Una vez más, Romine se hallaba en busca del siguiente tomo acorde a los que dictaba el pergamino de la profecía. El “tomo de la rapidez de acción”; un título extraño sin dudas, pero según los pergaminos, el contenido de dicho tomo beneficiara la coordinación y equilibrio, además de contener palabras cargadas con magia. (…)
Cómo era que el mundo actuaba de esa forma, en un primer momento llegando tras un frío casi que infernal a un lugar en donde podía darse un descanso y claro, de paso calentarse aún siendo con su propio aliento. Aún con la oscuridad, con todo aquello que se interponía en las sombras con su verdadero objetivo, aquella persona de vestimentas particulares se levantó ocultando su cuerpo en aquella capa emplumada siendo solo su sombra un reflejo que podría extenderse ¿Sería el dragón? No, esas cosas provocan temblores, cataclismos, un montón de catástrofes las cuales el ser humano atribuye a la ira divina de dios pero solo siendo el resultado del capricho de una de esas criaturas que todos pensarían en una primera instancia que no es más que una simple aberración (…)
