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SeikichiTanizaki · M
No había otro espació para que en su rostro no se meciera la duda, pero no era una duda cruel o vil. Nada por ese estilo, era más bien una cuestión que le retozaba en lo más profundo de su pecho en una marcha que parecía no tener final, podía oír los latidos de Yui o quizás los imaginaba, cual fuera de las dos cuestiones no podría importarle menos. Una sonrisa se poso en los labios que ella acarició con los propios, había dicho lo que quería decir desde hace tanto. Desde el momento en el que decidió que ella era merecedora de todo su amor.
Lógico es, como cualquier hombre perdido en un abismo de dudas y problemas internos el oírle fue peor de lo que esperaba. Era como exponer su alma, la cual era muy pequeña y frágil pese a que el Maestro se jactará de ser un solido Rashomon inquebrantable e insuperable por cualquier obstáculo, el tigre se amansaba (solo por ahora) de tal forma que parecía aceptar que su naturaleza dictaba ese rumbo ¿Cómo creerlo de otra forma? Su propia piel...
Lógico es, como cualquier hombre perdido en un abismo de dudas y problemas internos el oírle fue peor de lo que esperaba. Era como exponer su alma, la cual era muy pequeña y frágil pese a que el Maestro se jactará de ser un solido Rashomon inquebrantable e insuperable por cualquier obstáculo, el tigre se amansaba (solo por ahora) de tal forma que parecía aceptar que su naturaleza dictaba ese rumbo ¿Cómo creerlo de otra forma? Su propia piel...
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