Una vez más, Romine se hallaba en busca del siguiente tomo acorde a los que dictaba el pergamino de la profecía. El “tomo de la rapidez de acción”; un título extraño sin dudas, pero según los pergaminos, el contenido de dicho tomo beneficiara la coordinación y equilibrio, además de contener palabras cargadas con magia. (…)
(…) —Esto no es bueno. —Musito de forma silenciosa, mientras se daba la vuelta para así dirigirse directo a la persona que recién tomaría el camino para acceder a la cueva. Su objetivo, era advertirle a dicha persona y/o criatura que no diese un paso más adelante, o de hacerlo fuese sumamente cuidadoso, pues ya había percibido actividad en el interior de la cueva.
La idea de gritarle era completamente descartada, pues todo mundo sabía que el sentido de la audición de un dragón era sobrenaturalmente agudo, y hasta el más mínimo sonido, podría ser fácilmente notado por estas criaturas.
