Entre tumbos camino por medio de la multitud, la música resonaba y aunque lo invitaban a bailar diferentes especies solo fue en dirección a la posada la cual no estaba muy lejos de donde se encontraba.

Davion Ignorando quienes estaba a su alrededor, entro por la puerta de la posada con la imagen de toda aquella sala estar repleta de seres mágicos y no mágicos quienes estaban bailando al compas de un pequeño grupo de juglares que tocaban una música muy similar a la que se encontraba afuera.

El posadero quien estaba en la barra de licores estaba repartiendo Licor hasta que la presencia de Davion, quien era imponente, mayor a la de un hombre promedio lo hizo reconocerlo casi de inmediato.

—Veo que ha estado disfrutando de la Música.

—Solo quiero la llaves de mi habitación.

Dijo apoyándose en la barra mientras que el hombre mayor iba en direccion de donde colocaba las llaves.

Romine parecía disfrutar el momento, bailando conforme sus pies le indicara, cerro sus ojos por un instante, ando vueltas al rededor de la fogata. La gente aplaudía y continuaba con la festividad; sin embargo, tras un par de horas de baile pudo notar como su pareja parecía haberse retirado del sitio. Sin dudas le pareció extraño, pero supuso que simplemente ya era demasiado tarde.

Lanzando un profundo suspiro para recobrar el aliento, dio una reverencia a la multitud en agradecimiento a sus aplausos, pues después de todo, sus valores como parte de la nobleza continuaban presentes. Acto seguido, se dio la vuelta y se adentró a la multitud hasta perderse, teniendo como intención volver con su corcel, y seguir su curso.

— Muy bien, creo ha llegado la hora de continuar. Aunque ya es demasiado tarde, quizá debería buscar una posada en el pueblo para descansar un par de horas, y seguir mañana. No encontramos ningún tipo de pista, pero... ¡Ha sido una noche mágica sin dudas!

Luego de escuchar y bailar por un buen de tiempo aquella música folclórica celta que seguía y seguía sin que nadie los pare. El ambiente fiestero siguió y siguió, los niños jugando entre ellos, los jóvenes yendo donde las luces no alcanzaban para seguir su festejo personal, los aun mayores con sus respectivas parejas que eran muy diversas, entre diferentes especies donde el género no importaba ni la cantidad de parejas, ya que vivían aquella festividad de amor como ellos consideraban el amor.
Luego de una larga jornada de baile el cuerpo de Davion ya comenzaba a cansarse, el sudor y el dolor en las piernas ya comenzaban a hacerse notorios mientras que los mareos por el alcohol ingerido comenzaban a ser efecto soltando a su pareja de baile para irse lo mas lejos que le alcanzó aguantar su cuerpo, lejos de la multitud, donde apoyándose en un árbol vomitó todo el contenido de su estomago tratando de no ensuciar su vestimenta.
—Mierda…

(...) Pasaron algunos minutos, y después de algunos movimientos torpes y frágiles, finalmente la princesa comenzó a danzar de una forma mucho mas adecuada. Utilizando sus conocimientos de baile, acompañado de algunos saltos esporádicos, pero principalmente, empezando a soltarse para comenzar a divertirse como el resto del público.

Romine parecía tan sorprendida como el joven, sin embargo, su madre siempre solía decirle que nada en el mundo era una casualidad, y que los encuentros constantes, eran parte del destino. Siendo una completa creyente de aquellas palabras, la joven recibió de forma positiva el reencuentro y se dejó guiar por la corriente del entorno.

Tomando su mano de forma confiada y amistosa, asintió con la cabeza a su invitación. Una vez quedando frente a frente, Romine inmediatamente bajo su mirada al piso para notar detenidamente el movimiento de los pies de cada pareja de baile, y asi adquirir algo de conocimiento sobre dicha danza.

