@Usagi Tsukino: ¡Que bien! — Estiro sus extremidades superiores hacia sus costados levantandolos en un festejo al ver que cumplio su promesa de volver, no tuvo que esperar mucho aquel hombre es muy inquieto.
— Se acerco curioso a ver que contenia el interior de la canasta. — Huele muy bien! Por cierto mi nombre es Goku!
Ocultó sus cortas risas por el comportamiento ajeno. Era muy tierno verlo, y más comparandolo con el de sus compañeros de clase, quienes eran unos completos tontos.
Asintió dando a entender que comprendió su acción. Inclinándose levemente, procedió a correr unas cuantas calles hasta llegar a su casa.
Con cierto sigilo ingresó a la cocina, si su hermano metía su gran cabezota, seguro que no la dejaría ir sin soltar la sopa. En una olla metió unas cuantas piezas de pollo; en un traste colocó una servilleta con unas cuantas tortillas; por último, guardó todo lo anterior en una canasta, añadiendo cubiertos y platos.
Caminó de regreso tranquila. Al llegar a su lugar acordado, agitó su mano llamando su atención. —¡He vuelto con el pollo! —Levantó la canasta para mostrar su punto.
@Usagi Tsukino: Esta bien! — Se dirigio levitando hasta donde le señalo mirando a su alrededor llevando ambas manos a la cinta azul marino de su dogi, con una expresion infantil. — Bueno, aqui no hara tanto sol, menciono pollo debe estar delicioso!
Quedó muda. ¡De verdad que era muy versado en las palabras, que maravilla!
Apretó las manos contrarias con felicidad por el halago. —¡Muchas gracias, eres muy amable! —Elogió con una preciosa sonrisa. —Se nota que eres una persona bastante letrada; es una pena que su don sea opacado por estigmas de belleza. —Furfulló decepcionada de la realidad.
—¡Oh, vaya! — ¡Si que está en dilemas! Aumentó su preocupación por el pobre hombre. —No te preocupes, si necesitas comida no dudes en pedirme. —No tiene nada de malo en ayudar al prójimo.
Señaló una mesa bajo la sombra de un árbol. —Iré por el pollo rápido, si quieres, puedes esperarme ahí.
@Usagi Tsukino: ¿De verdad? Que bien! — Se le ilumina su rostro de felicidad pareciendo un crio pese a ser ya un adulto, hasta sus ojos brillan. — Porque de verdad no tengo dinero, es más no se ni usarlo!
