Sigmaleo

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Encogió los hombros al responder porque, quizá debía de dejar esa manía suya de conocer a otros siendo tan invasiva sobre todo a lo que espacio vital respectaba, pues ella ahora se encontraba ahí a su costado. La imagen era graciosa, si alguna vez había visto un niño perdido entre una multitud tomando la primer mano adulta que observase era un buen ejemplo para compararlo con la vampiresa ahora. No es que fuese extremadamente confiada, sólo era curiosa.

— Ah, de verdad lo lamento. Yo simplemente no aprendo a dar buenas primeras impresiones. —
Rió con suavidad adelantándose a extender su diestra cuidadosamente, era así como en la actualidad se saludaba aparentemente. El atractivo de sus manos eran aquellas uñas delgadas que parecían artificiales al verse como las de una muñeca de porcelana.

— No es cualquier noche, ¿sabes? ... La luna apunta a que hay que aprovechar y tener una compañía agradable al menos. — Pausó curvando la boca.

— Puedes llamarme Mika.