I face death in the hope that when you meet your match, you will be mortal once more…
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EmmaVanity · F
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I vowed I would always be yours
IF we survived the Great War
[/code]IF we survived the Great War
[code]Botellas de champagne flotando por el aire, el aroma a flores frescas, reflejos del enorme candelabro que bailaban gustosos sobre los brillantes en joyas y vestidos de gala de las mujeres allí presentes. Todo conformaba la postal frente a los ojos de Emma, quién podía ver el titular del profeta de mañana: El evento del año, el baile de primavera de las familias mas influyentes del mundo mágico.
Luego de ser anunciada su llegada, una última mirada de advertencia de su madre fue lo que recibió antes de comenzar la ronda de saludos. Cuando quedo en libertad, instintivamente se dirigió a tomar una copa y buscar sin demasiada suerte entre la multitud a alguna cara conocida, a la única que pudo localizar fue a Cissy al otro extremo del salón. Todo estaba transcurriendo con normalidad, para su sorpresa su padre la presento con varios funcionarios del Departamento de Deportes y Juegos Mágico quienes discutieron sobre sus triunfos y las posibilidades de que sus equipos favoritos ganaran la Copa mundial. Incluso de buena gana se prestó a bailar una pieza con un amigo de la familia, quién era conocido por sus dos pies izquierdos.
En pocas palabras, su conducta era intachable y estaba teniendo una velada tolerable, pero había algo que la inquietaba. Había cruzado miradas con Walburga Black mientras bailaba, confirmando que esa rama de los Black también había asistido, pero no había rastro de Regulus por ninguna parte, tampoco de Bellatrix y ni de gran parte del equipo de quiddtich; entre sus otros compañeros de su casa. En Hogwarts era mas fácil ignorar sus ausencias y hacer vista gorda a las explicaciones poco congruentes de aquellas ausencias grupales, pero en el fondo ella sabia que tenia que ver con lo que la diferenciaba de ellos. Ella no era ni iba a ser un soldado del señor tenebroso.¿Dónde y qué estarían haciendo los ausentes? Su vida siempre había sido mas fácil cuando no se hacia ese tipo de preguntas, pero en ese momento era una distracción tentadora.
A penas pudo sacar sus habilidades de escape a relucir, decidió recuperar su chal y salir a tomar un poco de aire ansiando unos cinco minutos de tranquilidad. Conocía esa estancia de memoria, así que buscó uno de los bancos un poco alejados de las ventanas dónde solía sentarse en situaciones como aquella. En cuanto atravesó el arbusto que lo escondía del resto del jardín, vió a nada menos que a su prometido y sofocó un pequeño grito con el guante de seda que vestía esa noche. —¡Merlín! Casi me matas de un susto yo...—Se detuvo en seco cuando la luz de la luna enfocó las manchas rojas en el traje del joven, en sus manos; un sentimiento frio recorrió todo su cuerpo y se puso tan pálida que sintió que iba a perder el conocimiento.
Todas las piezas encajaron en un solo movimiento, todo lo que había escuchado en los pasillos, en la sala común, leído en el profeta, todo se hizo real frente a sus ojos. ¿Por cuántas cosas habría pasado todo este tiempo de las cuales ellas no tenia idea? —Yo...¿Estás bien, Reg? —Su voz sonó casi como un susurro y no con el tono duro lleno de seguridad que esperaba que escapara de su labios, desacostumbrados a pronunciar esas palabras fuera del campo de quidditch. No podía distinguir a ciencia cierta de dónde provino la sangre pero en su interior tenia la falsa esperanza que sea suya.
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EmmaVanity · F
Se mantuvo silencio analizando las palabras del contrario, buscando una forma de aminorar la seriedad que ambos sabían que cargaban. Su mirada quedó atrapada por la vista al lago de las ventanas, otro recordatorio constante de que había un gran peso sobre ellos. —Piénsalo así, si fuésemos uvas formaríamos el mejor vino del mundo. —Fue lo primero que pasó por su fatigada mente al pensar una metáfora, tomando el aspecto de que la fruta se presionaba para formar aquel brebaje. Cuando finalizó la oración, su expresión se tornó seria y unos leves tonos rosas colorearon sus pálidas mejillas. En su cabeza sus palabras habían tenido mucho más sentido. Una risita suave se escapó al percatarse de lo tonta que había sonado y golpeó con suavidad a Reg con un cojín para devolverle el toque. El cansancio ya comenzaba a surtir efecto y entre otras cosas, esa faceta tan propia suya de tornarse inaccesible comenzaba a distorsionarse.
