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18-21, M
Hjarta mitt ræður leiðina til myrkurs. ╯ El enviado de la Serpiente Negra.
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[center]╯ ᛊᛒᚨᚱᛏᚢᚱ ᛒᛚᛟð [/center]

[u]╯Svartur [/u]

Apariencia: Jovencito de diecisiete años de una altura de un metro con setenta, de apariencia delgada pero fortalecida y brevemente tonificada, cabello oscuro castaño y ojos celestes, cicatrices en su cuello, en su labio superior y en su frente. Espalda azotada y arruinada en varias largas heridas cerradas. Sucio la mayor parte del tiempo, cabello largo y un semblante turbio. Con el uso de los dones, su piel gana escamas blancas, su vello se decolora temporalmente y sus ojos se comparan a los de un ofidio de amarillo color. La boca se le ensancha, y dos largos colmillos se diferencian en su boca.

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[/center]Habilidades: Combate cuerpo a cuerpo, especializado en armas blancas, desde cuchillos hasta espadas de todo tipo, con predilección por los filos cortos. Combate a distancia con cerbatanas, ballestas, dardos, lanzamiento de arpones, colocación de trampas y guerra de guerrillas en general. Uso de venenos, herbolaria y medicina improvisada. Conocimientos amplios de la cultura del Continente, utilización de instrumentos musicales típicos de cuerdas, percusión y viento.

Habilidades sobrenaturales: Inicialmente posee una resistencia por encima de la humanidad gracias a su espíritu unido a una deidad. Las enfermedades y venenos no le afectan a menos que estas sean sobrenaturales, ya que deberían "superar" al veneno que recorre su cuerpo. El control mental y las ilusiones deben pasar por el mismo proceso, deben controlar también a una entidad de índole espiritual.

Svartur pasó mucho tiempo sin poder comunicarse con su lado viperino, ya que era incapaz de comunicarse con él correctamente, con el paso de su historia logró entablar una estrecha relación con dicha criatura. Aprendiendo sus dones, Eyr utiliza magia prohibida, conocida de muchas formas distintas en el Continente, pero coloquialmente conocida como Küldar, cuyo significado en lengua común es <<Abismo, frío. Solo hay muerte y oscuridad>>.

El Sombra conoce muchas de esas palabras, que las utiliza como catalizadores de sus poderes. Pronunciarlas requiere una concentración y una mente afilada, pues las palabras que convoca convierte su voz en un eco de oscuridad terrible, amenazante y firme, como si el sol fuese tapado por una acechante penumbra que dura lo que las palabras tardan en ser convocadas, el miedo recorre las almas de las que lo escuchan e incluso los elfos se tapan sus orejas para evitar que esa lengua prohibida les hiera.

"ᛚᛟᚷᚾ ᚺᚢᚷᚱ" <<Contemplar el abismo>>: Las palabras permiten a Svartur utilizar los dones viperinos relegados a los Espiritus Serpientes, tales como la capacidad de volver su piel y sus huesos flexibles al ganar cartílago sobre su piel progresivamente, sus sentidos se avispas al igual que su cuerpo cambia.


“ᛊᛏᛃᚱᚲᚱ”

“ᚲᛖᛃᛏᚱ”

"ᚺᚱᚨᛞᚨ”

“ᚺᛟᚾᛞ”

[b][center]00. La Sangre Negra.
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La vida de Svartur es un suceso trágico como otros, nació en el Norte, en Plena Edad Oscura bajo el dominio de Nightingale. Su nacimiento y condiciones previas tales como padre o familia son desconocidas, se sospecha que pudo haber nacido en una de tantas aldeas asediadas por el Imperio y destruidas a cenizas, huérfano de nacimiento sin capacidad de conocer sus orígenes.

Fue acogido por acólitos del Espíritu Serpiente una vez que fue encontrado en brazos de su difunta madre, cuya sangre negra había pintado el cuerpo del niño, dotándolo de ese color putrefacto que le dio nombre, las esperanzas de vida del pobre nunca fueron amplias, por lo que fue ofrecido a la deidad viperina como contenedora de una de sus hijas, que podría morar en el Continente al estar anexada a un pequeño humano, técnicamente Svartur se convirtió desde ese momento en un recipiente de Eyr, la primogénita de la ofidia deidad, la cual le salvó la vida, pero le condenó a convivir con el.

La serpiente se convirtió en una figura materna para el niño, pero sus modos rara vez parecían humanos y le crió más como un animal que como persona, por lo que sus primeros años fueron crueles, salvajes y toscos. Aprendió a ser carroñero, a robar y huir como lengua inicial, aprendió a borrar sus rastros antes que a empatizar con otros. La deidad ofidia era aliada del Señor Oscuro, y en efecto, la supervivencia de Svartur únicamente le profesaba un <<avatar>> en el mundo terrenal, a la corta edad de seis años fue ofrecido a Nightingale como sirviente, como sirviente de un hacedor de la guerra y un conquistador en pura regla, el elfo no vio potencial en él, dado que era un incivilizado, desnutrido e incapaz de comunicarse ser, aún así, en su interior moraba aquella víbora y por esa razón decidió aceptarlo como uno de su élite privada, los Heraldos, si es que sobrevivía al entrenamiento.

