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18-21, M
Hjarta mitt ræður leiðina til myrkurs. ╯ El enviado de la Serpiente Negra.
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Iriel · 70-79, F
No sabría decir si es vil e injusta, o justa y bondadosa. La naturaleza es simplemente eso. Una energía que vive en todos nosotros, y que da luz y sombra a los mundos en su justa medida. Estar consciente del dolor significa que a futuro, se atesorará la felicidad.

~ Proclamó suave, fluyendo de ella las prosas ligeras, pero con múltiples significados y muy profundos, casi como si se tratase de un encantamiento que aletarga, o un vaticinio dictado en sueños mientras Iriël, dejaba que los minutos corrieran, se torcieran a su antojo sin ella tener control del tiempo.

Pronto, cuando el perfume del arroz blanco fue perceptible y un suave siseo de fritura inició su canción, la dama de los lirios tomó sus dos blancos paños como guantes, y la olla del mesón de piedra alejó, destapándola para dejar relucir la receta lista y su dulce sazón. Tomó dos platillos de greda hondos, grandes, sirviendo generosa porción, conformado por un volcán blanco de faldas nevadas, pues esto simulaba ser el arroz y los vegetales húmedos delineaban su cúspide llena de color. Allí prosiguió: ~

Mañana tendré mi paga lo queráis o no. El recuerdo, para quien todo olvida, de vuestro rostro enérgico partiendo a un nuevo destino, vale más que la fortuna de mil imperios. Ahora ¡A llenar estómago y corazón!

~ Ambos platillos fueron situados, pesados, sobre la mesa. Una cuchara, un tenedor de madera pinchando el cerro de comida en cada una de las porciones y también, tras ambos contenedores de alimento dos jarras de grueso cristal con un asa por lado. Finalmente antes de tomar asiento, sirvió el refrescante brebaje de hidromiel sin alcohol proveniente de una botella tapada con telas de algodón prensado, pues de la misma comida y misma infusión ambos habrían de embuchar a plenos ojos del varón, para que así no primara el resquemor. Una vez frente al forastero, sentada, dio el primer bocado. Delicadeza en sus maneras, sonrisa tallada en los labios, parsimonia humilde, familiaridad engarzada en sus ojos de oro y apetito a destajo, inició la cena. ~
 
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