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Llegó tarde al primer día de clases por haber hecho que una de sus compañeras llorara diamantes antes de la entrada. Para Janâ fue una venganza justa. La niñita con colmillos había llamado “pajarraco de cementerio” al cuervo Certus, su amigo. Entró al salón y la maestra, que parecía una bruja, le indicó su lugar al lado de la ventana. Cuando acomodó sus útiles encontró en su cartuchera la goma de borrar que el niño tímido le había dado. J + A se leía en la superficie de color violeta.
Qué humillante, sentía las mejillas ardiendo.
 
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AemondTargaryen · 31-35
¡Y ahí estaba! Su primer beso. Inesperado, simple... Y fascinante. No había tenido valor para tomarlo por si mismo, de hecho sus planes eran tan sólo compartir un momento con ella, pero la situación escaló a ese significativo acto.

Como ella él también era inexperto, pero ya había perdido el miedo a salir de la ignorancia. Tomando la situación como un reto personal sus manos fueron hacia su cintura.

Iba a ser evidente que era primerizo, pero quería que ella lo supiera. "Aprenderemos juntos" pensó. Probó sus labios con un sencillo piquito, primero reconociendo su forma con tenues roces... Después avanzó. Abrió los labios e imitó lo que ella hizo, encontrando delicioso probar de su boca. Continuó, insistió entre labio y labio, y cuando recordó que su lengua podía ser partícipe la envió en busca de la suya.

No perdía nada con intentarlo.
 
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