[b][center]01. Los Heraldos.
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El Señor Oscuro gobernó el Continente y luchó contra el Imperio utilizando las mismas tácticas de sus rivales: Alianzas y conquistas. Unificó a la gran mayoría de los principados, coapto a espíritus o deidades, venció a jefes tribales e incluso extinguió razas que le rivalizaban. Sus aliados rebosaban de una diversidad universal, y su guardia personal estaba conformada por niños y niñas que fueron botines de guerra (o víctimas de la guerra) a los cuales personalmente entrenó, Svartur fue incorporado entre sus filas y entrenado.

Bautizado con el fuego del combate y el asesinato, bajo un acero que lastimaba a sus rivales pero tambíen así mismo. Aprendió a no ceder ante el dolor y a combatir sin honor, pues el honor era simplemente un privilegio de otros seres, no de él. Arrebatado de su humanidad, llevado a un mundo de violencia en una sociedad guerrera como la que Nightingale profesaba, el mayor conquistador que el mundo ha conocido.

Svatur fue obligado a luchar, a robar y a matar, castigado a golpes aprendió a no mostrar dolor ni piedad. Sus compañeros sin embargo, eran superiores en todos los aspectos: La mayoría de ellos elfos, cambiaformas y distintos en su naturaleza, bendecidos por los favores sobrehumanos. No poseía esas ventajas, tuvo que aprender a crearlas.

Eyr actuaba como un instinto más que como un ser real, no podía comunicarse con él, simplemente le dotaba de una extraña energía en momentos de vida o muerte, pero de ninguna utilidad le servía.

Convivió en la naturaleza más hostil, entre los fríos de Lumea y las aguas turbias de Calma. A la edad de doce años, ya era considerado como el Heraldo de la Sombra, el peor de todos ellos, el más débil de la elite guerrera más importante del Señor Oscuro, obligado a trabajar con la mejor de todos ellos: La Heraldo de la Miseria. La razón de esto, fue que Nightingale creía que el mejor siempre debía estar con el peor para balancear el arma que era su ejército de forma perfecta. Ella le enseñó el valor de la sangre, la última de las elfas oscuras, la más grande de todas las asesinas, Svartur todavía la recuerda en sangre, su cabello blanco como la nieve, sus cuchillas de acero negro, sus ojos oscuros cual averno. Compartió gran parte de su vida con ella, pero jamás pudo decirle nada, ni siquiera mostrarle un súbito momento de generosidad.


[b][center]La belleza y la compañía.
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Con la muerte de Nightingale, los Heraldos quedaron sin líder, ellos siempre fueron fieles al Señor Oscuro, pero no eran fieles a la figura del derrotado y muerto elfo, sólo sabían asesinar para el más poderoso, por lo que su lealtad finalmente posó hacía el bando vencedor: El Imperio. Svartur estaba dispuesto a unirse a ellos junto con su gente, convencidos de que así volverían a mantenerse con vida, pero la noche anterior antes de formar filas con ellos, fue noqueado y enviado lejos en una canoa ¿Las razones? No puede saberlas, pero todavía siente el aroma a cenizas de Miseria cuando lo depositó en la barcaza para enviarlo lejos, quizás le salvó la vida, quizás no quería cargar con su peso, jamás pudo preguntarle.

A sus quince años, Svartur volvía a estar solo. Vivió robando, asesinando por contrato y viviendo del vagabundeo, conoció a quien quizás fue su único amigo, un pilluelo juglar ladrón a quién quizás por deseos de protección recurre a Svartur como compañero de viajes, lentamente desarrollando un vinculó con él y sobre todas las cosas, enseñándole a expresarse, enseñando idiomas y costumbres de los pueblos que visitaba, esos veranos fueron los más gratificantes para el Sombra, pues aprendió a más o menos, el valor del habla y sobre todas las cosas dos conceptos totalmente extraños para él: La música y el humor. Esas dos cuestiones, se convirtieron en banderas de su estabilidad mental, encontrando una belleza única que jamás había conocido.

Aprendió a comunicarse, y aprendió a comunicarse con Eyr, su lado viperino, le enseñó el uso de las palabras, y ella le enseñó sus dones para poder convivir perfectamente.

Su compañero se unió a la Compañía del Hueso, con el único motivo de poder tener un poco de pan, vino y un lugar para dormir, no sabrían lo que en el futuro sucedería.

[center][b][i]La Plaga.
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[En desarrollo On Rol.]