S1563990 is using SimilarWorlds.
Join SimilarWorlds today »
No sé quién soy, pero me gusta.
About Me
The Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
SW-User
#802D2D
❛❛ En aquella mística ciudad, existe solamente un lugar donde puedes encontrar un sinfín de sorpresas que atraparán tu atención. Desde las voces que incitan a mirar, a tocar, degustar y comprar; donde los colores son devorados a través de las miradas permitiendo los saltos de negocio en negocio, objeto en objeto y persona en persona.
¿Estás dispuesto a adentrarte en esta tierra cuya principal presa son los tontos? ❜❜
[sep]
Es sorprendente la forma en que las ciudades están construidas mediante increíbles escalafones sociales, peldaños por los cuales algunos desean subir con rapidez mientras que otros esperan jamás caer. Pero, en toda la ciudad de Ghaaliya, solo existe un lugar donde no existen diferencias sociales de ningún tipo. No hay ricos, no hay pobres, no existe la clase media; no existen hombres valientes, fuertes ni cobardes; no hay cabellos oscuros, rubios o rojos; mucho menos importan los colores de la piel que, al igual que la arena expuesta al sol, merman en su pureza pasando desde el pálido blanco hasta el verde con que los palmeras danzan embriagadas por la calidez del sol.

Los ruidos que allí se presentan son parte de la mescolanza de seres; algunos hablan en árabe, otros turco, unos cuantos más hebreo, otros quizá el viernamita y existen también aquellos que logran hablar las frases más esenciales de todos los idiomas que han logrado escuchar y les permiten comunicarse durante el regateo: Telas, especias, animales, joyas, oro, frutas, panes y granos. Todo tipo de moneda de cambio está permitida para obtener las más absurdas baratijas o los más sorprendentes artefactos, esos que solamente se escuchan en cuentos de fantasía o que parecen mitos. ¿Es que acaso habrá alguna alfombra mágica o una lámpara que dentro contenga un poderoso Djin? Imposible era saberlo y distinguir, a simple vista, de una lámpara ordinaria de aceite y una lámpara mágica de aceite. Voces llamando a los clientes, otras llamando a los guardias, otras implorando que dejaran los productos en su lugar si no iban a comprar; era un ruido espantoso que al mezclarse generaba un único idioma irreconocible incluso ante los oídos expertos: El idioma de la criatura mercante.

Justo entre aquellas calles de vivarachos colores y ánimos encendidos por la emoción de una buena compra-venta, es que divagaba él. Sus ojos paseaban de un lado a otro mientras que ajustaba un poco más la capucha color marrón sobre las hebras rubias, un intento de encubrir su identidad para no generar caos, uno que se extendiera tan rápido como el polvo durante las carreras de camellos para entretener al pueblo. No, su deseo de mantener oculta su identidad no era por la popularidad que alguien como él podía tener, es decir, ¿cuántas personas no se atreverían a posarse ante los pies de un príncipe para recibir un muy bien remunerado favor? Era alguien de la realeza, sí, pero su posición dentro de tal no era la más favorecedora, ni alentadora, mucho menos era motivo de alegría para al menos... Cerca de tres cuartos de la población. Príncipe entre los leones, bendecido del trueno e hijo bastardo del Sultán. ¿Qué clase de fama podía tener alguien que deseaba formar una revolución donde todos parecían vivir en una aparente, perfecta y métrica tranquilidad? La peor, como su caracter, como los rumores inhumanos que navegaban en el viento, de boca en boca, hablando de sus aventuras desastrosas y sus ideas utópicas de liberar a quienes se encontraban presos en una ficticia libertad.

¡Hey tú, sí, tú. Ven aquí a comprar! ¡Especias y telas importadas fuera de la ciudad! Más allá de las murallas que rodean la ciudad, incluso pasando las dunas que marcan el fin de Rhydovur. ¡Compra, compra, buen precio! —Aquel mercader bonachón le habló con la misma confianza que cualquier otro allí pero, aún con la emocionante tentación de ver los artefactos más lejanos a su hogar, Khalil tenía otros planes que le obligaban a continuar su camino con la mirada hacia el frente para esquivar a los transeúntes que iban en su sentido, los que caminaban al contrario y, también, las bestias que transitaban entre las personas llevando las cargas para surtir nuevamente los comercios que se dedicaban a la venta de alimentos y alcohol; desde cuidarse de los habituales caballos, hasta de los ocasionales camellos que portaban alfombras y rollos de telas finas en sus espaldas.

[ 1 / 2 ]
 
Send Comment