**El portal se reabrió en el recinto donde la joven se hallaba previamente, es decir, varios pisos superiores dentro del mismo edificio, así que cuando aquél círculo mágico desapareció bajo los pies del uniformado, éste pudo percatarse de ello gracias a su habilidad extrasensorial por lo que diría para sí mismo: “La mujer se dirigió directamente hacia donde yo me encontraba antes, probablemente también posea habilidades para detectar la presencia”
De pronto, frunció el señuelo, ya que además de ellos dos había otra esencia dentro de aquella edificación una más siniestra que se desplazaba de forma escurridiza entre los ambientes del edificio y que ahora se hallaba en el cuarto de almacén donde el Izanagi se hallaba originalmente ejerciendo una poderosa presión energética que quizás podría ser detectada por ella. El uniformado de cabellos borgoñeses dijo para sí mismo: “El objetivo fue hacia donde me encontraba antes y ahora está con ella, si me teletransporto puede ser que la batalla se desate y que reciba algún daño directamente, lo mejor será bajar a pie y con cautela.”
Dicho esto, el Izanagi redujo el flujo de Mana que anteriormente usó para usar su teletransportación, ya que necesitaba evitar ser detectado por el enemigo, acto seguido salió de ese lugar e inició el descenso por las escaleras. Mientras tanto, en el cuarto de almacén donde ahora se halla ella, una especie de densa neblina comenzó a levantarse desde el suelo justo frente de ella, la misma poco a poco va adoptando una forma completamente inhumana, parecía un amalgama compuesto varios brazos que terminan con filosas garras, así como ojos en un brillo de tonalidad turquesa mientras su cuerpo entero humeaba como si estuviese compuesto por sólo neblina.
Aquél demonio, era el objetivo de caza del Capitán Izanagi, la descripción narraba que se trataba de un rival cuya predilección consistía en alimentarse de Mana, así que fijó su atención en la muchacha quien previamente usaba magia de refuerzo, ya que para la teletransportación del uniformado se requería una menor cantidad de prana, por ello el objetivo actual era Rin.**
— Preguntó con calma mientras caminaban, sus dedos realmente cosquilleaban por ir a luchar y derrotar algo, habían pasado semanas sin una batalla, pero era de esperar en una época como esta. Sus sentidos estaban bastante listos para lo que fuera, por lo que continuó su camino al lado de Rin completamente expectante, a la ve que sus ojos dorados observaban sus alrededores, como Servant sus sentidos estaban completamente agudizados, no le sería dificil encontrar sombras, espectros o inclusive "familiares invisibles" de otros magos, por lo que supo por la esencia que se respiraba aquella noche, sabía que algo sucedería eventualmente, y su trabajo era sin duda el saber exactamente el cómo y dónde antes de que alcanzara a su Master.
— Los días anteriores había intentado acoplarse a la vida humana, llevando ropas normales, conociendo a la gente de la vecindad y los alrededores, muchos creían que él era un guardaespaldas de la familia Tohsaka, y sólo una persona tenía idea de que él era un hombre convocado de antaño, sólo Rin y una persona más sabían su secreto, aquel de su identidad. Sin embargo nuevamente, pudo entender que esa vida cotidiana no era para él, le era difícil adaptarse a aquella época, a sus costumbres, un caballero perdido en el tiempo.
Fue en ese momento que escuchó las palabras de Rin, y terminó de comer aquella manzana lanzando esta al pasto para abonarlo, y tomó su forma invisible, desapareciendo por completo en algunos destellos, para luego reaparecer detrás de ella, su mano cálida se posó en un hombre luego de un buen tiempo de encontrarse fuera de vista y vigilante.—
Rin, eso es lo que he estado esperando escuchar hace mucho.
—Habiendo aparecido tras ella, liberando su hombro y bajando su mano hacia el lado derecho de su cuerpo, cerró sus ojos para que su cuerpo ahora cubierto en aquella armadura delgada verde, fuese más bien ahora recubierto por aquel traje entero que siempre llevaba cuando viajaba con la señorita, a protegerle y cumplir sus propósitos. Se le notaba un tanto apagado y serio, aquello no era culpa de Rin, tuvo un par de días pasado tratando de aprender a ser una persona en esta era.—
¿Qué es lo que debería hacer y qué tanto sabes del lugar?