— Hehe... Sí, he notado que no es una técnica compleja, pero apuesto que es cuestión de práctica. Disculpe si llega a recibir un pequeño pisotón de mi parte. — Respondió de forma juguetona, tratando de que ambos pasaran un buen momento. (...)

Mirandola a los ojos entrecerrados embozó una muy leve sonrisa tomando por unos momentos la mano de fémina para luego de ello hacer una reverencia muy fingida y en la cual en son de mofa se dirigió a ella como si se tratase de una princesa, desconociendo en su ignorancia su ascendencia real.

—Mi Lady jajaja… esto se baila así.
Dijo doblando su brazo para que ella copiara su movimiento al contrario para que una vez ella lo hieran comenzaran girar cada uno en direcciones contrarias girando rápidamente y cambiando de direccion debes en cuando a su vez que se notaba una sonrisa, raro de ver en él, y por unos momentos después de mucho tiempo pudo empatizar fugazmente con la Tiefling.

—No se necesita ser un erudito para bailar esto, solo disfrutar la música y si deseas embriagarte princesa…(2)

Sorprendido abrió un poco los ojos al verla nuevamente, pensando que ya no la volvería a ver, por la cantidad de persona que se encontraban en esa localidad en esos momentos, pero no pudo evitar esta vez juzgar la causalidad y la probabilidad encontrarla en esos momentos en ese lugar.

No pudo evitar sospechar que esta fémina Tiefling debería ser de la nobleza o similares al desconocer parcialmente o en su totalidad las costumbres de los Bastars que, hasta él, siendo un nómada conocía a pesar de la poca interacción con estos.

(1)

(…) A decir verdad, antes de aquella noche, Romine únicamente había participado en los bailes de salón del palacio, pero nunca se tornaban tan activos y divertidos como este, pues las formalidades siempre anteponían el libertinaje. Siendo así, la princesa se limitaría a disfrutar al máximo esa noche, pues si había algo que había aprendido durante esos últimos meses fuera del palacio, era el disfrutar cada día de su vida como si se tratara del último.

— No soy buena en este tipo de bailes. Si usted me guía un poco, estaré eternamente agradecida. — Afirmo de forma amigable, pues genuinamente consideraba que tenía la capacidad de encontrar nuevas amistades fuera de los muros de Unther, los cuales esperaba se convirtieran en sus aliados con el pasar de los años.

La alegría parecía expandirse a los alrededores del pueblo esa noche. La gente bailaba con júbilo, la llama de la fogata en medio del escenario alumbra con gran fuerza, y el sonido de la música opacaba el abrumante silencio nocturno.

Tal así fue, que incluso la princesa de Unther parecía invadida por dicho sentimiento; dejándose llevar por la corriente y accediendo a la invitación de los habitantes del pueblo, comenzó a danzar al son de la música, utilizando la dulce melodía como medio para mover su cuerpo al ritmo del mismo. Pasando entre diferentes personas para bailar, finalmente conseguiría toparse nuevamente con el caballero que hacía solo unos momentos había encontrado en la taberna.

— Cielos, al parecer el destino ha entrelazado nuestros caminos una vez más. — Expreso, mientras daba una leve reverencia antes de extender su mano, y así comenzar a bailar con él. (…)

A lo lejos una fémina con observó en la soledad a Davion quien sin pedirle permiso los levanto de su asiento para que se pongan a festejar, a lo que él no pudo rechazar, a pesar de todo, el alcohol y momentos como los que estaba viviendo eran de los pocos momentos en los que podría olvidarse de su vida y su pasado por lo que se puso a bailar con el resto de seres mágicos olvidando por unos momentos ese odio que les tenía.
No muy lejos de aquellos acontecimientos, un joven elfo y una humana observaron a Romina , quien de manera desprevenida tomaron de los brazos para que esta también se uniera a la gigantesca ronda donde todos giraban alegres y bailaban todos entre todos, intercambiando parejas de bailes ante cada cambio de sonata, llenos de júbilo.(2)