Sus ojos carmesí como su lanza apenas brillan en un eterno mirar melancólico. Su sonrisa es lastimera y moderada, casi como si contuviese de hacerlo... pero cuando entra en batalla, es como si bailase y por solo meros instantes sonríe un poco más.

Mientras más aprendo de ella, más me doy cuenta de que jamás había sentido esta curiosidad por alguien. Entre bebidas y risas descubro más y más de ella con sus allegados que me llaman iluso al querer acercarme al infierno. Pero no puedo evitarlo... y con ello, acudí a la única persona que podría ayudarme en este predicamento.