BlackPuppeteer

「 Un llamado... 」

Pensó para sí el Rey de los Caballeros, que había pasado gran periodo de tiempo hasta la actualidad en el llamado Trono de los Héroes. Allí permaneció en completa parsimonia dándose el lujo de disfrutar de la paz y tranquilidad que hasta el momento aquel lugar le ofrecía después de su última invocación. Fue en medio de esa atmósfera llena de quietud cuando sintió aquel fuerte llamado, uno que no dudaba fuese para ella debido a la naturaleza del mismo, había alguien que la clamaba con anhelo. ¿Sería parte de una nueva Guerra Santa? Cómo fuese, no dudo en seguir la voz que le llamaba, en seguirlo y aferrarse a los deseos de quien sería su amo. Pero había una peculiaridad, no era una invocación del Rey en su clase Saber sino que sería convocada con la Lanza Rhongomyniad en lugar de su espada Excálibur, y aunque era la misma en cuanto a pensamientos, ahora contaba con más madurez tanto física como mental, siendo el Rey Justo de siempre sólo que más tranquilo y racional.

Por un mero instante todo se tornó obscuro, y al segundo miles de años de conocimientos sobre la humanidad le fueron implantados por el Grial, desde historia hasta nuevas palabras, idiomas, experiencia, sensaciones. No pasó mucho para que pasara todo de la obscuridad absoluta a un gran y cegador destello de luz y así se presentará frente a los ojos de su Amo como Espiritú Divino de Clase Lancer a lomos de su corcel Dun Stallion y su Lanza.
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—Respondo a su invocación Amo. Soy su servant, Lancer. Con mi lanza de los confines más lejanos del mundo, me convertiré en tu poder.—[/i]

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Fue menester para el Dr. Kilgore cuidar que todos los mínimos aspectos fueran excelsos para que su pequeña reunión fuera un éxito, aún para el asistente que acompañaba al excéntrico hombre. En su momento no pudo contener sentirse confundido con las palabras de su futuro socio incluso comenzaba a plantearse la idea de que su cordura estuviera en parte dañada... ya tras observar su ánimo y todos dentro de la casa un mayordomo cualquiera se encargaría de cerrar la puertas de ellos y ese mismo apresurado regresó a sus labores, como siempre, trabajadores muy atentos.

[code]–[i]Descuide Mr Taizou, todo a su tiempo. [/i] [/code]

Cabe ya resaltar la lentitud con la que podía llegar a caminar el Dr. Kilgore, pero para un momento a otro ya estarían dentro del despacho, no sin antes haber pasado por un largo pasillo más iluminado por la cantidad de ventanales que actuaban como traga luces y además resaltaban pinturas en la pared; algunas conocidas como "El nacimiento de Venus" - "Le Déjeuner sur l'Herbe" - Y la que más podía destacar entre todas, como su favorita era la Boyarina Morozova, por obvios motivos. Pequeños muebles que sostienen un par de arreglos florales en su mayoría llenas de vida y alegres colores. Al entrar al despacho podía encontrarse con lo típico nada fuer a de lo normal además de la cantidad exagerada de libros en las numerosas estantería todas al rededor empotradas a las paredes. Casi todos sobre investigaciones pasadas. Ese día tuvo la suerte de encontrar su escritorio en orden y las sillas limpias, era evidente que personal de limpieza estaba al tanto del desorden y se vieron obligados a actuar.

El Dr. Kilgore fue el primero en pasar, después les daría el paso al par de invitados, le habría encantado mantenerse de pie hasta que ellos tomaran asiento, pero su molestia en la pierna izquierda no le permitía mostrar ciertos actos de cortesía dejó a un lado su bastón y se puso cómodo en su silla, una mirada penetrante en el Sr. Taizou y apenas atento a lo que hacía su asistente... además de cargar con sus cosas.

