[code]La cercanía embriagaba sus sentidos, sumergiéndolo en un mar infinito de sensaciones que despertaban cierta necesidad en él. Sin embargo, aquellas palabras lo sacaron de ese exquisito sueño y evocaron una suave carcajada.

Dejó caer la cabeza a un lado, apoyándola casi en el extremo de su hombro. Sus ojos se ocultaron tras los párpados y, una vez más, inhaló profundamente.

Ya te has alimentado... Aún puedo percibir el perfume de tu victima. –los labios se le curvaron en una media luna y se apartó un poco, lo suficiente para poder observar las expresiones del demonio, pues sabía que sería entretenido provocarla en su propio juego.[/code]

No era capaz de mentirle a él, podría hacerlo con cualquiera pero no con él. A veces sentía que le odiaba, su maldito talón de Aquiles. Sostuvo la respiración apenas unos instantes, el tacto sobre su mentón le hizo suavizar su postura.

Escuchar el nombre real le estremeció, bajó los párpados unos segundos como si quisiera grabarse ese tono en qué lo decía.

— ¿Me vas a alimentar, acaso? — eso último en ese sensual tono, tan particular que solo lo usaba para ese tipo de ocasiones. No podía evitar que las feromonas fueran una constante liberada de su cuerpo; tampoco quería.

[code]Oh, pero funciona... Sé que estabas ansiosa por verme. –dio una profunda calada al cigarrillo, dejando que impregnaran sus pulmones con el humor antes de liberarlo en dirección a la fémina.– Tu cuerpo no miente. Hace unos minutos, percibí cierto aroma dulzón... Y diría que no estás únicamente húmeda por la lluvia.

Ignorando por completo su propio comentario, usó la mano libre para acariciar el mentón femenino.– Podrás vivir un día más... –como complemento, sus labios se acercaron al oído ajeno: pronunciando el nombre del demonio con una entonación casi gutural debido a la profundidad de su voz.[/code]

— Hm. Un "tenía ganas de verte" no va a funcionar ¿no es así? —

Cruzó los brazos por debajo de su pecho, enarcó una ceja en su modo más elitista. Los demonios siempre habían visto menos a los hombres, claro que era el caso de Nadiezhda con todos, con excepción del que tenía enfrente.

— ¿Un premio? ¿Qué podrías ofrecerme tú?

Lo estaba pensando, decirle la razón real por el que estaba visible en esa forma tan particular.

[code]¿Casual? –una carcajada escapó de sus labios por tan cómico comentario. Obvió la falta de casualidad en la relación que había entre ambos; expresando un sarcasmo reflejado en los remanentes de la curva sobre sus labios.

Pese a ello, giró el cuerpo y se colocó frente al demonio para hacer notar la evidente diferencia de altura. Bajó un poco la mirada y retiró el cigarrillo para continuar con su conversación.– Dime la verdad y te recompensaré con un pequeño premio.[/code]

El gesto de Nadiezhda parecía haberse ensombrecido por culpa de las palabras ajenas, esa extraña manera de llevarse a veces lograba fastidiarla. Pero como cambiaba de expresión él, ella también a una más normal.

— ¿Celebrar? Mmh no es precisamente una celebración, pero si es por este encuentro casual, Alek. Quería que me vieras como más te gusta.

[code]¿Los días exactos? Tss... La verdad, es que podrías decir que han pasado doscientos, cincuenta, diez... Y todos se sentirían igual. –la voz denotó hartazgo, simplemente por un segundo, pues el hombre abrió los ojos y fijó su vista como una mira sobre el busto femenino que lo atraía por simpleza naturaleza.

. . . ¿Y qué estamos celebrando? Porque verte con esa apariencia es un festejo para mi retina. [/code]

Conocía bien esa mirada, misma que siempre provocaba en ella esa sonrisa cínica que tanto le caracterizaba, por inercia llevó la diestra a acariciar sus propias clavículas, como si eso pudiese ayudarle a pensar mejor en la cantidad de días que no le había visto. Por supuesto que sabía, porque Alek sabía bien de su debilidad por él. La hija de Lilith parecía caída en un juego mucho más entretenido cuando él se encontraba cerca.

— Noventa y dos días, curioso ¿no? adiviné los días exactos.

[code]La mirada del cazador se afiló con la fiereza de una bestia; simplemente para alzar una fugaz advertencia que denotaba el peligroso juego que siempre coexistía entre ambos.

Con una profunda calada sobre su vicio, cerró los ojos y mantuvo el humo dentro de los pulmones por breves segundos hasta que liberó toda esa nube como el vahó matutino.– ¿Cuánto tiempo hace no te veía? Recuérdamelo, qué estoy seguro de que has estado contando los días.[/code]

Llevó una mano a su pecho, con un solemne y falso gesto de sorpresa.
— Me encantaría reafirmar eso cualquier día. — aunque el tono aterciopelado y seductor desenmascaraba esa inocencia falsa que su rostro parecía mostrar. Soltó un suspiro nostálgico tan largo que hasta la piel de la rubia terminó erizándose. Aleksandr era incluso el único que conocía su nombre de verdad, así que también su apariencia original podía ser vista por él.