—Esperó a qué entrara para cerrar de nuevo la puerta, caminando con calma por el pasillo para guiarlo a la que dejaría como su habitación en aquella residencia de buen tamaño.—

Es un poco descortés preguntar tan directamente algo de ese estilo, caballero ¿No le parece?

—Le miró de reojo por un instante, siguiendo su andar hasta llegar a la puerta de aquella habitación, volviendo a abrir para permitirle el paso.
La alcoba ya estaba arreglada, muy básicamente pero lo necesario a fin de cuentas, además de una pequeña estantería donde guardaba varios pergaminos.—

Soy un guardián, es lo único que pretendo decir y, como tal, deberá comprender que protejo este lugar. Cualquier amenaza a él, es una amenaza a mi ¿Lo comprende?

Observó por un momento aquel cuenco con agua, su poco conocimiento al respecto lo dejó con un gesto interrogativo, no sabia que debía hacer con eso hasta que el siguiente juego de palabras lo dejo claro. Al tanto de lo que debía hacer, prosiguió a lavarse los pies luego de retirar su calzado, los seco y finalmente ingresando a la habitación descalzo. —Puedo ver que no eres un ser humano, ¿ Exactamente que eres?— Cuestiono luego de guardar silencio unos segundos.

Le agradezco la oferta, sin embargo no es necesario. No hay labores pendientes que pueda realizar por el momento~

—Respondía con calma para correr la puerta y dejarlo ingresar, no sin antes señalar un cuenco de agua, dónde esperaba limpiará sus pies.—

Sin embargo, si no se lava los pies primero, sin duda deberá limpiar toda la residencia. No me agrada la suciedad en el interior ~

Con un simple asentir de cabeza fue cómo agradeció la hospitalidad ajena, siguiéndolo a paso tranquilo pero seguro hasta llegar a aquella parte de la residencia. En cuanto a la mariposa, ella seguía sobre su hombro, cómo una fiel compañera que no deseaba apartarse del extraño —Para pagar tu hospitalidad, puedo hacer algunas tareas para ti— La noche aun se encontraba lejana, y si bien podía ser de ayuda durante el día, no se negaría a hacerlo.

—Al ver nula respuesta a sus dudas, soltó un breve suspiro, volviendo su atención a aquella mariposa tan peculiar.
Su lógica lo llevó a pensar entonces; su hogar era un edén, lleno de animales de toda clase, animales que por simple instinto no estarían en paz ante un extraño que representara una amenaza para ellos.—

Una noche, no puedo ofrecer más, caballero.

—Agregó sutil pero aún desconfiado, señalando hacia el extremo izquierdo de la residencia, donde la puerta principal se encontraría y, seguido de, caminar en dirección misma para recibirlo debidamente en su hogar.—

La presencia del dragón irradiaba en una mezcla de gentileza y desconfianza faciles de percibir, naturalmente una actitud aceptable ante la repentina llegada de un completo desconocido, pero necesitaba un lugar donde pasar la noche, un lugar donde pudiese ordenar sus ideas y este parecía el sitio indicado. —Solo sera por una noche, prometo no causar problemas — No pudo responder a sus preguntas cuando él mismo desconocía de algunos hechos, la confusión seguía presente luego de despertar en ese lugar.

—Aquel silencio prolongado fue extraño, no estaba seguro si podía confiar de un desconocido, aunque claro lo había hecho veces antes, por lo que guardaba cierto recelo.
Se mantuvo expectante hasta ver el insecto de nuevo, con una ligera risa por la comodidad que parecía tener con aquel hombre, como una mascota, al menos hasta escucharlo y volver la atención a él.—

Este sitio no es una posada, caballero. ¿Cómo ha llegado hasta aquí y... a donde se dirige?

—Quizá fue grosero, no podía volver a confiar su refugio e intimidad a desconocidos.—

Su silencio se prolongo, estaba mas atento al rostro ajeno, tanta belleza en un solo ser había provocado una leve impresión en el forastero, que, ansioso por sentir la piel ajena estiro su mano con el deseo de tocar su mejilla, pero la intervención de la mariposa posándose sobre la mano le recordó que tocar a otro ser viviente estaba prohibido.
Decepcionado, alejo su mano colocándola nuevamente a su costado y con tranquilidad, respondió. —Necesito un lugar donde pasar la noche—

—Su mirada se elevó ante el vuelo de la extraña pero hermosa mariposa, siguiéndola hasta el ventanal, donde logró distinguir aquella figura fuera de sus aposentos.
No le veía rasgos familiares, incluso se asustó un poco ante su inesperada llegada, sin embargo mantuvo el rostro pacífico de siempre, poniéndose en pie con calma y dejando en la mesa aquel pincel.

Un par de pasos bastaron hasta quedar cerca, observando en silencio al forastero antes de mostrar una sonrisa amable.—

¿Puedo ayudarlo en algo, caballero?

El ruido de las hojas quebrandose anunciaron la llegada de un forastero con túnicas acorde a aquel país, la mariposa enseguida levanto el vuelo y se poso sobre el hombro del extraño sin temor.
La mirada masculina de aquel invasor se poso sobre aquel que sostenía el pincel, su curiosidad se hizo notar a medida que se acercaba, aquel joven era el primer ser viviente que veía luego de siglos.