[code]–[i] Tomen asiento por favor... – Antes de que ambos pudieran tomar asiento ya estaba hablando nuevamente – Sr. Taizou, ¿le ofrezco algo de beber y a su acompañante? [/i][/code]

[sep]

Lo había encontrado con la guardia baja, apenas se había animado a levantar su viejo cuerpo de su habitación y estaba poco reglado, para su fortuna tuvo el tiempo suficiente para cambiarse de ropa aunque no para afeitarse ni para darse un baño express... ¿la barba lo haría lucir mal para su primer encuentro con un futuro socio? Era la pregunta que ciirculaba dentro de su cabeza, un pensamiento que lo estaba matando de a poco, hasta que encontró una corbata de rombos y diferentes tonalidades grisáceas.

Ahora listo Demarcus Kilgore bajaba por las escaleras frente a la entrada principal, el guardia ya había recibido la orden de dar paso a su invitado y claro, Ymir, su Chef fue notificado de preparar un par de servicios en el comedor.

– Michael, abre todas las cortinas y prepara la sala de juntas, cierra con llave el despacho y dile a Natsumi que estaré ocupado.

Todos los trabajadores efectuaban sus órdenes al unísono con grata eficacia, la iluminación era apenas nula por sí misma dentro de la mansión y el estilo rústico contemporáneo tampoco ayudaba del todo; sin embargo, el tapizado reflejaba los resquicios de rayos solares que podían penarse sus ventanales en ese día nublado.

Sin más preámbulo se dirigió hasta la puerta donde le estaban esperando, le tomaba su tiempo pues un hombre a su edad, y con discapacidad en su pierna izquierda, no podía ir más deprisa aunque así quisiera. Finalmente tiró de la perilla con su mano derecha, recibiendo a su visita personalmente.

Lo miró a los ojos y aunque no lo recibía con una sonrisa, transmitía agrado con su llegada y hasta lo demostraba pues fácilmente pudo haberlo esperado hasta su despacho y que alguien más lo atendiera.

– Mr Taizou... veo que trajo acompañantes. – Tuvo cierto detenimiento a la hora de hablar, pausas bien marcadas mientras admiraba al segundo individuo. – Pasen por favor, antes de que me congele.

Los cuartos en la casa se encuentran vacíos, el sueño de todo hombre él lo había cumplido; sin embargo, tuvo tropiezos como cualquier persona en la vida aún a pesar de haber recibido una cuantiosa herencia gracias al lineage de su familia, aquel legado que tomó siglos formar.

Tenía el dinero, la fama y el honor de su familia totalmente pulcro pero había una pequeña parte de su vida que permanecía vacía: era su felicidad. ¿No le habían repetido cientos de veces el costo más allá del esfuerzo que tendría que pagar por esta vida? Pues claro, pero de no haberlo pagado, Kilgore Industries (nombre de la empresa especializada en ciencias aplicadas) no sería el titán industrial que llevó el avance medicinal en la población, haber levantado aún más la economía en su país y descubrir nuevas especies que habitan el planeta Tierra. Demarcus Kilgore, actual dueño de la compañía con avanzada edad y ligera discapacidad al caminar por un accidente automovilístico; yace recostado en sus aposentos disfrutando la lectura del periódico por la mañana en esa vacía mansión.

– Hora: 9:36 A.M
– Lugar: Greenland northwest
– Clima: Ligeramente nublado sin indicios de ser un día asoleado.

– ... Qué frío. – Su voz apenas fue audible en su hogar, solamente los muros y los trabajadores podrían apenas oír sus réplicas a la par el ruido que provocaba al cambiar de página. –

{Sí que es dicha la verdad. Tendré que buscar con quién revivir esos tiempos}

{Viejos tiempos eh. No habré tocado una hoja de Dungeons desde hace más de seis años. Dichoso el que todavía puede jugar}

{También ha pasado mucho desde que no juego, Shadows over Innistrad. Ah, roler de mesa. Yo he jugado un poco también}