— Habían pasado varias noches y días desde su convocación, y ya que no había indicios de una guerra ni tampoco rastro del grial pudo notar como Rin se ocupaba en su vida cotidiana y estudios tanto como maga como aquellos en la secundaria, lo cual le hacía pensar más y más acerca de la razón del porqué había sido convocado. Aquel hombre de cabellos oscuros llamado Diarmuid, quien fuese sin duda bendito con gran carisma, parecía acarrear una maldición que le perseguía inclusive en sus otras vidas. Ya antes había muerto por la mano de su señor Fionne, quien no salvó su vida, y ya en la guerra anterior había muerto a las manos de su propio Master por una orden cobarde, y ahora las cosas no iban muy diferente, había partido a dejar sus respetos a aquellos que ofendió en el pasado, dejar ir, y una vez más la vida se había encargado de demostrarle que esa maldición no le dejaría en paz. Era un personaje trágico aquello estaba escrito para él.
No era difícil percibir si Rin estaría en problemas y podría llegar a ella en cuestión de segundos, pero habían pasado días sin ser llamado, sin ir a pasear o conversar, últimamente se la pasaba sentado en una rama del patio, en forma invisible vigilante de su Master, sin decir o hacer mucho más. Sucesos recientes le habían causado acudir a la soledad, pero eso no le evitaba el continuar su labor de cuidarla, ya que sabía que ella tenía una vida fuera de esa guerra y la magia, y Lancer no deseaba interrumpirla, o al menos aquello era su consideración.
Aquella noche, hacia las diez de la noche se encontraba en esa misma rama, por capricho había tomado su forma humano utilizando aquel uniforme verde de batalla, en su diestra tenía una manzana, y en silencio observando hacia la habitación de su convocadora cuya luz se mantenía encendida, daba mordida a aquella fruta, uno de los pocos placeres de tener un cuerpo físico en esta época, el volver a sentir los pequeños deleites de la vida, como lo era disfrutar sabores en sus papilas gustativas.
**Aquella habilidad pasiva se trataba de la Percepción Electromagnética, la misma por la que él puede enterarse de lo que le rodea hasta el más mínimo detalle dentro del rango de 400 metros a la redonda, es por ello que pudo saber cada detalle de lo que la joven recién llegada poseía, por lo que él medita para sí mismo:“Es una chica, probablemente se trate de una estudiante, por supuesto una fuera de lo común, ya que los movimientos que ha realizado no los haría una simple humana común y corriente.”
Sin embargo, algo más pudo percibir dentro de la edificación, a diferencia de la mujer, parecía tratarse de algo peligroso por lo que él continuaba interiorizando: “Posiblemente ella esté tratando con sus propios asuntos, después de todo cada mundo especial, pero aquello que enfrenta puede amenazarme también si no tomo mis precauciones.”
Tras meditar aquello, habría tenido en cuento dirigirse hacia donde ella estaba, aunque el objetivo principal del uniformado es enterarse de qué tipo de ente se halla ahora mismo en la edificación amenazando con enfrentarse a la joven; así que un círculo mágico de tonalidad dorada se dibujó bajo sus botas de cuero negro, a la par que su masculina fisonomía se esfumó en medio de una infinidad de cúmulos dorados los mismos que desaparecen junto con el círculo.**
SW-User
**Aquella noche figuraba el perfecto momento para que algo inesperado pudiera ocurrir, el ambiente era lo suficientemente inhóspito como para causar escalofríos a cualquiera con tan sólo hallarse en la zona de influencia. Como Capitán de la Orden Águila Negra, él no sólo cumplía con funciones que beneficien al imperio, sino también con algunas misiones que involucren alguna cuantiosa recompensa, así que ese era el motivo de hallarse en la ciudad de Fuyuki, específicamente en el complejo de los edificios.
—Alguien acaba de llegar.— La tranquila voz de quien se encontraba en uno de los aposentos de los edificios abandonados, para ser exactos: un cuarto de almacenamiento. El visitante, era un hombre alto de cabellos desarreglados en tonalidad borgoña quien vestía uniformes militares similares a los usaba la ss germana, con una banda roja en el brazo derecho que lleva un águila negra. Destacando también una espada guarecida en el costado izquierdo dentro de una vaina de cuero negro con retoques de refinería en oro, de la que sobresale una imponente empuñadura dorada.
Aquél, poseía una habilidad extrasensorial que le permitía saber con detalle lo que ocurre fuera de su rango visual, una habilidad pasiva que le sirve mucho más en ese tipo de misiones peligrosas. Sin embargo, pese a hallarse en terreno hostil, su expresión se muestra serena, como si no le importase haber entrado a la boca del lobo**
