User1551375

-El esqueleto se quedó callado escuchando a la chiquilla, con las manos en los bolsillos de su sudadera y una mirada un tanto somnolienta. Terminado su discurso, simplemente alzó sus húmeros y le dedicó una sonrisa simplona, finalmente rompiendo su silencio con un comentario humorístico.- Heh, Tori se queja de que comes mucho chocolate, así que a lo mejor deberíamos cambiar tu gusto por una comida chatarra… Con otro gusto de comida chatarra. –Pausó un instante.- Heheh, bueno pequeña, tu sabes cómo van los “atajos.” –El esqueleto aún con las manos en los bolsillos caminó tranquilamente hasta ubicarse en un lado de la muchacha, parándose paralelo a ella.- Let’s go. –Apenas termina sus palabras súbitamente el esqueleto se desvanece en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo, no se llevó a la pequeña consigo. Esta quedaría de pie en su habitación en soledad, habrán pasado un par de segundos y nuevamente Sans aparece al lado suyo de manera repentina y soltó una pequeña carcajada.- Heheheh, te la creíste kid, ahora si vamos. –Pone una de sus cadavéricas manos sobre el tope de la cabeza ajena, aplastando sus castaños cabellos contra su cráneo de manera efusiva.-

Heh. –El esqueleto manifestó su magia azul nuevamente, aquella que nace de su cuenca orbital izquierda y le permite alterar el espacio y tiempo a menor escala, con tan de solo sobrescribir los “valores de entretenimiento” de la realidad, cambia las coordenadas espaciales de sí mismo y la jovencita. Ante los ojos de la menor solo alcanzó a percatarse en ínfimas fracciones de segundo un vacío infinito acompañado de una especie breve y agudo tintineo que da inicio a una explosión llamativos colores en el centro de su campo visual acompañado de una tibia sensación térmica; Ahora se hallaban pasado la puerta principal del famoso local “Grillby’s”, la taberna favorita de todos los monstruos.

Como siempre, el escuadrón canino de los ex-guardias reales se hallaban circulando una mesa entretenidos por una partida de póker y también eran siempre los primeros en saludar con aullidos y ladridos amigables, además de ellos, se hallaban todo tipo de monstruos de curiosas formas y voces, que también saludaron al esqueleto con entusiasmo cuando se abría paso por la habitación hasta el otro extremo donde se haya el mesón detrás de cual atendía el legendario cantinero en llamas. Se sentó en una banca y esperó que la niña siga sus pasos para sentarse junto a él en la banca continua, en tanto disfrutaba la divertida música que salía de la rockola y el olor excesivo de frituras y cánidos; Realmente se sentía en casa.-

---

[media=https://www.youtube.com/watch?v=HgWFzHRvlm8]