[code][...]Así que no debería mortificarse Lady Romine, debería darles una oportunidad, al menos antes de que sea muy tarde, así como mis hermanos y mamá. — respondió en un intento por convencerle de reunirse con su familia, manteniendo la esperanza de que ella tuviese la oportunidad que él ya no.

Poco después pudo notar aquel oscurecimiento en el ambiente, alertando sus sentidos y mirando en varias direcciones. No fue hasta que Romine había hecho mención de su ayuda para alumbrar el camino pudo percibir algo fuera de lo común, por lo que éste asintió ante lo mencionado y sujetó con mayor firmeza aquella laza en su diestra. — Yo le sigo, milady. —
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[code]Por un instante había tocado una fibra sensible al preguntar por sus hermanos, pero era claro que no iba a darlo a conocer. Mantuvo aquella sonrisa gentil y jovial para evitar preocupar a su acompañante. — ¡Claro que lo son! Muy valientes y honorables caballeros. Sus nombres son Tor, Aglovale, Lamoark y Domar.— Respondió de la misma manera que ella había hecho al inicio. Aquella energía mostrada era algo que tamién llegaba a agradarle. — Si, tiene mucho tiempo que no los veo, la última vez que los ví, mamá lloraba desesperadamente, pero. . . Sabía que era algo que ellos querían desde un principio.— Completó.

— Sin importar lo que los hijos hagan, el amor de una madre puede mucho más. . . Continuó hablando en un tono cálido y comprensivo. — . . . aún cuando los niños ya hayan crecido, siempre les mirarán con orgullo por ver lo fuerte que han crecido. [...][/code]

(...) Bajando sus manos para nuevamente caminar a un paso tranquilo, llevo la mirada hacia el frente para notar que tan cerca estaban de su destino. — Vaya... Si mamá siguiera viva, jamás imaginaria que su pequeña Romine consiguió conocer en persona a uno de los caballeros. Podría presumirlo a mis hermanos, aunque... No creo que ellos estén muy entusiasmados por volver a verme. — Musito un tanto cabizbaja. Sus emociones en ese instante parecían un sube y baja, pero era claro que el tema familiar no era algo que le trajese mucha dicha.


— Ya estamos muy cerca. Permítame que le alumbre el camino. — Al decir aquello, llevo sus manos hacia el frente y en cuestión de unos segundos, manifestó una esfera de luz frente a ellos, la cual seria de ayuda a partir de ahora, ya que el camino parecía irse oscureciendo conforme iban avanzando.

Romine parecía completamente sorprendida tras escuchar aquello. Estaba consciente del poder de los sueños, pero verlos reflejados en uno de sus mayores héroes le resultaba simplemente increíble. Asintiendo varias veces al caballero, y mostrando un gesto parecido al que pone un infante al ver su "súper héroe" favorito, continuo caminando para no alentar la ayuda en aquella situación que desde un inicio era su propósito resolver.

— ¿Cómo se llaman sus hermanos, Sir. Percival?, ¿lleva mucho sin verles?, ¿ellos también son caballeros? — El entusiasmo había sobrepasado por un momento el semblante de la princesa, sin embargo, al notar lo intrusiva que estaba siendo, inmediatamente llevo sus manos hacia su propia boca para guardar silencio. — P- perdoné mi intromisión. Me dejé llevar por un instante. —

(...)

[...] Tras entenderla, éste sonrió de la forma más humilde tratando de no dejar que la misma emoción de ella alterase su estado para unirse a ella a actuar como otro fan. Aunque ciertamente lo quería hacer.

— Vaya... entonces no somos tan diferentes después de todo. — intervino aquel joven tras escucharla hablar de su infancia, pues tal relato trajo sus memorias a flote, visualizando aquellos momento en que en su infancia también jugaba a ser un caballero junto a sus hermanos, tras haber visto una caravana marchar a través del bosque de donde vivía. — Yo, junto a mis hermanos, también soñabamos con ser caballeros cuando niños, aún cuando mamá no le agradaba la idea, jugábamos a ello... y poco a poco fuimos en busca de nuestro sueño. —

Era agradable el poder encontrar a alguien que compartía su punto de brindar ayuda a quien más le necesitaba, era algo que le hacía sentir alivio al saber que no todo ser humano se hallaba hundido en pobredumbre y putrefacción. Su caminar se mantuvo constante, sin notar siquiera que aquella princesa se había detenido llena de sorpresa tras la presentación del caballero. Acto que no notó hasta pasado unos segundos y un par de pasos, donde finalmente giró su cabeza al mismo tiempo en que detuvo sus pasos.

