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𝐼 𝑢𝑠𝑒𝑑 𝑡𝑜 𝑏𝑒𝑙𝑖𝑒𝑣𝑒
𝑊𝑒 𝑤𝑒𝑟𝑒 𝑏𝑢𝑟𝑛𝑖𝑛𝑔 𝑜𝑛 𝑡𝘩𝑒 𝑒𝑑𝑔𝑒 𝑜𝑓 𝑠𝑜𝑚𝑒𝑡𝘩𝑖𝑛𝑔 𝙗𝙚𝙖𝙪𝙩𝙞𝙛𝙪𝙡.
 
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[...] difícil, pero si no quieres pelear contra esa cosa te pediré que colabores»—demandante le ofreció una alternativa inteligente, tan propia de alguien capaz de sobrevivir en solitario contra un mundo que quiera erradicarlo—. «Suéltame y quédate quieta, como si yo no existiera; esa bestia se irá, te voy a mostrar como estuve esquivando a los guardianes de este bosque, sin tener que levantar un solo dedo en contra de ellos» —le propuso con la esperanza de que ella acatara para dejarlo actuar. ¿El "Yaoguai"? Técnicamente estaba del lado de la mujer, su presencia era justificada únicamente por la de él; para el peor de los casos no era una depredador más, hubo energía espiritual considerable rodeándolo, su tamaño y ferocidad rozaban con lo dantesco, la furia deformó sus facciones y estaba comenzando a deformar también su fisonomía; un verdadero "dios" de la montaña cuyo único objetivo era eliminar al "objeto externo", es decir, aquél albino que vino a profanar el bosque.
[...] El que se hacía llamar Gaikos cerró los ojos, con sus delgadas manos tomó los bordes de las prendas que crearon el escote ajeno, se aferró a sus prendas con firmeza y finalmente adentró un poco más su rostro sobre ella con la intención de apoyar su frente contra su esternón, por debajo de la articulación que unió este hueso con ambas clavículas, por supuesto. Esto no fue un acto atrevido o gratuito; no tuvo contacto directo con sus ojos y ciertamente el silencio ameritó, por eso, empleó él una forma más directa e invasiva para comunicarse, invadir sus pensamientos a través de un susurro que aplastó sus pensamientos, una muestra de que no era un "humano ordinario", un acto prohibido entre los mortales—. «Realmente eres un mar de contradicciones, increíblemente humana, ¿será este el origen de tu odio?» —un zumbido aterrador, palabras nítidas como el firmamento estrellado, todo acompañado por una risa maliciosa que luego llamó a la seriedad—. «No respondas; voy a pedirte algo [...]
[...] eso lamentó un poco que sus destinos se hallaran con una inevitable separación, o al menos así pareció hasta que la retorcida voluntad de las estrellas hizo su jugada a favor de él. No, no notó la presencia de esa monstruosidad antes que ella, sus sentidos eran una herramienta con la que aquél albino no contó, por tanto, prever como la "Huli Jing" era imposible. Esa mujer arrojó a la basura la única oportunidad que tuvo para deshacerse de él sin tener que ensuciarse las manos. Hizo absolutamente todo lo contrario para lograrlo: sus brazos y colas lo resguardaron de un inminente peligro, la grácil fragancia de la luna ahogó todo su entorno, fue su rostro acabó inevitablemente entre el escote de su vestido, su tersa piel mojada tocó la suya tan pálida y gélida. En silencio la felicitó, pues realmente logró asombrarlo, sin embargo no pudo quedarse quieto en esa situación, pues no tardó en también percibir el peligro; el "enemigo" no era una simple bestia del bosque [...]
No era ignorante de la serie de contradicciones que atestiguó desde que entablo "conversación" con aquella criatura del bosque. Al comienzo lo supo despreciar, los insultos no faltaron e incluso el debate se abrió en pleno entorno nocivo, sin embargo todo lo que provino de la "Huli Jing" fueron advertencias, mismas que fácilmente pudieron confundirse con una consideración a regañadientes. Claro, ella mencionó que todo lo hizo para resguardar la pureza del terreno, ¿pero realmente era esa su razón o la nobleza de su alma la que habló a través de sus rosáceos labios? Estos eran pensamientos fugaces que murieron al paso de la brisa nocturna, mas la curiosidad persistió y su mirada estuvo fijo en ella únicamente por esto; no negó el atractivo de su voluptuoso cuerpo y otras cosas superficiales, no obstante a esas alturas su interés era captado por rasgos más complejos, relacionados a la psique de quienes le rodeaban y ella comenzó a parecerle interesante; justamente por [...]
El sonido de las hojas moviéndose captó su atención. Algo crujió cerca y el aroma que le trajo el viento había sido alterado por un tercer hedor que incluso a ella le ponía los pelos de punta.

