—Lloró, lloró por horas, durante toda la noche, la mayor parte de ese día y podría seguir llorando el resto de la vida, sin embargo nada se solucionaba con sólo llorar. Esa no era la imagen que quería dar a sus crías, no era la imagen que quería presentar ante quienes le conocían tampoco y, muy a su pesar, tuvo que dejar de llorar para poder alzar la cabeza.
Sus ojos hinchados eran evidencia, aún así ocupaba un tiempo para despejarse, por lo que, dejando a sus crías en cuidado de las siluetas que podía crear, salió a lo profundo de bosque, varios metros alejado donde pudiera hacerlo.—