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Jacques1567581 · 26-30, M
~ [ https://www.youtube.com/watch?v=GrWcCwaJ9Rw ] ~
Las noches de bohemia son las que más le gustan a Jacques. Esas que se ciñen en lo estrepitoso de la lujuria ajena, que se muestra como estigmas vaporosos de una lluvia que ha ennegrecido la noche entera y cuyas nubes oscuras tapan la angelical Luna, fruto de sus secretas obsesiones y conductas. Ha estado lloviendo por grandes momentos, pero ahora que el reloj dictaba las once en punto es que la tormenta paso a inocente ventisca carente de goteos desde el cielo. Muchos deberían de aprovechar si es que encontraban salida de sus refugios y caminar, el francés es uno de ellos.
Prefiere la intimidad elegante de un hombre de metro con ochenta, de figura refinada y de paso sincero en sus zapatos de cuero negro, que resuenan esquivando elocuentemente cada charco que podía ensuciarlos. Viste un larguísimo atuendo de quien sabe que gabardina, piloto no impermeable más acostumbrado a traviesas tormentas, cerrado por botones de madera y estirado hasta detrás de sus pantorrillas de pantalón de traje. Sus rizos, color castaño y refinada anarquía se tallan como la melena de un particular león pálido cuyo mirar está escondido en unas gafas antiguas de cristales oscuros que evitan que sus ojos se vieran ¿Por qué? Quizás extraño que un caballero optará por esos adornos en plena noche, quien sabe.
Camina por las calles sin miedo a ser asaltado, su presencia es motivo de orgullo y su belleza es más bien; Irreal. Cada facción de su rostro húmedo por inocente goteo parece cargado de una algo incomoda perfección, cosa que le encanta enseñar.
No parece estar yendo a ningún lado en especifico, más si está atento a todo lo que en su cercanía ocurre.
Las noches de bohemia son las que más le gustan a Jacques. Esas que se ciñen en lo estrepitoso de la lujuria ajena, que se muestra como estigmas vaporosos de una lluvia que ha ennegrecido la noche entera y cuyas nubes oscuras tapan la angelical Luna, fruto de sus secretas obsesiones y conductas. Ha estado lloviendo por grandes momentos, pero ahora que el reloj dictaba las once en punto es que la tormenta paso a inocente ventisca carente de goteos desde el cielo. Muchos deberían de aprovechar si es que encontraban salida de sus refugios y caminar, el francés es uno de ellos.
Prefiere la intimidad elegante de un hombre de metro con ochenta, de figura refinada y de paso sincero en sus zapatos de cuero negro, que resuenan esquivando elocuentemente cada charco que podía ensuciarlos. Viste un larguísimo atuendo de quien sabe que gabardina, piloto no impermeable más acostumbrado a traviesas tormentas, cerrado por botones de madera y estirado hasta detrás de sus pantorrillas de pantalón de traje. Sus rizos, color castaño y refinada anarquía se tallan como la melena de un particular león pálido cuyo mirar está escondido en unas gafas antiguas de cristales oscuros que evitan que sus ojos se vieran ¿Por qué? Quizás extraño que un caballero optará por esos adornos en plena noche, quien sabe.
Camina por las calles sin miedo a ser asaltado, su presencia es motivo de orgullo y su belleza es más bien; Irreal. Cada facción de su rostro húmedo por inocente goteo parece cargado de una algo incomoda perfección, cosa que le encanta enseñar.
No parece estar yendo a ningún lado en especifico, más si está atento a todo lo que en su cercanía ocurre.