— Esperemos que no, el piso no es nada cómodo. — Le dio un golpecillo en la punta de la nariz con el índice y se echó las manos a los bolsillos de su mandil para retirarse.

—Intentó por todos los medios sostenerle la mirada, pero en unos segundos, ya tenía la vista clavada en sus labios, en cómo formulaba esa sonrisa que la pareció coqueta. Humedeció sus propios labios, aclarando la garganta.— Estoy segura que mi pareja no va soltarme si tiene tus reflejos.

—Jm.— Sonrió a medio labio, entrecerrando los ojos un poco, para luego levantarla y dejarla pegada a ella por segundos, para después soltarla. — Sigue practicando, no querrás soltarte de quien te esté sujetando y terminar en el suelo.

—Se quedó de piedra en cuanto el espacio personal se fue reduciendo poco a poco, podía sentir la respiración ajena chocar contra su nariz. Optó por no responder para no volver a balbucear, pero todo su cuerpo estaba temblando y el agarre que tenía en sus manos la delataba.—

Alzó ambas cejas tratando de descifrar lo que quería decir, sin poder evitar reír ante el nerviosismo de su compañera. — Te sujetaste bien, en algún momento ya no vas a necesitar de mis clases. — Bajó un poco más el rostro, y de igual forma a ella, apoyando en firme sus piernas. — Es una excelente idea.

—Por reflejo aprendido, apretó su mano y se sostuvo de su hombro, adoptando la postura correcta sin pensarlo mucho, porque de verdad no podía hacerlo si tenía a la castaña tan cerca.— N-no me... N-no me... M-me no... —Por todos los cielos, pareces boba. Se reprendió, respirando hondo para organizar las palabras.— Si así te parece encantador, creo que voy a dejarlo como está.

Puede que suceda pero... — En un rápido movimiento, la tomó de la espalda y la mano, haciéndola inclinar como todas esas ocasiones en las que finalizaban un baile, con Tessa inclinada sobre ella. — También luce muy encantador en esta pose.

—Muy bien, eso no salió como esperaba. Por una única ocasión creyó que quizá podría apenarla, pero de nuevo, era ella quien tenía las orejas ardiendo en rojo por la pena.— S-siento que algún día te abofetearé con el, y e-eso no sería correcto.

Claro, me encanta. Cuando te vuela el cabello en las vueltas es precioso. — Estiró la mano para acomodar un mechón detrás de la oreja de su contraria. —

—Analizó sus palabras un momento, sonriendo con inocencia fingida después.— ¿A ti te gusta que mi estilo sea ese?