[code]Y como ya parecía costumbre con cada acción que realizaba la contraria, ella negó en desaprobación por sus acciones. Los ojos de la más alta volvieron a verse filosos, pero la sonrisa seguía, transmitiendo exactamente lo mismo. Tal vez no la educaron como se debía o el ser del norte… Quién sabe, nadie le advirtió de aquel comportamiento.
- Ten buena noche. — habló seguido de un leve movimiento de cabeza antes de que se alejara demasiado, un movimiento que casi recordaba a una reverencia, pero que era demasiado leve como para ser tenido como tal. Todo ello incluso cuando ya la otra le había dado la espalda.
No la siguió a la salida, solo suspiró, girándose ella esta vez sin decir más. La del pelo oscuro solo siguió con el mismo fin con el que había llegado allí, colándose más en las ruinas, ignorando en parte el encuentro con aquella mujer.[/code]
Tomó su sensor tras extender su mano hacia él en completo silencio. Dilató su boca en curva descendente mientras mantenía fruncido el mentón con cierto desdén y asco, mirándola de reojo mientras guardaba la pequeña esfera en uno de sus bolsillos y volteó, comenzando a apartarse de la mujer. Pero al contrario de la petición, o pseudo chantaje que aquella quería articular en lo que a Katai Yui le parecía un aprovechamiento infantil, ella se dirigía lejos del templo, por un costado de lado acordonado, hasta dar con la huincha que separaba la legalidad del tabú en Ebetsu.
— No accedo a nada. No eres nadie en mi vida para articular un trato o para someter mi voluntad de ninguna forma. Sayonara. — Se despedía. Habitualmente era Aoi Inja quien con su actitud espantaba a las personas, pero esta vez, quizá por las situaciones que la rodeaban, tal vez por el hastío con el que cargaba hace días, prefirió una vez más la soledad a desperdiciar palabras y tiempo en una desconocida.
[code]Una de sus cejas se alzó frente a la reacción contraria, le fue imposible no sonreírle, viéndole directamente a medida que negaba con levedad en desaprobación con sus acciones. La del pelo negro no se exaltó, se podría decir que incluso lo esperó, pero tampoco le dio demasiadas vueltas.
- Tu nombre o, al menos, cómo te llaman, tal vez tengas un apodo que te resulte más cómodo usar. — insistió a la mujer en un tono suave que contrastaba con el otro. No se acercó, pero sí le tendió aquello a la chica para que esta lo tomara de por sí, tampoco tenía intenciones de robárselo, nada más alejado de la realidad — Supongo que si lo tomas es que accedes a guiarme por el templo. No hacia la entrada, la parte de adentro, ¿de acuerdo? — vio necesario aclarar esta vez después de ver a dónde es que pretendía llevarla antes.[/code]
— ¿Qué pregunta? — Inquirió, jugando a lo mismo que la extraña. Dada la distancia y actual postura de Katai, esta le daba la espalda, motivo por el cual su expresión no era visible. Sin embargo bastó que la forastera mencionara la palabra "intermitente" para que Yui se volteara hacia ella con el ceño totalmente fruncido y a largos e iracundos trancos llegase hasta ella. Su voz cambió de la serenidad a la furia en un segundo, como si la humana se hubiera vuelto bestia. El mentón arrugado con desprecio, el trazo felino y japonés de sus ojos destilaba odio y sus palabras daban campanadas de futura desgracia:
— ¿QUIÉN TE DIO PERMISO PARA TOCAR MIS COSAS? ¡DÁMELO AHORA! — Sus intenciones eran serias, su ánimo demandante y sus manos empuñadas fuertemente además de la tensión visible de todos los músculos de su cuerpo cuando se detuvo a tres metros de ella, determinaban que la violencia se vaticinaba si la mujer no accedía ante las órdenes de Katai.
[code]Siguió a la chica, pero paró por un momento mientras ella pareció continuar hacia la entrada. Recordando el lugar en el que estaba la otra antes y siendo guiada en parte por las huellas que había dejado esta se colocó de cuclillas, mentalizándose por un momento. Maldijo en la cabeza cuando comenzó casi a escarbar, no por quitar tierra, sino porque ya tenía las manos bastante congeladas con guantes como para estar apartando nieve.
- Es de mala educación no contestar cuando se te pregunta algo, más cuando pareció molestarte que supuestamente yo hiciera lo mismo. — puntuó, recordando las primeras acciones de la contraria, aun buscando algo hasta dar con un brillo que reconoció — Si deja de estar intermitente y en rojo supongo que será malo, ¿no? — tomó por fin el objeto que buscaba, mostrándole a ella aquel sensor que ahora tenía ella, volviendo a erguirse a medida que buscaba limpiarlo, quitándole la tierra — Si quieres puedes quedarte aquí, puedo estar atenta a [...][/code]
— Es por ahí. Detrás de la cinta ya será seguro. Buen viaje. — Aseveró sin miedo a la estúpida obviedad. Aún así, mantuvo su nombre en secreto, como si hubiese pasado por mero despiste la pregunta de la extraña.
Quizá la mujer era extremadamente inteligente y pasaba por alto a posta algunas de sus indirectas. Sea como fuere, Katai pensó en aquel instante que el papel de ingenua le quedaba como anillo al dedo. De cierta manera se apiadó de ello, pues su deseo por deshacerse de ella era aún alto. — Claro, por aquí. — Y tomando el rol de cuidadora de niños (o algo similar) suavizó su gesto, forzando algo que solamente en el mundo de Yui podría catalogarse como sonrisa. Un gesto perturbador apareció en sus labios, los cuales se contorsionaron hacia arriba de forma extraña, y sus ojos permanecieron carentes de expresión.
Se volteó entonces hacia la salida del templo, donde las escalinatas pasaban por debajo del torii y justo abajo, la cinta de "no pasar" delineaba el camino legal por el cual podría transitarse. Una vez en el borde superior, sin bajar, se detuvo y señaló la avenida aledaña que dejaba esos predios atrás.
[code]Le fue imposible sonreír ante la ocurrencia de la mujer. Asentía a medida que hablaba del tema, aunque tal vez ni siquiera entendiese bien de qué hablaba exactamente, pero le fue inevitable reír por un momento, negando luego.
- No, nada de eso. — dio esta vez a modo de respuesta a lo último, divertida, estirándose tras eso. Una vez estuvo de pie frotó su nariz con uno de sus dedos cuando, debido al frío, no la sintió por un segundo — Me recomiendas que no pasee sola. — recordó esta vez lo dicho por ella — Parece que conoces bien el lugar, ¿me podrías guiar entonces? — lanzó sin más, amable e incluso simpática, como si todo lo ocurrido antes no hubiera pasado, hasta que calló en cuenta de algo — Disculpa, ¿podría saber tu nombre?[/code]
