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Si me he manchado las manos de sangre, ¿qué más da vender mi alma?
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E1568144 · 100+, M
-Seguía pensando que aquel hombre que lo llamaba hermano constantemente, estaba equivocado, aquel ser fuese lo que fuese menos un ser humano había puestos los ojos en alguien que no era mas que un ser humano, intentaba convencerse de eso aun cuando no dejaba de pensar en ese hecho inquietante, el cual era la reacción de su propio cuerpo ante la presencia de aquel que se nombraba su hermano, era cierto que su alma parecía estar conectada con la de él, eso claramente lo sentía, mas no logaraba entender el porque y como de eso, su cuerpo reaccionaba al miedo que su imponente presencia provocaba, sus palabras se sentían cómo dagas clavándose en su ser, aquel hombre le hacía sentir una profunda culpa y arrepentimiento, al mismo tiempo que un dolor profundo. Todas esas emociones que se mezclaban dentro de él no le dejaban pensar con claridad, se volvieron un fuerte dolores de cabeza al intentar poner todo en orden, pensar en ello demasiado le género un conflicto que no pudo manejar, el miedo predominado.

Estaba sumido en sus propios pensamientos, buscando claridad entre tanta neblina, así bien, no fue capaz de ver al hombre acercarse a él y ver aquella mano que se dirigia rápidamente a su rostro, golpeandolo con tal fuerza que le hizo dar media vuelta para terminar golpeándose contra el muro transparente que lo confinaba, a la vez que lo sacaba de sus pensamientos, debido a la fuerza impuesta y a esas largas uñas, su rostro ahora dejaba ver profundas heridas sangrantes, y mientras la sangre salía escucho las palabras del ser, ¿que mas podía? Permaneció inerte mientras tomaba su mejilla buscando calmar él dolor con esa simple acción, mientras lo miraba con los ojos totalmente abiertos, el miedo había hecho estragos en su mente, aunque consiente de lo que pasaba, sus ojos suponían lo contrario y como si el miedo encendiera un interruptor dentro de él, pronto la identidad dentro de Gabriel se hizo presente, por temor a que su hermano dañara al humano que servía como recipiente de su alma.

La identidad conocida como el arcangel Gabriel tomo posesión de ese cuerpo humano, cambiando la apariencia de este mismo, su cabello perdiendo el color oscuro para tornarse blanco, siendo el único cambio en él, su presencia se hizo notar y el miedo que sus ojos mostraban se defumimo y fue remplazado con la ira, misma que le dio coraje para gritar.-

FUE TU CULPA, SI NO TE HUBIERAS ENAMORADO DE MI, NINGUNO DE LOS DOS ESTARÍA PAGANDO ESTE CRIMEN.

-Grito hasta desgarrarse la garganta, claramente dolido por todo lo sucedido, en el fondo detestaba estar lejos de su hogar, lejos de sus hermanos y lejos de su padre, maldecía en ese momento a su hermano, lo culpaba a él, pero... aun lo seguía amando.-
 
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E1568144 · 100+, M
-Siguió golpeando aquel muro invisible que por ahora lo mantenía cautivo en ese deplorable y fúnebre lugar, cada golpe era dado con fuerza mientras sus aterrados ojos buscaban con insistencia ese algo o ese alguien que pudiera ayudarlo, pero nadie parecía escucharlo, aun así continuo hasta que la fuerza de esos gritos fueron disminuyendo, le costo admitirlo pero finalmente entendio que nadie vendría en su ayuda, dejo de golpear y cayo sentado sobre el concreto con sus piernas formando una 'W' mientras su cabeza se inclinaba mostrando una postura de resignación.-

¿Por que me dices hermano? No te conozco... ¿P-por que haces esto?.... ¿Quien eres?

-Lo ataco con preguntas mostrando una aparte calma pero tras su flequillo azabache su mirada seguía reflejando un profundo miedo, se abrazo así mismo intentando detener el temblor que en ese momento invadía su cuerpo, poco después lentamente giro su cabeza para poder ver por encima de su hombro a aquel hombre que yacía sentado sobre una piedra, que más parecía ser un gran trozo del techo de la catedral. Tras observarlo un instante se puso de pie, al inicio le costó debido a que sus piernas le temblaban, segiro sobre sus talones y sin alzar su rostro se dirigió nuevamente a él con leve traspiés al hablar.-

D-de...dejame ir... Por favor.
E1568144 · 100+, M
-No había mucho que pudiera hacer en ese estado de terror, mas que mirar sus acciones, del como lo rodeaba mientras sentía esa afilada mirada en si mismo provocandole escalofríos.

Aunque fuera un simple cascaron, el que dentro de él durmiera un arcangel le ayudo a percibir aquella barrera, pero aterrando al saber que algo extraño lo rodeaba no servía de nada si ignoraba su propósito real, como fuera, eso lo atemorizó y lo lleno mas de confusión al preguntarse tanto sobre aquel hombre y de lo que hacia, era sin duda algo fuera de lo común.

Sus pensamientos fueron interrumpidos con el primer juego de palabras que soltó aquel atrayéndolo a la cruda realidad, no le sorprendío que aquel desconocido supiera de su terror cuando era bastante obvio, lo que si le preocupó fue en si lo que dijo, ese hombre estaba disfrutando de su estado catatónico, desde un inicio supo que no era una buena persona, eso lo predijo en cuanto sus miradas se toparon, también ante la manera en que lo miraba y trataba con palabras arrogantes con un tono despreciativo, una forma común de aquellas persona que sienten un minino de odio por alguien mas.