Estaba segura, era un Yaoguai. Maldito humano y su maldita peste...

De un grácil salto se dispuso a abrazarlo para cubrirlo con la ayuda de todas sus colas en aras de tapar con su propio olor el de él. Due un movimiento arriesgado, pero era mejor que dejar que lo mataran y contaminara con el atroz momento el suelo fértil y sagrado del estanque mágico.

—Sh. No hables.
Tras exprimir el agua de una de sus mangas, agitó todas sus colas sin cuidado alguno, salpicando al viajero en su descuido por haber seguido el instinto animal de odiar la sensación mojada el su pelaje por más de un rato.

—Debes salir de aquí antes de que otras criaturas huelan tu hedor y vengan a cazarte —¿qué clase de cortesía era esa? Mientras más de ellos muertos, mejor, ¿no?— No te tendrán la piedad que yo te tuve, y ciertamente pareces un bocado sabroso —sus orejas se movieron levemente al decir lo último. Tenía hambre, pero se negaba a comerse a los seres humanos. No quería tener algo de ellos dentro de su estómago—. Si sigues el sendero...
Pese a su mordaz comentario -que habría tenido que ser un insulto para la Huli Jing- esta sonrió de oreja a oreja al saber que la persona frente a ella no habría de ir a contar el secreto de ese magnífico bosque; aunque era cuestión de tiempo que fuese encontrado, pues la urbanización se extendía a pasos agigantados.

Al fin, tras haber permanecido un buen tiempo siendo recargada por las energías del agua, Nüying se puso de pie y acomodó sus ropajes para cubrie la desnudez de su cuerpo sin ningún pudor por estar en presencia de alguien. Sí, sabía que los hombres eran terribles, lujuriosos y asquerosos... Pero ella era un animal, después de todo. Portar ropas le significaba una molestia y no estaba del todo acostumbrada a ellas.
[...] era idónea para aguardar el hastió de su acompañante y el quiebre de su voluntad tras tanta charla carente de sentido. No tuvo más que agregar y fue por eso que él la comenzó a ignorar; aprovechó para proyectar a futuro, rememoró algunos objetivos celosamente custodiados y se dejó maravillar por la incertidumbre que impidió lograrlos. La meditación lúcida era práctica de pensantes, como también de embaucadores, claramente él era de los últimos, pero al menos su malicia pareció mesurada, de alguna manera extraña.
Fueron incontenibles las ganas que tuvo de marcar su existencia, de plantar la semilla del miedo en el corazón de esa criatura; en sus vacuos ojos casi se notó la maldad brotando del abismo, sin embargo, él dejó caer los párpados, así se aplacó su malicia a través de un suspiro, con esto esperó también aliviar tanta tensión entre ambos—. Ni loco lo haría, eso sería regalar mi conocimiento y arruinar el negocio del agua divina —volvió su mirada a ella, de alguna manera desafiante—. Además, eso implicaría que otros tengan el desagrado de encontrase contigo —así dirigió su mirada hacia un punto aleatorio de la oscuridad, una pequeño risa se le escapó, pues se pudo burlar y, de paso, solo dejar que el fantasma de la incertidumbre se paseara por las orillas de la divina fuente. No alteró la comodidad de su posición, esta [...]
Son una plaga, entonces. Una plaga que nunca debimos dejar que se extendiera recordó de pronto a su madre, quien fue asesinada por humanos por creerla un "demonio" cuando eran los hombres y su lujuria lo que atormentaba a la bellísima mujer-zorro. También recordó al hijo del monje que la salvó de acabar con un destino igual, aún no podía verlo como bueno, merced a su naturaleza, y las palabras del desconocido la alejaban todavía más de esa conclusión . ¿Qué harás después, viajero? ¿Le contarás a otros sobre este lugar? ¿Sobre mí? cada vello de sus colas se erizó al instante; tenía miedo de que la cazaran nuevamente. Su próximo movimiento sería consecuencia de la respuesta del albino.

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