Ella rió ante el comentario de algo peligroso, aunque por dentro se sintió como un gato erizandose ante una amenaza. Le miraba desde abajo, escuchando con atención mientras acariciaba el Beagle a sus pies y se soltaba el cabello para que cubriera la marca en su espalda de su madre con su larga cabellera pues llevaba una playera de tirantes que dejaba ver sus tatuajes y las runas en su cuerpo. Enarcó una ceja al oír lo último y como pudo le dio un sonrisa ladina mientras recargaba su cadera en la cerca.

—¿Quitarnos las máscaras? —Ladeó su cabeza cruzándose de brazos, mirando de reojo a sus perros. Después suspiro viéndose derrotada.— Bueno, lo admito. Le vi el trasero cuando pasaba por aquí. —Cubrió su mejilla bajando la mirada para fingir vergüenza.— Lo lamento, no pensé que fuese tan obvio. Es como si fuese bendecido por los dioses.

Miró su reloj y abrió sus ojos, tomando ahora el papel de alguien sorprendida.