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JAJAJAJAJA ME EQUIVOQUÉ DE HOT y te mandé a la mujer
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Cuando Hefesto se acomodó la corona, Perse volvió a acomodarla de manera que quedara chueca, pues le parecía tierno verlo así. La diosa abrazó sus piernas mientas escuchaba el relato de Hefesto con toda su atención. Se encontraban sentados cerca de unos cuantos arbustos de fresas, Perse las arrancó para que pudieran consumirlas mientras hablaban, le dio una mordida a una de las fresas y comenzó a hablar.

— Yo no creo que seas el hazmerreír del Olimpo, Hefesto. Todos los dioses en el Olimpo son un poco... tontos, solamente andan buscando a quién molestar. —

Dio otra mordida a la fresa que aún tenía en la mano, dejando solamente el tallo. Perse comenzó a reunir las hojas de las fresas en una pequeña montaña, para después poder deshacerse de ellas y no dejar rastro a su madre de que alguien más estuvo por ahí.

— Nunca he creído en todo lo que dicen allá arriba, la mayoría solo quieren hacer menos a los demás dioses. A ver quien tiene más ninfas, quién puede tener más relaciones sexuales, quién bebe más vino; son unos idiotas. Tú siempre estás trabajando duro, así que preferiría escucharte a ti antes que a los demás... además de que mí mamá no me deja ver a nadie, claro. —

Mostró una sonrisa traviesa, haciendo referencia a que estaba viéndolo a él en ese instante sin que su madre se lo permitiera.
macaria · 26-30, F
macaria thinks you are Awesome.
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Cuando Hefesto le mencionó sus pequeñas visitas al taller, Persephone no pudo evitar sonrojarse y comenzar a temblar. No del miedo porque le pudiera contar a su madre sobre sus pequeñas escapadas nocturnas, sino porque cada que convivía con él se ponía nerviosa. Nerviosa de decir alguna tontería. Persephone se dio media vuelta, para poder darle la espalda y comenzó a cortar flores del jardín, evitando la mirada del dios por completo.

— ¿Por qué iría a tu taller? Me confundes. Te recuerdo que tengo totalmente prohibido visitar el Olimpo. Además, no quisiera que Aphrodita hiciera algún escándalo como los que normalmente suele hacer para llamar aún más la atención de los dioses. — dijo, soltando una pequeña risa. — Qué gustos los tuyos en cuanto a elegir esposa — voltea a ver a Hefesto, burlándose un poco de su matrimonio.

Perse se sentó en un tronco de algún árbol que había caído, colocando las flores que arrancó a sus pies. Las flores eran de distintos colores pero de tonos relacionados con el fuego; rojas, amarillas, naranjas. También junto varias ramas secas y comenzó a armar una corona de flores, cuando la terminó, se acercó a Hefesto y se colocó sobre las puntas de sus pies para poder alcanzarlo y colocó la corona en su cabeza.
GiannaFernsby thinks you are Adventurous.
No lo conviertas en fantasía
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Cuando la diosa Deméter había dado a luz a Perséfone, tomó la decisión de mantenerla alejada del Olimpo, no quería que su flor favorita se marchitara entre tanta lujuria y alcohol. Desde entonces, Perséfone creció en los jardines y bosques de Grecia, ayudando a su mamá a cuidar a las flores y plantas, aprendiendo sobre la agricultura.

Varios dioses habían decidido cortejarla; Hermes, Apolo y Ares, su mamá se negó a entregar la mano de su hija a dichas deidades y decidió apartarla aún más del Olimpo. Perséfone durante las noches, se escapaba del templo de su madre e iba al Olimpo. Le gustaba ver a las deidades dormidas, además de recorrer todo el recinto porque no conocía mucho sobre este lugar. Pero sobre todo, le gustaba ir al área de trabajo de Hefesto y verlo crear armas con el fuego. Sin embargo, nunca se acercó a él por la diosa Afrodita, quien estaba loca de remate.


Un día soleado, Perséfone se encontraba bailando con las ninfas mientras que cantaban canciones relacionadas a la primavera. Kore reía con ellas y de vez en cuando jugaban, este era uno de esos días. Las ninfas y Kore habían decidido jugar a "encuentra a la flor". Era un juego que ellas habían creado, donde una de las ninfas tomaba el papel de Deméter y las demás de las deidades que cortejaron a Perséfone, tenían que esconderla y Démeter tenía que buscar a su hija. Una de las ninfas decidió esconderla en un prado, con bastantes flores y árboles en el entorno. Habían pasado varios minutos cuando escuchó que alguien la llamaba. Volteó a ver de quién se trataba y era el mismo Hefesto, escondido detrás de un árbol. Perse se acercó con lentitud a él, vigilando que no vinieran las demás ninfas porque si la veían con él, armarían un revuelo y la llevarían con su madre.

— Hefesto. ¿Qué haces aquí? ¿Vienes en busca de frutas para los dioses? Mi mamá está trabajando en ella. —
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Perséphone puso los ojos en blanco, soltando una pequeña risa ante la escena.

— Te ves igual de ridículo que todos ellos, sino es que más... —dijo al mismo tiempo que respondía al beso. Ante la pregunta, la reina solamente sonrió, afirmando con la cabeza.