Llegó tarde al primer día de clases por haber hecho que una de sus compañeras llorara diamantes antes de la entrada. Para Janâ fue una venganza justa. La niñita con colmillos había llamado “pajarraco de cementerio” al cuervo Certus, su amigo. Entró al salón y la maestra, que parecía una bruja, le indicó su lugar al lado de la ventana. Cuando acomodó sus útiles encontró en su cartuchera la goma de borrar que el niño tímido le había dado. J + A se leía en la superficie de color violeta. Qué humillante, sentía las mejillas ardiendo.
Las formas de Janâ podían parecer raras, pero daba su mejor esfuerzo en demostrar su interés genuino. Ella pudo haberse curado sola y todo, pero en el momento en que fue atendida por él se le olvidó el orgullo. Todas sus facciones se relajaron, ese semblante duró poco.
━Siempre lo he hecho y no has tenido problemas para ser excelente. ¿Qué te pasó? ━Por fin había pronunciado la pregunta del millón, la respuesta sólo haría que su anhelo por él creciera. Agregó, como incentivo: ━ Porque pensé que podría ser distinto este año, aún conservo tu obsequio y ni siquiera lo he usado para que no se gaste.
