Algunos sirvientes que pasaban cerca de ellos fueron en auxilio de la doncella Ketzaly, ayudándole a levantarse del suelo, sin comprender el por qué la joven se había puesto en ese estado al hablar con el monarca.
Sin embargo, el Rey se mantuvo inerte e inmóvil en esos instantes, desviando su mirada en el momento justo en que la quetzal se desvaneció hacia el suelo. No soportaba ver la angustia y el dolor en su querida protegida. A pesar de esto, no quería ser el responsable directo de lo que afectaba emocionalmente a la joven, queriendo desviar todo ello hacia alguien más.
— Debes culpar de todo esto a Wilde. Nunca nos respetó, nunca nos valoró ni nunca quiso pertenecer a nosotros... Él y todos los que lo apoyan, deben perecer por las fuertes e invencibles garras de Aeriana... Y si sabes al lugar al cual perteneces, no pondrías en duda mis órdenes. — En ese momento le dio la espalda. — Llévensela a sus aposentos...Necesita descansar. — Ordenó a los sirvientes que la tenían sujet
Paso saliva mientras el miedo llenaba sus cromas dorados, un estado de alerta y el sentirse nerviosa eran ahora lo principal en su ánimo. Negó con ambas manos mientras titubeaba su justificación.
—N-no majestad, no me entiende. E-es que... Hablando con el perro, hasta el cree que los motivos son raros, ¡C-confusos! Es que... ¿Cómo le explico? D-deberíamos buscar otra forma menos violenta. E-el reino y la gente, la comida... T-todos van a sufrir. — Ya ni sabia que estaba diciendo. —J-Juō... Si se lo pido lo haría, P-pero ¿Y si algo le pasa? N-no puedo involucrarlo... P-podría, él podría...
Poco a poco se desvaneció hacia el suelo, entre el pánico interno y la idea de perder a su amado por motivos ajenos le destrozo la mente hasta el punto de hacerla derramar lágrimas frente al monarca. —Majestad, ¡No quiero perder a Juō!.
— ¿Absurdo, dices? — El comentario de Ketzaly no le pareció para nada el indicado, frunciendo el ceño al máximo e ignorando la mirada de esta. Después de todo, entendía que la joven no comprendería aquellos asuntos sobre la guerra y todo lo que conllevaba esta, debido a que sus nobles y protegidos no les había comentado las causas más profundas. — No tengo que discutir nada con nadie. Ya está decidido, Ketzaly. Sólo asegúrate que el Rey Juo acepte una alianza con este reino. Kalessa sentirá toda nuestra furia, por las humillaciones que nos ha hecho pasar.
—¿Y... Si usted cancela la guerra? Digo... No es que no haya buenos motivos, pero ¿Es en serio necesaria? No podríamos solo ¿Discutirlo un rato y después comer? Es que todo parece un poco... ¿Como decirlo? Absurdo. Je, je. — Una parte de la quetzal sabía que sería imposible disuadir al rey, pero si solo lograba meterles esa espinita para replantear todo el asunto, sería suficiente.
— Si eso deseas, el Rey Juō debe aliarse a nuestro reino. Ya después, les permitiré que ustedes decidan todos los preparativos de su enlace matrimonial.
— El Rey Juō debe aceptar unos...Pequeños acuerdos que le he planteado. — Respondió el rey, sin darle detalles acerca de esos supuestos acuerdos, los cuales eran directamente relacionados con la conquista de la Isla de las Maravillas, ubicada en la superficie del Reino de Atlantis.
—¡P-pero majestad! Aun falta tiempo para eso, si estamos comprometidos pero... ¡Digo! ¿Necesita una boda para eso? ¿No debería poder lograr una alianza sin la boda? [??]
