YuiKomori1568679

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Antes que otra cosa, Jacques era una criatura de la noche afamada por los tiempos de la todavía lejana Gehena. Un vampiro de la Séptima Generación de Cainitas representa no solo un monstruo sin igual en depredación, depravación y destrucción sino también de cautela entre el Alto y Bajo mundo de los vampiros, si un rebelde como él ha vivido tanto hasta el punto de ser un autarca es que ante nada sabía controlar (o saber cuando dejar llevar a la Bestia que en su interior habita).

La cercanía pudo de haber sido terrible, pues el Auspex delató como el vitae reclamaba ser saciado tortuosamente, los ojos amarillos de aquel Toreador parecían pronunciarse incrédulos. La Bestia quería consumir a otro vampiro ¿Como era eso posible? No podía asumir que deseaba caer bajo quien sabe que subterfugio que esa vampiresa pudiera tener, el impulsivo rizado caballero extraería de su bolsillo la afilada cuchilla de la noche, brillosa hoja de acero que ante la cercanía nada necesitaría más que acariciar con su punta el vientre ajeno. No tenía intención de herirla ni matarle, pues de haberlo querido hubiera utilizado una disciplina de las que tanto le fascinaban.

Todavía siente esa infame pulsación en su cuerpo no-vivo, al punto que tiene que alejar el rostro y la boca de afilados colmillos. Ni en la Camarilla, ni en el Sabbat ha visto tales modos ni modales provenientes de una desconocida, ni el uso del poder que casi ha logrado que destruya el acuerdo de silencio que existe en los modos vampiros.


Tgamposa... Intentas engañagme con eso... Dijo en voz alta, mientras se alejaba guardando a aquel cuchillo.

Tienes podeg... ¿Vienes a quegeg este teggitogio? Tu mansión ¿Donde está?

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-Yui se había convertido en el juguete sexual de Kanato, ahora quién disfruta de sodomizar a la chica con extrema crueldad vinculado al éxtasis del mismo sexo. Prontamente, la tomó con fuerza de su cadera y hombros para arremeter su último golpe que consistió en eyacular dentro de su lastimado orificio ahora humedecido de semen. Kanato dejo escapar un fuerte jadeo, terminado de entrecruzar sus brazos alrededor del desnudo y débil cuerpo de la rubia.-

-Satisfecho, se levantó dejándola en el piso, vertiendo sobre los glúteos ajenos la última cantidad de preseminal que sale de su erecto falo, el mismo que sacudió y adentró en su pantalón.- - Te amaré tal y como eres. -Le dijo mientras esbozo una perversa sonrisa, triunfante de su acto y ahora dejando por veces instantes a la chica, pudiéndose pensar que el vampiro le dejaría ahí, pero ¡Oh, sorpresa! Kanato solamente se había tomado la molestia de ir a uno de los cajones más cercanos para sustraer del mueble un largo dildo con correas.- -Con ésto te volverás mi esclava personal. -Y así sin más, levantó el cuerpo de Yui, sosteniendola de la cintura para dejarla en esa posición embarazosa, después la abrió las piernas manejando a la chica a su merced, y por último, adentro ese largo objeto sexual en su cavidad íntima que pudo adentrarse debido a la cantidad exagerada de fluidos, colocando así un par de correas que se sostienen entre la cintura y los muslos, sin permitir que aquel objeto se retire.- - Es mi regalo para ti. -Dijo mientras accionó el vibrador con lentitud para que la chica viese a lo que venía.-

No debía creer que esa sonrisa revelará algún ápice temeroso o vil, ningún fragmento de terror se mantuvo en aquel Toreador, en aquel Hijo de Caín y en aquel anarquista. Notaba con el Auspex el poder de aquel aura maldita, de aquella aura vil y corrompida que esa dama tenía ¿Se podía decir que semejante princesita se encontraba derrumbada en la sucia tierra? Claro es, que los anarquistas son vampiros que reniegan de las grandes cabecillas de los clanes, ellos arrancan las cabezas de las tiranos y usan su vitae como lubricante de sus armas, y el polvo de sus cuerpos decapitados servían a los guerreros de la noche como manto nocturno. Jacques elevó sus labios con pleitesía, el don de los caballeros y de los depravados, el don de la Presencia como poder amplifica el magnetismo sublime que esta disciplina otorga al vampiro. Aquellos que estén cerca sentirán un repentino de ser más receptivos a sus puntos de vista. Se trata de un medio de comunicación extremadamente útil. No importa demasiado lo que se diga: Sus palabras son oídas, si son escuchadas por ella serán otra cosa, pero inherentemente sus sentidos recibirán una poderosa sensación de deseo de prestar sutil atención a lo que aquel vampiro dirá.

Tu puedes elegig. Puedes elegig seguig tu camino...pego te gecuegdo que está tiegga me pegtenece. Y si quieges caminag pog esté lugag paga igte...deberás dejag unas gotas...de sangge o seguigme en todo caso, tu eliges.

