La respiración huía de sus narices. El sujeto no se hacía ni la menor idea de cómo amaba ser atendida y venerada, o quien sabe, el mundo era pequeño. Después de los acontecimientos de la caravana sospechó que Ab se trataba de algún admirador de hace tiempo, si su teoría era cierta Janâ no lo rechazó como solía hacer con los otros porque Ab tuvo ingenio para llegarle.
Estaba en dormitando en pensamientos, uhg. Sacudió la cabeza y señaló el bolso con todas sus cosas.
━Desearía decir lo mismo. Ya vámonos.
Luego de subir todo a los caballos Janâ esperaba a que su compañero se acomodara sobre la montura. Verle en situaciones cotidianas era delicioso, poder imaginarlo sin todas esas telas molestas y revivir en la yema de sus dedos toda su piel. De la nada las riendas golpearon, tenía que despertar y con ello avanzó primero en sentido opuesto al norte.
Contó en su mente el intento un millon- ah, quién sabía el número, pero miles de veces ha tenido las ganas de sólo retirar su máscara y besarla en cada provocación suya.
Sólo pudo tomarle esa mano, llevarla bajo su máscara y besar el dorso muy despacio; adoraba cómo se sentía su piel contra su boca.
━Y supongo que tú te deleitarás viendo. Así funcionan los negocios. ━Ajustó bien su ropa y después tomó su regalo. Le intercambió una palmadita en su brazo, era claro que quería algo más: su atención.
Respiró profundo para intentar desviar la atención de esas medias. — Sí, y te traje algo. — Le acercó una bolsa con ropas similares a las propias, pero en menor tamaño.
— Podrás cambiarte en el camino, te divertirás con ello. —
