[code]Era una bendición y una maldición que aquella paloma conociera tan bien los gustos del cazador. Sabía tentarlo correctamente y con ese cuerpo lo hacía débil a la carne, aún sin dar méritos a la voz que poseía y le encandilaba cada uno de los sentidos. Todo en ella era un puto sueño húmedo vuelto realidad.— Vayamos... Viene siendo momento de que demuestres tu devoción.

Como siempre; el hombre tomó a su juguete por la cintura, lo que ocasionó que los senos fueran aplastados en su totalidad con el pecho masculino y ejercieran un tenue dolor. Necesitaba comprimir lo suficiente ambos cuerpos para que entraran por el agujero de gusano que había aprendido a crear en su viaje. Chasqueó los dedos de la zurda y un hoyo los devoró por completo, desapareciendo de la zona.[/code]