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AemondTargaryen · 31-35
Escuchó los golpes, pero él fingió no hacerlo. Se abrazó contra ella y volvió a acomodarse.
— Joder, la espalda me está matando. — Y esa cama no ayudaba, pero subir a un carruaje tampoco, aunque fuese por unos minutos. Abrió su ojo y la miró unos momentos.
Supo que quería amanecer así siempre, a su lado. Ya iba a cumplir pronto diecisiete años, normalmente la gente ya se casaba a esa edad. ¿Sería muy descabellada una boda en secreto? Qué gran paso a la adultez sería ese, pero también disfrutaba ese ámbito inocente que los rodeaba.
Eso desaparecería al entrar al castillo. Después de levantarse y subir al carruaje llegaron a Desembarco del Rey. Las puertas ya estaban abiertas, dejándolos pasar mientras todos esperaban en una fila para su llegada. Qué curioso, desde que perdió su ojo lo recibían con más respeto.
— Llegamos. —
— Joder, la espalda me está matando. — Y esa cama no ayudaba, pero subir a un carruaje tampoco, aunque fuese por unos minutos. Abrió su ojo y la miró unos momentos.
Supo que quería amanecer así siempre, a su lado. Ya iba a cumplir pronto diecisiete años, normalmente la gente ya se casaba a esa edad. ¿Sería muy descabellada una boda en secreto? Qué gran paso a la adultez sería ese, pero también disfrutaba ese ámbito inocente que los rodeaba.
Eso desaparecería al entrar al castillo. Después de levantarse y subir al carruaje llegaron a Desembarco del Rey. Las puertas ya estaban abiertas, dejándolos pasar mientras todos esperaban en una fila para su llegada. Qué curioso, desde que perdió su ojo lo recibían con más respeto.
— Llegamos. —
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