YuiK1533361 is using SimilarWorlds.
Join SimilarWorlds today »
26-30, F
Rol tipo historia, ciencia ficción, fantasía, general, +18 (Con trama justificada y elaborada).
About Me
The Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
Así como sus pensamientos y palabra se deshacían en sus labios, el cigarrillo en el cenicero y sus ropas en el sofá. Seikichi terminaría de decir oírle con el mismo respeto que ella profesó al escucharle, no le interrumpió pero ya había dado por concluido sus argumentos, quizás egoísta era aquella postura, pero bien develadas la leyenda sobre la terquedad de los tigres ante aquello. Por eso no le contestó nada más que una leve mirada de soslayó al verse retirarse a su cuarto, esperaba oír la puerta cerrarse como su propio Rashomon pero no fue así, ni un portazo ligero, ni un fuerte estallido de la madera que sellaría el descontento femenino, Seikichi creía poder leer no solo las palabras de la Ermitaña, que en el mejor de los casos nunca eran del agrado del tatuador (y de la gente en general), eran sus sensaciones quizás, aquellas que atribuía con actos que podían ser milimétricos y diminutos ante la mayoría de los seres, pero si de un triunfo podría aplacarse de la silueta de ese artista era la capacidad de al menos, estar aprendiendo a leerle.

Le dejó marcharse y con su instrucción procedería a desvestirse en esa misma sala, no en el cuarto de baño donde acostumbraría. Retiró su camisa, pues el abrigo junto al calzado lo había abandonado, su cuerpo herido por tintas formaba una silueta en un perfecto equilibrio de la belleza y la fortaleza, desde su espalda con la figura rabiosa de un tigre acechando a quién se atreva a mirarla hasta las estelas que de la misma naturaleza donde el grabado existía, ambientado en un fondo marítimo que doblegaba un muestrario de lo que significaba el arte del Irezumi. Piel que era naturaleza en su estoico oleaje y en las flores rojas que se endulzaban al compás que su cuerpo se movía, por un mismo instante el sello de perfección se trazaba en la vista imaginaría, los tatuajes de los Tanizaki <<Vivían>>, pues un cuerpo era dueño de ellos y dicho cuerpo era a su vez, el arte. El varón caminaría al encuentro, solo despojado de su camisa más con el atrevimiento de haber aflojado la hebilla de su pantalón sin perder movimiento ni incomodidad alguna.

El Maestro no se adentrará en tan conocido cuarto, pero si se haría ver desde la frontera del mismo, lo suficiente como para que su todavía adormecida diestra se apoyará en el marco de la entrada. Con ligera vergüenza en sus mejillas, gesto típico de quién no acostumbraba esas costumbres no coquetas, sino avergonzantes para si mismo, pero a la vez tan humanas que hasta le parecían agradables de sentir.

[b] El baño está listo para bañarnos, me gustaría saber si puedes acompañarme. [/b] <<No tengo nada más que decirte, pero si quiero mostrarte, quizás de alguna forma que quiero que conozcas todo de mi.>> Dijo invitándole, hasta incluso le esperó ahí, con cierta sonrisa todavía algo dolida. Mientras el viejo cuaderno yacía ahí, justo encima de su camisa perfectamente doblada junto a un cenicero con un cigarrillo que se vio apagado por la falta de atención a la realidad que el Maestro tenía, dedicándole todos y cada uno de sus sentidos a ella, la ermitaña.
 
Send Comment