De una u otra manera, Callum siempre lograba convencerla. No era algo malo, por el contrario, desde el primer momento el joven le ayudo a tomar mas riesgos los cuales le habían llevado hasta donde estaban. Siempre la alentaba y era por eso que hacían un gran equipo.
Sujetó su mano con firmeza y suspiro, girando para poder quedar de frente a el y abrazarlo, ese era su refugio.
- Contra psicopatas o pantanos, juntos.- Repitió escondiéndose en sus brazos, respirando profundo antes de levantar la cabeza y cruzar miradas con el.
- Gracias, Callum. -

Asintió y la rodeó para acomodar la sábana con la que se cubría, sabía lo duro que era para ella primero, aceptar sus miedos, y luchar contra ellos. Se inclinó para dar un beso en su mejilla. —Estamos juntos en esto, ¿Recuerdas? Contra psicópatas o pantanos, juntos.— Con la propia buscó su mano, trataba de demostrarle que estaba ahí, y siempre lo estaría.

Descubrió un poco su cabeza y miró al castaño, al principio no parecía muy convencida pero el tenía razón, si querían que todo eso funcionará debían hacerlo de esa manera. Tomo aire y lo soltó con pesadez. — Y este viaje habrá sido en vano. — Tomo asiento en la cama aún cubierta por la sábana y volvió a suspirar recargandose en Callum.

—Esta bien, hagámoslo...— Se encogió en su lugar, la idea de estar rodeada por agua y los pantanos no era nada atractiva pero debía hacerse o todo habría sido en vano.

Se encogió de hombros, alguien tenía que hacer ese trabajo, y su hermano estaba ocupado con los asuntos del Reino, esperaba que sobre la marcha Rayla lograra lidiar con su fobia al agua, pero sabía lo complicado que era para ella. Se acercó y colocó la mano sobre su hombro. —¡Rayla! Es importante que vengas conmigo, hay muchas personas que aún no creen en la paz entre Xadia y el mundo de los humanos, hay quienes piensan que la Reina Dragón ha regresado para vengarse por el daño que le hicimos a su esposo, debes estar ahí, deben verte y escucharte, la nueva Reina nos apoya, pero no servirá de nada si no estamos ahí para secundar su discurso. Las personas tienen que saber lo que pasó de la heroína que nos salvó a todos.— Se inclinó, buscando acercarse a ella. —Yo te cuidaré, no te dejaré caer.

Rayla no podía creerlo, conforme Callum explicaba sus ojos se abrían sin poder asimilar lo que estaba sucediendo, más bien hacia donde estaban dirigiéndose. — De todos los lugares...¿Tenía que ser el que está lleno de pantanos? — Se quejó y se dejó ir hacia atrás para recostarse en la cama de su camarote, tomó con que cubrirse y se hizo un ovillo. —No bajaré de aquí, no lograrás hacerme bajar...esperaré a que vuelvas. — Sentenció dispuesta a no responder mas.

Prácticamente soltó todas las cartas cuando ella lo acorraló de la manera más simple posible. —¿Cómo es que siempre te das cuenta?— Se quejó. ¿En realidad era tan obvio? Sin embargo ya no podía con ese secreto. —La sorpresa de Evenere es que está rodeada de pantanos y tendremos que cruzarlos en una lancha pequeña, PERO! hay un punto bueno respecto a eso...— Exclamó, con una sonrisa orgullosa que de inmediato desapareció. —No, en realidad no lo hay.

Conocía perfectamente esa expresión, levantó una ceja y cruzó sus brazos siguiendo al joven con la mirada hasta que regresó con las cartas. Pero Rayla no era una criatura que olvidará fácil así que siguió mirándolo fijamente. — ¿Me dirás qué ocultas? —

¿Cómo le decía que no llegarían exactamente a tierra firme? Desvió la mirada, esa expresión que ponía cuando estaba omitiendo información y guardando un secreto. —Si, haha. Oye, ¿quieres jugar cartas para pasar el tiempo? Se algunos juegos más que no te he mostrado antes.— La dejó sentada sobre la cama del pequeño camarote que les habían proporcionado y fue a buscar las cartas entre sus cosas. Callum no necesitaba un barco lujoso o atenciones y sirvientes, a fin de cuentas, se sentía más como un aventurero que como un príncipe.

Agradecía tener el soporte de Callum, aunque le apenaba la viera de esa manera. Sus pasos fueron torpes hasta que logro colocar un pie en las escaleras, bajar con el barco moviéndose de un lado a otro resultaba mucho peor. Una mano sujetaba al príncipe mientras que la otra se sujetaba a la madera hasta que por fin llegaron a la parte baja, en dónde el mar no salpicaba, en dónde no veía el infinito y terrible mar...— Uuf...esto está mucho mejor. No puedo esperar a llegar a tierra firme, estoy harta de viajar en barco...—

Trató de no reír por lo bajo, más por temor a que lo acuchillara, sin éxito pues Rayla era de cierto modo adorable. Nada podía atemorizarla, ni bestias ni guerreros, ni arcos ni espadas, mucho menos monstruos o bestias, pero el agua... la sostuvo, tratando de darle firmeza sobre la tambaleante cubierta. —Terminé con las tareas, ¿Qué te parece si pasamos abajo el resto del viaje? Y solo imagina que estás en un graaaaan y divertido colchón de agua.— La guio, haciéndola caminar un par de pasos antes de que las cosas ahí arriba se pusieran feas.