Sin poder responder escucho sus palabras finales. ¿Por que? ¿A caso si conocía a ese hombre y lo había olvido? Por la manera tan familiar de hablarle le quedo claro que así, a menos que lo estuviera confundiendo con alguien mas, pero su mirada mostraba seguridad de ello, pudo notarlo. Sin poder soportarlo mas las primeras lágrimas cayeron segundos antes de ver como aquel hombre se acercaba lo suficiente para morder su labio, el dolor lo hizo reaccionar y moverse para empujarlo con fuerza.. aunque al hacerlo le provoco una herida que lo hizo sangrar de su labio inferior, sin embargo no le importo y se alejo corriendo de él, aunque no llego lejos pues se vio detenido por aquella barrera que apenas distinguía.-

Que?... Que es esto?

-Desesperadamente comenzó a golpear aquello que le impedía salir.. esperando que eso sirviera y aunque no podía ver la barrera del todo, lograba sentirla.-

¡AYUDA!... ¡ALGUIEN QUE ME ESCUCHÉ!... !AYUDA POR FAVOR!

-Grito con desesperación sin parar de golpear.-
E1568144 · 100+, M
-El destino era cruel o solo le gustaba jugar con la vida de los pobres mortales, pero aquel joven de hebras doradas no era uno de ellos, dentro de aquel cuerpo humano dormía el arcangel Gabriel, o eso hacia hasta que frente a él se mostró su hermano Samael, aquel que aún amaba pero que sabia bien algún día seria su verdugo; sin embargo, no lo reconoció, pues sus recuerdos habían sido borrados por el deseo de dios, aun asi su alma vibrante había reaccionado ante su presencia, llenándolo con un gran miedo que en ese momento para él era irracional.

Salir de ese cascaron no era simple de hacer, sabia que debía hacerlo por instinto, sin tenerlo muy claro, era como un indefenso animal que debía escapar de su depredador, pero con un cascaron incapaz de moverse incluso huir corriendo de ahí iba a ser imposible, por lo que, no tuvo mas remedio que seder ante el miedo que aquel hombre le trasmitía.

Por otro lado su cascaron se cuestionaba sobre aquel hombre y lo fácil que lo había sometido con una simple mirada "¿Que clase de persona es él?" Seguia cuestionandose en su mente al ver esa mueca y mirada que indicaban crueldad desmedida, eso fue suficiente para dejarlo inerte bajo la luz de la luna. No era normal... que un hombre pudiese trasmitir ese grado de terror con solo mostrar esa tranquilidad, su instinto le decía a él también que si no salía de ahí iba a morir, pero por mas que lo intentaba no podia moverse, el miedo lo mantenía atado.

Cuando lo vio acercarse se sobresalto, siendo la única vez que pudo mover sus músculos, pero ¿Como sabia su nombre? Porque efectivamente Gabriel era su nombre, pero no conocía el nombre de aquel desconocido, asi que por mucho que le insistiera en llamarlo por su nombre eso no iba a pasar porque no sabia quien era él.-

No se quien eres!!

-La desesperación le hizo responder con un grito, casi al borde del colapso mientras sus ojos se cristalizaban amenazando con derramar algunas lágrimas.-
E1568144 · 100+, M
-Se había hecho una costumbre para él pisar esa iglesia abandonada, extrañamente su alma sentía confort al estar en ese lúgubre lugar. Noche a noche caminaba por el lugar y terminaba viendo el altar de pie mientras los rayos de la luna invasivos se filtraban por las aberturas de la estructura, que, con trabajo se mantenía de pie. Esa noche no fue diferente, hizo el mismo recorrido hasta finalmente quedar de pie frente al altar, su mente permanecía sumergida en confusión, ideas fluctuando constantemente por su cabeza sin claras respuesta sobre su existir o sentir mientras su cuerpo era envuelto por la oscuridad , pese a la poca iluminación del lugar. Soltó un suspiro antes de escuchar una voz que haria eco por todo el lugar, con sorpresa y curiosidad se giro sobre sus talones en dirección al dueño de esa voz que lo llamo, al ver aquel hombre sus ojos se abrieron como platos, sin comprender porque un miedo profundo lo invadió al grado de hacerlo temblar. La luz en sus ojos se apago , algo dentro de él se perturbo, ansioso de salir de su cuerpo y uir de ahí, retrocedió dejando que los rayos de la luna lo tocaran, para finalmente revelar un rostro fino y hermoso. La voz de ese hombre habia actuó como un interruptor que encendió algo en él.

Quien eres?

-Cuestiono mientras su mirada ambarina seguía sobre la figura de aquel desconocido, que para colmo era bastante atractivo, su belleza sobre natural coincidía con la propia, algo le decía que eran parecidos.
SW-User
Un caso sencillo, para variar. "Queremos que dé con la persona que escapó de aquí", fueron las -debía de admitir, torpemente explicadas- instrucciones que le habían dado. Cumplido quedó: Frente a la puerta de aquel apartamento, un grupo de policías tocaba la puerta con desmesurada fiereza.

"Abra la puerta", "intento de homicidio", "vamos a entrar", fue lo que vociferó el líder del grupo. Novatos, era obvio. Esa urgencia por sonar autoritario y rudo era clásica en alguien que seguía verde.

—Bueno, caballeros, yo tengo que... —"retirarme", era lo que iba a decir. Ya su trabajo estaba hecho, ¿no? Había encontrado al sospechoso, o más específicamente, había encontrado a "la persona que escapó" de la escena del crímen. Sin embargo, algo no andaba del todo bien. Su instinto, su experiencia, le pedían quedarse.

"¡Abra de una vez o tiraremos la puerta!", amenazó por última vez el mandamás del grupo. El joven peliblanco que habitaba tal morada tenía poco tiempo para salir a dar la cara.