Aquel mantuvo su sonrisa, ante aquella apresurada conclusión, era evidente que no le creía nada, y mucho menos con aquella despreocupada expresión y vacilante tono que hacía sonar todo su relato a una vil mentira. Pero, eso era de todos los días, más nunca creían cuando decía la verdad con tanta soltura.
Sin embargo, aquella reacción tan solo le hizo cambiar su expresión a una un tanto curiosa. — Así que este sitio se llama Animalia ¿Eh? Interesante, y por lo que veo los humanos no son bienvenidos, interesante. . . — concluyó mirando alrededor. — Como dije, soy mitad humano, mitad incubo. . . una especie de demonio come sueños. . . — Aquella despreocupada y sonriente expresión reapareció. — ¿Ah? No te preocupes, realmente no estoy aquí. —
—¿Isla Bretaña?... Ya veo, solo esta inventando todo ¿Verdad?— cubrió la pequeña risa que le provocó con la diestra, su mente se cubrió de encanto con la historia, sentía que escuchaba a un niño más de Aeriana, su reino. —La historia es muy linda, seguro usted es un cuenta cuentos profesional. Que tonta... Por un momento me engaño y creí que era humano.
El encanto y la alegría se le fue de golpe en cuanto escucho que una parte de él si era humana. Para ella y su pueblo, los humanos eran lo peor que existía, incluso solo ver a uno de lejos o hablar de ellos podía provocar la ira de más de uno hasta el punto del castigo final para quien estuvo involucrado con uno; en Animalia, la muerte apenas y era castigo suficiente por empatizar con humanos.
—¿E-es verdad? ¿No es parte de animalia? ¿Cómo.. Cómo llego aquí? O acaso yo... ¡Ay esto está mal, muy mal!
— Encontrarlo es algo que muchos han tratado de hacer. . . Se dice que hay que navegar al oeste. . . a través de la niebla que rodea la isla de Bretaña, y seguir el campanario de las hadas hasta que ellas te guían al interior de Avalon. Otra entrada es el profundo bosque de los druidas. . . Sin embargo, en todas y cada una de ellas, la aprobación de las hadas es necesaria. . . —
Siguió su relato, aunque por un instante pudo sentir aquella duda y, oculto deseo por saber más. Quizás ella podría hacer el intento por cruzar el paso de las hadas.
— Mi madre era una humana. . . mi padre, por otra parte era un íncubo, por lo que eso me hace un mestizo de íncubo, como mi padre. . . ¿Oh? ¿Acaso quieres ver Avalon por tí misma? —
—¿Y como se puede encontrar tan maravilloso lugar?—La duda era genuina, su hogar no pasaba por los mejores ratos y un lugar así parecía perfecto para su pueblo.
Un escalofrío le recorrió su espalda, se decía druida y esa palabra solo la había escuchado por parte de los humanos. El miedo le invadió la mirada aun que quizo permanecer "calmada".
— De buenas a primeras, si. . . realmente irreal, más una vez que los afortunados lo encuentran. Entonces todo ápice de duda y dolor desaparecen.— Alzó sus brazos en un modesto gesto, aunque aquella apariencia también reforzaban lo contrario, en especial aquel bastón en su mano derecha, lo suficientemente adornado como para ser hecho por manos humanas.
— Hahaha. . . El límite de uno es la imaginación. Bueno, ese sería mi nombre mortal, mi nombre original es Emrys, aunque los druidas han sido muy evasivos últimamente. —alzó su dedo índice en un acto de sapiencia, parecía que tenía respuesta a todas las preguntas que le hicieran.
El susto inicial se dicipo al compás de sus palabras, su naturaleza despistada le ayudo a ko pensar en que hacía ahí, más se imagino un lugar así, pero no encontró sitio conocido en su memoria qué encajara con tal descripción, quizá solo, y como mera fantasía, pensó en el reino de los dioses.
—Ese lugar... No existe ¿O si? Es decir, parece irreal. Seguro lo inventa, joven... ¿Merlín? Que nombre tan raro. Casi parece humano.
— ¡Ah! ¿Dije eso en voz alta? ¡Oh! Pero que descortés he sido por ello, pero no me arrepiento de ello. (?)— agregó sonriendo mientras agitó su mano en un despreocupado ademán. — Ah, Avalon. . . un hermoso y eterno jardín, libre de las mentiras, de los celos y las guerras. . . un lugar oculto el mundo donde sólo los que se encuentran libre de pecado pueden pasar. Y yo soy Merlín. —