Le miró con preocupación en su rostro, emitiendo un pequeño susurro. — ¿Eh? ¿Sucede algo? — cuestionó segundos antes de ver la emoción de Romine al entender que estaba junto a un caballero de Camelot, y mayor aún éste haía accedido a brindar su apoyo. Echó su cabeza ligeramente hacia atrás como reacción a la emoción de ella, era como un niño en navidad, ansioso por abrir sus regalos traídos por Papá Noel la noche anterior. [...]

Mientras caminaban, prestaba suma atención a las palabras del caballero, sin embargo, esta pareció detenerse por un instante, a causa de la sorpresa que sus palabras provocaron en ella — ¡¿U... Un caballero de la mesa redonda?! — Exclamo con asombro, mientras le miraba con mayor detalle. — ¡Woah! Por todos los cielos, jamas creí conocería a uno de los caballeros de Camelot. Esto es... Increíble, quiero decir... — Balbuceando un poco por la emoción y los nervios, esta dio un pequeño corte, y dejo a la vista su lado más infantil. — ¡Mamá nos contaba a mis hermanos y a mi historias fascinantes sobre ustedes! Siempre jugábamos a ser parte de la mesa redonda. —

— En eso estamos de acuerdo. — Respondió con amabilidad, mientras esbozaba una amplia sonrisa. Era curioso, dentro de Unther había caballeros similares al joven presente, sin embargo, ninguno emanaba esa aura confiable y benevolente como la suya, algo que sin dudas hacía que la princesa se sintiese segura.— Agradezco infinitamente su apoyo, aun así, estoy dispuesta a recompensar monetariamente sus buenas acciones. — Expreso de manera firme, mientras acariciaba el hocico del caballo.

Durante sus últimos meses fuera del reino, Romine había empezado a comprender la manera en que el mundo funcionaba. Si deseaba que las personas le apoyasen, únicamente seria si ella podía cubrirlo. Por supuesto que el caballero no parecía alguien interesado en ello, pero aun con ello, prefirió mencionarlo. (...)

[...]
— Soy aquel que ocupa el Seguno asiento de la Mesa Redonda, portador de la Segunda Lanza Sagrada; Caballero Sacro de la Paloma. Soy Sir Percival. — Dijo presentándose con firmeza y ánimo. sonreía al hablar, realmente le daba orgullo el hecho de ostentar aquellos titulos. — El placer es todo mío, princesa. — continuó, así mismo una vez más inclino su torso como acto de costumbre hacia aquellos miembros de la nobleza. — Provengo el reino de Gales, aunque sirvo al propio Rey Arthuro Pendragón, soberando de Camelot y rey de toda Bretaña. —

— Más difícil es afrontar la adversidad en solitario, especialmente cuando se trata de un mal mayor. — Se apresuró en responder a la afligida joven; había acudido a él con tanta urgencia que parecía que aquel cansacio y el hambre habían sido desvanecidos con la abrupta llegada de la misma. En su lugar, un profundo interés por servir y ser de ayuda afloraron en el joven de gran tamaño.

Inclinó su cuerpo en respuesta a aquella leve reverencia como acto de cortesía, por otra parte, aquel corcel se limitó a solo asentir repetidamente con su cabeza, acompañado con algunos leves sonidos al relinchar.

Y tan pronto como ella comenzó a caminar, éste hizo lo mismo, dejándo que ésta le guiase hacia el lugar donde tenían que ir primero. Había tomado las riendas de su caballo, aunque era un acto inútil, pues sabía que en caso de perderse o de ser robado, enocntraría su camino a lado de su amo.

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