Siempre sonreía como tonto cuando a Rayla le daban esos arranques de euforia, quizás ni siquiera ella era consciente del todo de lo que hacía, más era impulsiva y auténtica, no había aspecto que no le gustara de esa chica. —Si...— Volvió a la realidad luego de unos segundos, después del beso, en el que incluso se dio una palmada en la frente para no seguir respondiendo como un idiota. —¡Es decir no! Si, no... no quería sonar arrogante.— Carraspeó pues se dio cuenta de que había fallado miserablemente, quizás era mejor continuar con el plan. —Podemos ir justo ahora que el castillo está en calma, nadie más que Ezran y yo sabemos de ese lugar, en realidad pensamos que podría servir de algo mantenerlo en secreto, antes de que Amaya decida que es una mejor idea desmantelarlo...— Frunció el ceño, de pronto, la seriedad había invadido su semblante. —La magia oscura es peligrosa y cruel, pero si ocurre lo peor... debemos tratar de comprenderla para vencerla.