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❝ 𝘐 𝘸𝘢𝘴 𝘵𝘰𝘰 𝘯𝘢𝘪𝘷𝘦. ❞
 
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Jiang · 100+, M
—Me supongo que esperabas a alguno además de mi ¿No es así? No tengo interés en sacarte de tu sufrimiento, pero quizás alguno de ellos lo hubiera hecho
Jiang · 100+, M
—Ellos eran tontos, y decrépitos. Aunque sus cuerpos envejecieran lento, sus almas estaban podridas hasta la médula; ese fue solo el resultado natural de las cosas.

Prefería no expresar su mano en medio de los acontecimientos, ideas que mejor se guardaría para después, no era necesario compartirlas con Nüyin.

No eran enemigos pero tampoco del agrado completo para el otro. Estaban en un punto medio, pero claro que confianza plena no existía completamente

—Eventualmente estoy seguro que lo harán; quiero ver que tan capaces son de llegar a algo

Dio otro trago a la vasija, y con esto su mirada la volvió hasta su acompañante. Tenía aún cierto interés en sus reacciones, parecía ser que la noticia había hecho más que solo informar
Jiang · 100+, M
Hubo un silencio peculiar cuando Jiang escucho sus palabras; soledad… el no necesitaba tal cosa, las conexiones solo limitaban su camino hacia vencer la muerte, saber que las personas sean humanas o no, tienen una fecha de caducidad para podrirse sin duda alguna le enervaba, pero por alguna razón, por más sarcástico que haya sido el comentario, hizo que hasta la raíz de su alma se sacudiera por un momento ¿Será que en serio no se sentía solo?

En todo caso, era lo menos importante del momento
Imagino que eso no hace que te sientas solo su tono fue un tanto sarcástico pues sabía que Jiang carecía del sentido de unidad que hacía del resto de los monjes un gran equipo. En eso Lee y él se parecían bastante, aunque Lee siempre tuvo más sentido del deber que Jiang. Ahora entiendo un poco más el porqué de la libertad que te tomas para hacer lo que haces esta vez su sedosa voz adquirió matices de realización, pues llegó a creer que los monjes se habían corrompido y que mandaban a Jiang a hacer el trabajo sucio. Tras una breve pausa que Nüying usó para acomodarse un mechón rebelde de cabello tras su oreja, continuó. ¿No crees que vayan a ir por ti?
Su expresión cambió por completo conforme escuchaba sobre la casi extinción del grupo que había asesinado a su madre: los ojos se le abrieron levemente más de lo normal y sus labios formaron una fina línea por lo mucho que estaba apretandolos. Nüying tenía la creencia de que acabaría de la misma forma que su progenitora en cuanto asesinó a Lee y eso, de algún modo, le permitía sentirse en paz acerca de su pecado. Sí, tendría una vida dedicada a asesinar a todos aquellos que hicieran el mal y luego perecería para encontrarse como una igual con él en la otra vida o en el cielo —tampoco es que ella fuese muy creyente de algo en particular—.

¿Cómo debía sentirse? Además de la sorpresa una sensación de pesar le atravesó el pecho y a la vez sintió algo parecido a la alegría. Nunca había tenido tantas emociones encontradas por lo que prefirió fingir que nada sucedía y dejar todo en pausa hasta que estuviera sola para resolverlo.
Jiang · 100+, M
Pobre Jiang, a penas había alcanzado a siquiera intentar ayudarlo, pero cuando llego era demasiado tarde.. ¿No? Despues de todo solo el se encontraba en esa azotea… solo el quedaba, y hasta hoy no había recibido amenaza alguna
Jiang · 100+, M
Tenia lengua de serpiente, y por mas que su voz pareciera expresar un duelo por sus compañeros caidos, la verdad de Jiang era muy diferente a lo que sus palabras podían expresar. Primero fue uno, encontrado con la cabeza atravesada por una espada, habían sido unos cultistas de la edad media decían algunos. Otro cuya cabeza fue encontrada junto a sus degollados seguidores cuando los conflictos entre los países empezaban a alzarse, decían que las potencias lo habían callado.

Uno a uno, caian como moscas, victimas de su desconocimiento de la modernidad; se decía que el ultimo fue un hombre que en vista de la paranoia por ser el siguiente en morir, negándose a las mejoras, rechazando el futuro, se lanzo desde uno de los edificios
Jiang · 100+, M
-Ah, esa es de hecho una historia graciosa debo decirte. No es posible que se enteraran de su muerte, después de todo no hace mucho que la orden se disolvió.-

Como quien contara una noticia, pero no le pusiera demasiada importancia, simplemente se lo solto una vez que la pregunta hubiese sido formulada. Dio un nuevo trago a su bebida, benditas mejoras que dificultaban por mucho la embriaguez de aquellos que las hubiesen aceptado, era una de las cosas que mas disfrutaba pues podría beber a sus anchas.

-Fue una tragedia, dicen que los mismos dirigentes de Night City los persiguieron hasta eliminarlos a todos…-
Debió de haberlo devorado entero después de lo que le hizo. Debió dejar sus restos en un callejón para que las ratas se deshicieran de él. Lástima que Nüying reaccionara en pleno asesinato, cuando ya era muy tarde para revertirlo y muy temprano como para no sentir emoción humana alguna; así que tuvo la decencia de enterrar a ese desdichado en aquel lugar que le dio inicio a toda su historia. Cuando él aún era él y ella aún era ella.

Masticó y masticó. Estaba expectante ante la respuesta pues ningún ser se había presentado ante ella para tomar venganza. Eso sí, no era como si los monjes existieran en gran número tras la urbanización, pero uno que otro posiblemente habría.
Estoy enpeñada en sobrevivir lo corrigió, y es que todo lo que había hecho hasta ese momento se centraba en eso: sobrevivir como cachorro de zorro, adaptarse a los cambios, seguir cazando. Se lo debía a su madre y se lo debía a ella misma, a su "yo" original... Si es que no había muerto del todo entre las placas de metal y la ausencia de magia. Su muerte no fue reportada al resto de los monjes, ¿verdad? cuestionó con disimulada curiosidad mientras tomaba una pieza de carne del plato y la devoraba entre mordisco y mordisco, sin importarle que aquellas no fueran "maneras" de comer en un mundo civilizado.

Hacía ya más de medio año que él había muerto. No. Hacía más de medio año que Nüying lo había cazado y lo había asesinado. El cuerpo del hombre al que una vez amó se pudría en un agujero improvisado a las afueras del suburbio; allí donde los trenes y los carros todavía no habían pasado y donde la tierra era bella y fresca.

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