Vamos entonces... *Musita él, en respuesta, para caminar junto a él, y ordenar a alguno de los marinos, un paseo en su mejor bote; a lo cual, él hombre cede enseguida, con una leve, y nerviosa inclinación, así como sorpresa, y un control casi sobre humano para controlar su pánico.

Les cedió un bote, techado, con muebles cómodos y con bastante espacio, así como paredes ligeras y amplias ventanas. En cuanto el bote se encuentra cerca, el esparvus se agacha, para, con un brazo, cargarlo de los muslos, y así evitar tocar la espalda, para sentarlo sobre su hombro, y saltar así al interior del bote.

Una vez dentro de la cabina, lo vuelve a bajar, dejándolo sobre la superficie, cuidadosamente, con lo que vuelve a agacharse para que lo haga con calma.*

Hagamos lo que tu quieras, yo solo quiero estar contigo... -Musitó en un tono bajo y por supuesto sin perder ese nerviosismo por equivocarse. No sabía si sería ideal que eligiera un lugar, ya que no conocía del todo la ciudad, solo había visto algunos negocios la última vez que la visitó y claro que, por desconocer el idioma, no pudo reconocer nada. Más cuando siguieron su andar, su mirada fue elevada para encontrarse con la ajena. En ese instante un nuevo rubor se hizo presente por tal muestra se dominación, para luego asentir con la cabeza.- M-me encantaría... nunca pasee en bote.

¿Qué es lo que deseas hacer? *Inquiere en un susurro, aún notando el nerviosismo del chico, para añadir después, mirando alrededor.* La ciudad es mucho más linda y limpia, desde la última vez que la vi...~

*Mientras sigue en el camino, vislumbra a lo lejos el río que atraviesa, buena parte de la ciudad, comprobando con las aguas cristalinas, aquel comentario; para, añadir con cierta curiosidad y condescendencia.* ¿Pasear en bote? *Al preguntar aquello, se detiene, para mirarlo un momento y, con su índice, levantar levemente su mentón, para que el Petirrojo lo mirase a los ojos.*

-No emitió sonido alguno, solo asintió con la cabeza mediante la marcha seguía, por supuesto que siempre mantuvo su mirada agachada por su incomodidad, y no porque este se lo hubiese pedido. De vez en cuando sus ojos se desviaban para mirar de reojo a aquellas personas que observaban a ambos hombres avanzar por la ciudad, eso realmente generaba más incomodidad. ¿Será que alguien sería capaz de decirle que está haciendo las cosas mal o algo por el estilo? Se lo pensó firmemente, más aún luego de esa tortura, donde su falta fue severamente castigada. Más solo siguió, sin omitir comentario sobre la situación.-

*Tan sólo el sentir en su brazo, como el muchacho se aferra a pel, y escuchar su palpitar, le dice al esparvus que realmente se encuentra muy nervioso, y mientras camina con el joven a su lado, tan sólo murmura.* Tranquilízate. Deja que miren, no les prestes importancia...

*Por supuesto que, en el mirar de la gente hay sentimientos encontrados. Había, por supuesto, quien odia al Monarca, si, pero a la vez, es tanto el temor que le tienen, que siquiera se atreven a hacer algo, o acercarse a unos pasos. Hay otros que por su parte lo admiran, pues han conocido sus proezas y, hay otros que lo mira con curiosidad, puesto que no imaginaban que fuese joven como lo es. Además, de que es extraño que, siquiera un esparvus de la baja nobleza trate con cuidado y cariño a su siervo, y, más aún el Rey.*

-Ante aquella situación, donde el Rey se estaba comportando de una forma sumamente condescendiente, un ligero rubor no tardó en manifestarse en su rostro. Era la primera vez que lo veía de ese modo tan amable, más frente a otras personas, realmente no sabía que pesar al respecto, pero aún así accedió. Un tanto tímido bajó con sutileza la cabeza para emprender esa lenta y relajante caminata con él.

Mediante iban adentrándose a la ciudad, ese rubor se intensificó un poco más. El simple hecho de ser la mirada de muchos en el lugar, le avergonzaba y hasta cierto modo le incomodaba. El vivir recluido tanto tiempo había generado pánico hacia los demás, así como también el relacionarse con ellos, y se notaba por la forma en la que se aferraba al brazo del más alto. No quería hablar con nadie y mucho menos que un desconocido que se acercara.-

Esta bien. Vamos... *Responde, besando su frente, para ofrecer su brazo, y que este se aferrase al mismo.

Pese a caminar lentamente, cuidando la integridad de las heridas del muchacho, y, aunque no estaba acostumbrado a andar despacio, realmente no le pesa en el momento. Se podría decir que lo ve como una especie de relajación, y más, si se encuentra al lado del chico, lo acepta gustoso.

Por otra parte, hace año que no recorre la ciudad a pie, y, pese a que él ha contribuido en gran medida a que muchas de las personas de la misma, mejoren sus recintos, y las calles donde viven. Es la primera vez que ve con sus propios ojos aquella renovación, y, puede admitir que realmente le gusta, y es un deleite mirarlo todo, desde la misma perspectiva que lo ven los ciudadanos comunes.

La última vez que miro todo, a ese nível, fue encadenado, mientras lo llevaban al palacio, en condición de preso, y, por aquel entonces, la ciudad era sucia, raída y desvencijada.*

Quiero ir... vamos. -Respondió con una amable sonrisa pese a que su dolor era medianamente soportable. Estaba bien, al menos por ahora, pero seguramente con el pasar de las horas o quizás minutos su dolor sería más tortuoso, pero aún así, deseaba pasar el momento con el Monarca.-

Muestrame la ciudad... o no se donde quieras ir a pasar la tarde. -Musitó con total despreocupación mientras su mano tomó la ajena, aquella que sostenía su mentón para así jalar suave de ella.-

¿Seguro que te encuentras bien? *Inquiere, un tanto preocupado, cuando ve reflejarse esa mueca de dolor en su rostro, al bajar del carruaje.

Una vez en las calles de la ciudad, a temprana hora de la tarde, el esparvus se acerca al muchacho y, tomando su mentón con gentileza entre sus dedos, le hace mirarlo, para después musitar levemente.* Apun podemos regresar para que descanses... si te duele aún al moverte.

Es tonto huir... -Musita para si aunque de un tono audible para que el mayor escuche, realmente no era esa su intención, ya que estaba abstraído en pensamientos del pasado, mismos que desaparecieron cuando sintió esa cercanía del más alto. Sin duda ese cariño ocasionó que una tonta sonrisa se dibujara en su semblante y tras ello asintió con la cabeza emocionado.

La última vez que había estado en ese lugar, realmente no lo había disfrutado, pero esperaba que esta vez fuese distinto. Así que apenas llegaron y vio aquel gesto amable, solo tomó su mano sin duda alguna para así bajar con cuidado del carruaje. Evidentemente esos movimientos fueron un tanto bruscos, más cuando sus pies hicieron contacto con la superficie, solo provocó una pequeña mueca de dolor pero no omitió sonido o palabra alguna.-