—¿Acaso tengo horarios permitidos para gritarte? Podrías ser un buen capitán... —Comentó observándolo con sorpresa, torciendo intencionalmente las palabras del muchacho mientras jugueteaba con el resto de varita de regaliz en sus manos, girándola como solía hacer con su pluma. Se estiró en dirección a un sillón donde solía haber una manta escondida y tanteó con su palma en busca de ella pero al no encontrar nada, volvió a su posición cruzándose de brazos. "¿Por qué cambian las cosas de lugar?" Pensó mientras con la mirada escaneaba la habitación en busca del objeto, sin ninguna suerte. Volvió su atención al joven Black, esperando a terminar de comer su dulce para así poder hablar. —....con lo mandón que eres. ¿Cuál es tu excusa para estar despierto tan tarde? Sabes, yo sí tengo potestad para mandarte a tu habitación. —Alzó su barbilla mirándolo desafiante, acto que perdió credibilidad cuando una mueca parecida a una sonrisa adornó sus labios y delató que no estaba hablando en serio.
—¿Acaso tengo horarios permitidos para gritarte? Podrías ser un buen capitán... —Comentó observándolo con sorpresa, torciendo intencionalmente las palabras del muchacho mientras jugueteaba con el resto de varita de regaliz en sus manos, girándola como solía hacer con su pluma. Se estiró en dirección a un sillón donde solía haber una manta escondida y tanteó con su palma en busca de ella pero al no encontrar nada, volvió a su posición cruzándose de brazos. "¿Por qué cambian las cosas de lugar?" Pensó mientras con la mirada escaneaba la habitación en busca del objeto, sin ninguna suerte. Volvió su atención al joven Black, esperando a terminar de comer su dulce para así poder hablar. —....con lo mandón que eres. ¿Cuál es tu excusa para estar despierto tan tarde? Sabes, yo sí tengo potestad para mandarte a tu habitación. —Alzó su barbilla mirándolo desafiante, acto que perdió credibilidad cuando una mueca parecida a una sonrisa adornó sus labios y delató que no estaba hablando en serio.
SW-User
SW-User thinks you are Crazy.
EmmaVanity · F
No pudo distinguir qué era lo que estaba quemando, pero por la forma que actuó al verla se trataba de algo que quería mantener en secreto; en sí, sospechoso. Pero para la suerte del slytherin, Emma no era adepta a entrometerse en los asuntos ajenos, así que no prestó demasiada atención a lo que aún era distinguible en el fuego. Sabía que cada uno estaba solo con sus demonios desde el día que nacía, así que no pensaba crearle un problema más incomodándolo. Lo observó con un deje de comprensión tal vez, el cual fue borrado por una mueca divertida en respuesta a su ceño fruncido.
—Esa es la cuestión, Regulus...no soy normal, soy extraordinaria. —Decretó sostenida por la parte más alta del sofá, a medida que se acercaba a él unos centímetros sin llegar a una cercanía peligrosa y le guiñaba un ojo. Todo expresado en broma claro, por más que su apellido la condenase, no era vanidosa. Así, retomó la marcha rodeando el sillón contiguo al del joven Black y se sentó en él, con la espalda recta y el mentón erguido. —Las mentes maestras nunca descansamos, ¿verdad? —Planteó con una sonrisa cómplice en un intento de buscar un punto medio entre sus preocupaciones; sin decir demasiado, ni demostrar demasiado. Más que mentes maestras, los hijos pródigos de sus familias. Vanity siempre había estado sola y las esperanzas de sus padres respecto a su futuro, se habían mantenido constantes; pero en el caso del contrario, sospechaba que luego de la huida de su hermano, y al no tener otra opción, lo presionaron aún más. Porque con la presión se crean los diamantes, ¿no?
Dejó el libro que había acarreado desde su habitación sobre la mesa ratona que tenía enfrente, ya que la compañía era la excusa perfecta para abandonar esa idea de leer cosas que no le interesaban. Agarró entre sus manos uno de los almohadones que tenía a su disposición y lo colocó detrás de su cabeza, relajando un poco su postura. Mientras que de su bolsillo, sacó dos varitas de regaliz y extendió su mano hacía Regulus, ofreciéndole una en modo de ofrenda de paz por el sobresalto que le había causado.
—Esa es la cuestión, Regulus...no soy normal, soy extraordinaria. —Decretó sostenida por la parte más alta del sofá, a medida que se acercaba a él unos centímetros sin llegar a una cercanía peligrosa y le guiñaba un ojo. Todo expresado en broma claro, por más que su apellido la condenase, no era vanidosa. Así, retomó la marcha rodeando el sillón contiguo al del joven Black y se sentó en él, con la espalda recta y el mentón erguido. —Las mentes maestras nunca descansamos, ¿verdad? —Planteó con una sonrisa cómplice en un intento de buscar un punto medio entre sus preocupaciones; sin decir demasiado, ni demostrar demasiado. Más que mentes maestras, los hijos pródigos de sus familias. Vanity siempre había estado sola y las esperanzas de sus padres respecto a su futuro, se habían mantenido constantes; pero en el caso del contrario, sospechaba que luego de la huida de su hermano, y al no tener otra opción, lo presionaron aún más. Porque con la presión se crean los diamantes, ¿no?
