18-21, M
Hjarta mitt ræður leiðina til myrkurs. ╯ El enviado de la Serpiente Negra.
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Iriel · 70-79, F
~ El alzar de la voz del contrario la obligó a dar un pequeño respingo. Vasta era su sorpresa, no por la aclaración, sino por el tono perpetrado como ataque a sus sentidos. Lentamente se fue poniendo de pie conjuntamente con el forastero, admirando sus rasgos tan niños como maltrechos por las experiencias de vida. Notó la fineza de su nariz, las cicatrices en su piel y el brillo de esos ojos que asumía albergaban recelo y que quizá no cruzaban los propios, ostentando estos últimos paz y dulzura. Esbozó una pequeña sonrisa evidenciando sutil congoja cuando sus palabras se hicieron una con la tonada nostálgica de la natura. ~
Os ruego me disculpéis, maese, mas para mí es igual. Un alma no tiene género a mis ojos y mis intenciones tampoco son distintas al reconoceros como varón. Un poco de comida caliente, breve charla y ser una guía de vuelta a vuestro hogar si así lo deseáis, es todo lo que quiero entregaros, nada más.
~ Casi fue interrumpida por él cuando aclaraba estas cuestiones, reaccionando visiblemente encantada con ese pequeño voto de confianza. Juntó sus manos en un aplauso inaudible mientras intensificaba su sonrisa, sus ojos se iluminaban con una notable y pueril alegría y las puntas de sus agudas orejas vibraban apenas visiblemente entre el océano argénteo de sus cabellos. ~ ¡Qué dicha! ~ Exclamó jubilosa, inmediatamente añadiendo. ~ Para que confiéis, os dejaré ir tras de mí. La pequeña cabaña no está muy lejos de aquí. ~ Y así volteó con inusitada gracia. La danza presente en los movimientos de Iriël se hizo manifiesta cuando comenzó una marcha de ánimo tranquilo acompañada de la pequeña gota de luz junto a su cabeza, yendo rumbo al este, estando consciente del extenuado ánimo de Svartur y esperando ser seguida por aquel. Y como si fuera poco, entrecruzó las manos tras de sí en jovial ánimo dejando a la vista las extremidades ante el forastero, de manera que no hubiesen suspicacias sobre algún movimiento oculto por parte de la elfa. ~
¿Y cuál sería el nombre por el cual podría llamaros? Escoged el que más os guste si no confiáis en mí.
~ Lirio Blanco hacía gala de una inocencia notable, puesto que caminaba delante del varón sin medir las posibles consecuencias. Parecía inverosímil verla tan despreocupada cuando una cuchilla desde atrás contra su cuello o espalda podrían terminar con su vida. No obstante... por alguna razón la dama confiaba plenamente en el extraño. Le era imposible ver malicia alguna en él, por mucho que el sufrimiento que contempló momentos antes en esa faz, hubiere logrado asediar su espíritu. ~
Os ruego me disculpéis, maese, mas para mí es igual. Un alma no tiene género a mis ojos y mis intenciones tampoco son distintas al reconoceros como varón. Un poco de comida caliente, breve charla y ser una guía de vuelta a vuestro hogar si así lo deseáis, es todo lo que quiero entregaros, nada más.
~ Casi fue interrumpida por él cuando aclaraba estas cuestiones, reaccionando visiblemente encantada con ese pequeño voto de confianza. Juntó sus manos en un aplauso inaudible mientras intensificaba su sonrisa, sus ojos se iluminaban con una notable y pueril alegría y las puntas de sus agudas orejas vibraban apenas visiblemente entre el océano argénteo de sus cabellos. ~ ¡Qué dicha! ~ Exclamó jubilosa, inmediatamente añadiendo. ~ Para que confiéis, os dejaré ir tras de mí. La pequeña cabaña no está muy lejos de aquí. ~ Y así volteó con inusitada gracia. La danza presente en los movimientos de Iriël se hizo manifiesta cuando comenzó una marcha de ánimo tranquilo acompañada de la pequeña gota de luz junto a su cabeza, yendo rumbo al este, estando consciente del extenuado ánimo de Svartur y esperando ser seguida por aquel. Y como si fuera poco, entrecruzó las manos tras de sí en jovial ánimo dejando a la vista las extremidades ante el forastero, de manera que no hubiesen suspicacias sobre algún movimiento oculto por parte de la elfa. ~
¿Y cuál sería el nombre por el cual podría llamaros? Escoged el que más os guste si no confiáis en mí.
~ Lirio Blanco hacía gala de una inocencia notable, puesto que caminaba delante del varón sin medir las posibles consecuencias. Parecía inverosímil verla tan despreocupada cuando una cuchilla desde atrás contra su cuello o espalda podrían terminar con su vida. No obstante... por alguna razón la dama confiaba plenamente en el extraño. Le era imposible ver malicia alguna en él, por mucho que el sufrimiento que contempló momentos antes en esa faz, hubiere logrado asediar su espíritu. ~