Por alguna extraña razón Aemond estaba muy concentrado mirando un candelabro desde que ella se desvistió. Fingió que analizaba el objeto con atención, pero en realidad la tensión por saber que estaba desnudándose lo puso nervioso. No iba a ver, tampoco quería incomodarla.

Hasta que ella lo invitó.

Durante el curso habían pasado muchas tardes besándose, pero nunca habían llegado más lejos. Sabía que era cuestión de tiempo para avanzar, y en esa tina no había forma de detenerae. Nunca había tenido su primera vez, pero sabía con quién quería que fuese.

Aclaró su garganta y se giró, comenzando a desvestirse camino hacia el baño. Estaba nervioso, pero si pensaba en ella como su reina había deberes que debían hacerse.

Era un halago sentir la atención y curiosidad de todos, podía percibirlo atravesando las anchas paredes de roca desde que las dos sirvientas salieron. No le molestaba, para nada, sin embargo debía seguir siendo un misterio para no despertar nada que pusiera en riesgo los planes que apoyaba.

Con pereza se levantó y se desvistió sin mucha prisa. Sentía dolor en cada parte de su cuerpo, bastante juvenil con generosos atributos bien proporcionados, producto de no quedarse quieta jamás. El bosque era un buen patio de entrenamiento.

Arrastró los pasos hasta la bañera. Al sumergirse algo cambió en su mirada: se veía más despierta y la tensión muscular fue quitándose de si misma.

━Aaah...gracias. ━dijo con una sonrisa boba. ━¿Y qué vas a hacer mientras? No seas penoso, ¡hay espacio para dos!

Antes de entrar pidió agua caliente en la tina. Varias criadas con miradas discretas virtieron la misma en el baño, que pronto se llenó de vapor de agua y la luz de varias velas. Pidió también la cena a la habitación, también sus disculpas a su madre por no bajar al comedor; ni siquiera tenía ganas de ver al resto.

Por supuesto que se esparció la noticia de su invitada. Las criadas intentaron echarle el ojo a la bruja, pero Aemond se aseguró de no quitarles la vista para que no mirasen demasiado.

Una vez se fueron cerró la puerta con llave por dentro.

— Como invitada te dejaré bañarte primero. La comida llegará en una hora o dos, a lo mucho. —

━Suenas seguro de ello...━Avanzó por la fuerza de su cansancio y el anhelo de hallar una cama reconfortable. No se fijó en los detalles de la habitación, amplia y ordenada, pero el aroma se sentía mejor que el del carruaje.

La cama fue un imán a sus ojos, se lanzó en ella quedando con los miembros abiertos. Carajo, esto era mejor que en Zeyia o la Academia.

Tomó aire al recostar la mejilla y los párpados dejaron de pesar. Lo primero que alcanzó a ver con la vista borrosa fue la mesita de noche, pero eso no le interesaba.

━Ni de loca estaré lejos de aquí. Siento que todos son cuervos y yo un cadáver. ━

Su madre lo recibió de forma cálida, y con un poco de duda también fue amable con Jana. Ella se disculpó por su padre, que estaba sedado con leche de amapola para no sufrir tanto dolor; ya no le quedaba mucho tiempo.

Jamás fue cercano al Rey. Su favorita era su media hermana mayor, así que ni se molestaba en competir por afecto. Le ofreció su brazo a Jana, y asi la llevó a su habitación.

— Mi madre intentará instalarte en otro lado, pero siempre debes volver aquí. No podemos separarnos, tanto por necesidad como por capricho propio. — Abrió la puerta de su habitación para ella.

Aemond fue anunciado junto a su acompañante. Janâ se quedó en blanco al ver a esas personas, pero se mantuvo tranquila y en expresión con una leve sonrisa. Esperaba ser lo suficiente agradable para pasar desapercibida.

Una ojeada le bastó para comprender que se encontraba en una fortaleza segura, misteriosa por sus murallas y perfecta para escabullirse durante las noches... Suspiró, ¿los dejarían aventurarse o los tendrían bajo el ojo del halcón?

━Yo te seguiré. ━Susurró detrás de él antes de avanzar.

Escuchó los golpes, pero él fingió no hacerlo. Se abrazó contra ella y volvió a acomodarse.

— Joder, la espalda me está matando. — Y esa cama no ayudaba, pero subir a un carruaje tampoco, aunque fuese por unos minutos. Abrió su ojo y la miró unos momentos.

Supo que quería amanecer así siempre, a su lado. Ya iba a cumplir pronto diecisiete años, normalmente la gente ya se casaba a esa edad. ¿Sería muy descabellada una boda en secreto? Qué gran paso a la adultez sería ese, pero también disfrutaba ese ámbito inocente que los rodeaba.

Eso desaparecería al entrar al castillo. Después de levantarse y subir al carruaje llegaron a Desembarco del Rey. Las puertas ya estaban abiertas, dejándolos pasar mientras todos esperaban en una fila para su llegada. Qué curioso, desde que perdió su ojo lo recibían con más respeto.

— Llegamos. —

Estando allí dentro no sentía el peso de ojos curiosos. Se preguntaba qué clase de cosas dirían sobre ella; el príncipe era joven, lo suficiente para tener alguna novia...

Ella no era su novia.
Se removió en la dura cama quedando frente al techo.
Lo que venía antes de ese término era: amante. No estaba nada mal, con ese pensamiento se volvió a dormir.

Tres fuertes golpes a la puerta anunciaron la llegada. El sonido la turbo entre sueños hasta abrir los ojos, fue conciente de su viaje y del dolor de espalda. Qué alivio le produjo, no tendría que soportar a la mandona Tía y sus estúpidos perros de caza.

━Después de esto quiero una buena cama...

Ya sabía con qué entretener a Jana esas horas. Se reincorporó, después fue a tomarle las mejillas y a encargarse de repetir besos sobre esos labios. Así fue cómo el tiempo pasó desapercibido, y entre eso y conversaciones que buscaban relajar el viaje finalmente llegaron al puerto.

Westeros estaba a un día más de viaje, lo que en realidad se consideraba poco. No se mezcló con la tripulación, tan sólo se encerró con ella en el camarote y se dispuso a dormir con ella.

Claro que no intentó nada; el terrible viaje en carruaje lo dejó hecho polvo. La cama no era la mejor, pero al menos pudo roncar toda la noche y extender el cuerpo.

Dió a su futuro, porque Aemond lo era, una sonrisa cerrada.

━Así será. Soy sólo una bruja, no puedo hacer demasiado. ━Practicó para el papel a imitar. Tan sólo debía cambiar un poco la gravedad de su mirada y también de sus vestidos... Usaría blanco.

Debía mostrarse tan pura como era posible, incluso algo débil. La idea le produjo escalofríos de gusto; eso hacían algunos animales al cazar su presa.

━Lo primero que voy a averiguar al llegar es donde quedan los aposentos de mi futuro rey. ━Con su audacia sedujo al momento, lo hizo rápido, y lo acabó con un pequeño beso. Un sello de lealtad por el tiempo venidero.