(1) Su alma brincó de felicidad; una enorme satisfacción la albergó, alguien consideraba que era una princesa de verdad. Incluso si ha conocido sus constantes defectos: Una niña torpe, malhablada, sin buenos modales, la lista iba para largo.

Se aferró a la chaqueta ajena inhalando el perfume. Sí, este era el lugar en el que siempre quería estar. La seguridad se sus brazos la arrullan. Es esclava de este sentimiento: amor. Floreció sorpresivamente ante la adversidad; germinó en sus angustias, aprendió a amar más allá del cuerpo. Muy en el fondo, admitía que quedaba mucho camino por recorrer para terminar de aprender el complejo significado de intercambiar un afecto verdadero. Sin embargo, este instante en su vida era uno de los más valiosos.

Amaba más allá de las palabras la fortaleza y lealtad que le transmitía como guerrera; atesoraba la sinceridad y afecto desbordante de la dulce estrella. ¿Cómo ganó el derecho de tener en sus manos el corazón de su guerrera amada?