Al parecer aquella rata callejera en atavíos de princesa tenía vida, tenía una vida y una mirada que lograban destrozar el amurallado semblante del Apache ¿Como se atrevía a mostrar esa altanería frente a un Amo de la Noche como Jacques? Una sombra oscura en sus ojos se resaltó por encima de las gafas, jugaban con el filo de los mismos exponiendo aquellas tan amarillas lucen, parecen la vista de un gato. Aquellos ojos estaban dotados con la furia del Caín mismo, y con una sonrisa que teñía ese rostro inolvidable que el vampiro tenía.

Dejo que la fémina se levantará sin tocarle o intimidarle, más su presencia misma parecía estar equivocadamente relacionada con la oscuridad perpetua. Sonreía al perpetrar el aura malévola que esa damita tenía, Jacques usaba una disciplina prohibida para los humanos, pero bien conocida entre los vampiros. El Auspex o el sexto sentido de la percepción permitía en aquel viejo maestro el leer si es que ella no se percataba de los ojos de esa vestía dibujando y observando lo más profundo de su alma, intentando ver que sorpresa su aura daba. Ella era terrible, como una renacida condesa sangrienta ¿Una hermana de la noche? Quizás.

Las mentiras y los subterfugios, no se podía mentir a otro ladrón. Jacques sonrió, exponiendole sus colmillos sin reparó alguno, pues sabía que estaba frente a una igual en naturaleza.

Estás muy lejos de casa, pequeña. Esta es mi zona, nadie sale de caza sin mi autogización, nadie camina libgemente pog estás calles. Yo soy la calle misma~ Acompeñeme sin haceg escándalo, y no le hage nada, solo una bienvenida a mi zona.

Sincero aquel Toreador, quedando firme como alto varón esperando su respuesta, quizás ante la ofensa tendría que usar el duelo y la vieja navaja, pero ante una dama hermana de raza no había necesidad de recurrir a esos modos, pero la Luna ahí brillaba. Jacques haría resonar sus mocasines, esperando que le siguiera o no.

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Está es la versión triste de la circunscripción de los aparentes humanos, su vida es una ruina: algunas cosas quedan en su lugar, otras están disueltas, derrumbadas: es el deterioro propio de la especie. Jacques es un genuino, peligroso Toreador que enajenaba la cuestión de lo que significaba dicha criatura. Su paso refinado no se deja inmutar por aquella delicada figura echada. No pudo evitar, que una sonrisa se desvelará. Él no es humano, pero ella parece casi que sí a la distancia. Casi que puede oír sus latidos ¿O se equivoca? Sin vergüenza se acerca a la cheloveca desprendiéndose de su abrigo con una sonrisa terrible.

¿Será una prostituta? O peor aún, una damita mordida en su territorio por otro hijo de Caín. Celoso, territorial y violento, desconocía si uno de los Aristos se alimentaba por su zona. Sus rizos bañan sus propios hombros, los ojos acariciaban las heridas del cuello contrarió: Pobre alma. Jacques con indiferencia flexiono sus piernas, quedando en cuclillas a su lado. Su dedo indicé armado con un dorado anillo, dio un breve toque en su coronilla.

"No es momento para dormir~".

~ [ https://www.youtube.com/watch?v=GrWcCwaJ9Rw ] ~

Las noches de bohemia son las que más le gustan a Jacques. Esas que se ciñen en lo estrepitoso de la lujuria ajena, que se muestra como estigmas vaporosos de una lluvia que ha ennegrecido la noche entera y cuyas nubes oscuras tapan la angelical Luna, fruto de sus secretas obsesiones y conductas. Ha estado lloviendo por grandes momentos, pero ahora que el reloj dictaba las once en punto es que la tormenta paso a inocente ventisca carente de goteos desde el cielo. Muchos deberían de aprovechar si es que encontraban salida de sus refugios y caminar, el francés es uno de ellos.

Prefiere la intimidad elegante de un hombre de metro con ochenta, de figura refinada y de paso sincero en sus zapatos de cuero negro, que resuenan esquivando elocuentemente cada charco que podía ensuciarlos. Viste un larguísimo atuendo de quien sabe que gabardina, piloto no impermeable más acostumbrado a traviesas tormentas, cerrado por botones de madera y estirado hasta detrás de sus pantorrillas de pantalón de traje. Sus rizos, color castaño y refinada anarquía se tallan como la melena de un particular león pálido cuyo mirar está escondido en unas gafas antiguas de cristales oscuros que evitan que sus ojos se vieran ¿Por qué? Quizás extraño que un caballero optará por esos adornos en plena noche, quien sabe.

Camina por las calles sin miedo a ser asaltado, su presencia es motivo de orgullo y su belleza es más bien; Irreal. Cada facción de su rostro húmedo por inocente goteo parece cargado de una algo incomoda perfección, cosa que le encanta enseñar.

No parece estar yendo a ningún lado en especifico, más si está atento a todo lo que en su cercanía ocurre.