¿Y que ganará con que Caín venga? Se marchó hace mucho, que no pretenda reclamarme por como protejo a mi hijo del mundo.
Además, le recuerdo que Caín le ordenó tal cosa, pero no le dí la bienvenida a mi hogar, no debe meterse.

—Estoy aquí porque "él" me envió para saber de ustedes, ya que no pudo venir personalmente debido a algunos asuntos de mucha importancia. Sin embargo, no imagine que su hijo estuviese en esas condiciones. Es información de valor, que sin duda provocara en caín mucha intriga. Quizás esa noticia lo haga venir enseguida, ideal para mi porque deseo volver a mi hogar lo antes posible — Continuo con el andar, notando se a la distancia la cabaña del dragón.

En el suelo...

—Repitió apenas, sin inmutarse por la nula expresión ajena, sin embargo abrió los ojos sorprendido al escucharlo, mirando apenas al lago.—

No te atrevas... ¿Para eso estás aquí? No te incumbe lo que suceda con mi hijo, lo estoy protegiendo.

—Musitó serio, sin embargo sabía que con eso no lo iba a detener, pero tampoco le tenía miedo pues nadie podría tocarlo, no con él vivo.—

—Te encontré tendido en el suelo, justo ahora vamos a tu choza — Respondió sin apartar la mirada del camino, sin expresión alguna, imitando a la perfección un robot. —Con lo que te paso, me permitió encontrar a Tal Feng. . . me preguntó que cara pondrá Caín cuando se entere que su hijo duerme—

—Fue abriendo los ojos lentamente, sintiendo el movimiento al ser llevado en brazos, terminando por alzar la mirada para observar a aquel hombre, confundido, tratando de recordar que había sucedido.—

¿Dónde... Estoy?

Parpadeo un par de veces intrigado debido a la presencia que poco a poco se desvanecía, le tomó unos segundos darse cuenta el porque, cuando se giro en dirección al dragón pudo notar cómo este comenzaba a reaccionar, se acercó a él y esta vez lo cargo de manera delicada entre sus brazos. —A Cain le interesara saber en que condiciones esta su hijo— Musitó mientras sus pasos lo conducía a la choza del dragón.

—Se podía notar que el menor ya no era un bebé, ahora era un niño, quizá de 5 años aparentes, pequeño aún, pero con los rasgos bien definidos del dragón a excepción de sus cabellos quebradizos en vez de lacios.
Parecía muy tranquilo, únicamente dormía, envuelto en una túnica totalmente blanca que antes fuera de su progenitor.

El dragón, por su lado, poco a poco iba reaccionando de nuevo, haciendo que el lago volviera a proteger en sus aguas, disipando la presencia del menor.—

Su paso se detuvo en el instante en que una leve presencia invadió su psique, giro apenas su rostro en dirección a esta, sin duda era una presencia parecida a la de Caín. —¡. . . .!— Una oportunidad se le había presentado, pero aunque deseaba fervientemente deshacerse de ese joven, había alguien que se lo impedía y no era Caín. Dejo el cuerpo del dragón y se dirigió al lago, de ahí venia aquella presencia. Su buen ojos le permitió distinguir el cuerpo que se encontraba en lo profundo de esas agua, pero antes de intentar sumergir su mano, su instinto lo detuvo. —Debo ser cuidadoso— Dijo mientras veía ávidamente el cuerpo del menor.

—Al momento que su energía se desvaneció, de igual modo lo hizo la energía en el lago, dejando sentir la presencia de su hijo que se encontraba oculto en el fondo, en un letargo inducido.
Aquellas aguas eran imposibles de tocar por otro que no fuera el dragón y su sangre, por lo que llegar al menor iba a ser difícil con él inconsciente.—

Durante su recorrido por el lugar se topo con el dragón, el lycan permaneció de pie cerca del cuerpo desplomado, dudoso de si ayudarlo o no, realmente le daba igual si algo malo le pasaba a ese dragón, sin embargo; tenia un deber y este era, cuidar de aquel que se encontraba inerte en el suelo. Sin remedio cargo el cuerpo y se lo echo al hombro como un costal de papas. —Que fastidio — Musitó con ligero desdén antes de partir al hogar del dragón.