo tonto.*

-Para cuando terminó de vestirse, llamó su atención aquellas palabras sobre mostrarle algo, imaginando bastantes cosas que podrían ser, desde nuevas plantas, alguna estatura extraña, así como también una decoración, pero aún así, prefirió no preguntar, deseaba que sea sorpresa.- Está bien. -Se quedó un momento en silencio, pensativo sobre algo en concreto y tras ello solo sonrió.- ¿Alguna vez tuviste una guerra de bolas de nieve?

*Mientras el chico se viste, el esparvus, contrario a lo que se pensaría, no deja de mirar aquellas heridas. En parte para que el recuerdo de estas se grave en su memoria; como recordatorio de no volver a fallarle de nuevo, ya que, de no haber hecho toda aquella estrategia para atrapar a aquel almirante, él muchacho habría estado a su lado en la celebración, y nada de aquello hubiese ocurrido.* Será un paseo corto... quiero mostrarte algo.~

-Pudo escuchar ese tono bastante extraño y quebradizo viniendo del mayor, imaginándose lo pesado que debe de ser para él verle de ese modo, aún así decidió no omitir palabra al respecto ya que sabía que cualquier cosa que diga iba a empeorar la situación. De momento accedió sin chistar, pero optó por desvestirse para así tomar nuevos ropajes, más cómodos y abrigados para esa ocasión. Mientras lo hacía, miraba de reojo y en completo silencio al más alto-

*Al ver aquello, el esparvus no evita en el momento temblar de una rabia que se esfuerza enormemente por contener; no por la mentira del chico, de querer aparentar que todo está bien. No. Sino porque, tan sólo de ver que, pasando días aún seguían aquellas lesiones en gravedad, es más, por odiarse a sí mismo. Odiarse por dejar que aquello pasara. Odiarse porque esas odiosas cicatrices las tendrá para siempre.* Vístete... *Musita con una voz, levemente quebrada por esa rabia.*

-No podía negarse a esa mirada capaz de descubrir sus mentiras reflejadas en sus ojos, en ese aspecto el muchacho era bastante sincero, le era muy dificil mantener una mentira, así que dando un largo suspiro, se resignó. Poco a poco se desprendió de sus ropajes superiores y le dio la espalda para mostrarle aquellas cicatrices que aún no sanaban del todo, y por como su piel aún estaba enrojecida, era evidente que le dolía bastante.-

Quiero ver como vas curándote... *Musita con seriedad repentina, observando fijamente los ojos del chico, cuando responde aquello, de una manera aún más inquisitiva; como si con sus ojos penetrara los ajenos, para adentrarse en lo que hay más allá de estos.*

Estoy mejor... unos días más y estaré como nuevo. -Respondió con un entusiasmo falso, pero bastante creíble por su tono de voz, aún su espalda le dolía demasiado y el clima frío de los alrededores no ayudaban para nada a recuperarse.-

Además de que estás recuperándote aún... *Señala el esparvus, claramente siguiendo la mirada hacia el cuerpo del chico, para vislumbrar aquellas vestimentas de abeja. Y, claramente nota la ansiedad del mismo, para que lo tome esa tarde, sin embargo, por consideración a las heridas, no lo hará de momento.*

-Aquellos besos habían despertado su libido y ya a esas alturas realmente no quería que se detenga bajo ningún medio, pero sabía que no estaba en condiciones para exigir, así que, dando un largo suspiro para calmar esa calentura, asintió instantes después.- Está bien... pero debo de cambiarme, me verán raro si salgo vestido de abeja.