Dejó el libro que había acarreado desde su habitación sobre la mesa ratona que tenía enfrente, ya que la compañía era la excusa perfecta para abandonar esa idea de leer cosas que no le interesaban. Agarró entre sus manos uno de los almohadones que tenía a su disposición y lo colocó detrás de su cabeza, relajando un poco su postura. Mientras que de su bolsillo, sacó dos varitas de regaliz y extendió su mano hacía Regulus, ofreciéndole una en modo de ofrenda de paz por el sobresalto que le había causado.
Soportarlo es parte del paquete de bienvenida. Sin él, no nos dejarán enlistarnos con los mortífagos.
-busca en los bolsillos de la túnica, por algunos sickles-
Vamos, si me alcanza. Yo invito.
-busca en los bolsillos de la túnica, por algunos sickles-
Vamos, si me alcanza. Yo invito.
EmmaVanity · F
r. privado: regulus x emma
El tiempo no transcurre igual cuando hay una fecha importante cerca, y mas aún si todos tus pensamientos giran en torno a ella. El tic tac. Las agujas del reloj bailando ese compás de dos tiempos infinito. En un segundo, podían pasar una infinita cantidad de cosas,cosas que podían definir el transcurso de tu vida. Por esa razón Emma no desperdiciaba su tiempo, no dudaba y se organizaba en cada aspecto que podía. Le generaba esa sensación de estar en control sobre sí misma. Calculadora tal vez, como todos esperaban que fuera.
Rendirse nunca era opción, pero su mente viajaba por lugares que no la dejaban conciliar el sueño; así que harta de retorcerse en su cama, decidió hacer algo al respecto. Se puso de pie, tomó su bata y la colocó sobre su pijama de invierno, para así dirigirse a la sala común y poder aprovechar su tiempo leyendo y no pensando en las vacaciones de navidad. El examen de encantamientos era una de las muchas cosas que estaba cerca.
Su perfecto plan no contempló un factor importante, las salas de eran espacios comunes. Podía encontrarse con cualquiera, aunque a esas horas era raro encontrar a alma vagando por allí. Se sorprendió cuando divisó una silueta sentada frente al fuego. Hacía frío. De forma sigilosa, comenzó a acercarse intentando no llamar la atención y rodeó algunos sillones. Luego de unos segundos su vista comenzó a acostumbrarse a la tenue luz, logrando así identificar al dueño de aquel el perfil y el cual para su suerte, se sabía de memoria. Sonrió aliviada. Con la esperanza de que el muchacho no se alerte, se colocó detrás de él lo suficientemente cerca de su oído para que la escuche susurrar y causarle un sobresalto.
—Vaya, no sabía que eras pirómano. —
https://64.media.tumblr.com/3a62e81f7321bb53bfc3cb60607f7cfd/tumblr_inline_o2q1zkwoFh1szaa83_250.gifv
El tiempo no transcurre igual cuando hay una fecha importante cerca, y mas aún si todos tus pensamientos giran en torno a ella. El tic tac. Las agujas del reloj bailando ese compás de dos tiempos infinito. En un segundo, podían pasar una infinita cantidad de cosas,cosas que podían definir el transcurso de tu vida. Por esa razón Emma no desperdiciaba su tiempo, no dudaba y se organizaba en cada aspecto que podía. Le generaba esa sensación de estar en control sobre sí misma. Calculadora tal vez, como todos esperaban que fuera.
Rendirse nunca era opción, pero su mente viajaba por lugares que no la dejaban conciliar el sueño; así que harta de retorcerse en su cama, decidió hacer algo al respecto. Se puso de pie, tomó su bata y la colocó sobre su pijama de invierno, para así dirigirse a la sala común y poder aprovechar su tiempo leyendo y no pensando en las vacaciones de navidad. El examen de encantamientos era una de las muchas cosas que estaba cerca.
Su perfecto plan no contempló un factor importante, las salas de eran espacios comunes. Podía encontrarse con cualquiera, aunque a esas horas era raro encontrar a alma vagando por allí. Se sorprendió cuando divisó una silueta sentada frente al fuego. Hacía frío. De forma sigilosa, comenzó a acercarse intentando no llamar la atención y rodeó algunos sillones. Luego de unos segundos su vista comenzó a acostumbrarse a la tenue luz, logrando así identificar al dueño de aquel el perfil y el cual para su suerte, se sabía de memoria. Sonrió aliviada. Con la esperanza de que el muchacho no se alerte, se colocó detrás de él lo suficientemente cerca de su oído para que la escuche susurrar y causarle un sobresalto.
—Vaya, no sabía que eras pirómano. —
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