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Yuki2104 · F
-Alzó la vista a la ventanilla. Solo podía ver la silueta del sacerdote que ofrecía el perdón de los pecados y el desahogo de su alma.
Dejó caer el velo que le cubría la cabeza, descubriendo a una hermosa mujer castaña de apenas unos 18 o 19 años. Pegó la mano a la tela de la ventanilla y acercó la cara, hablándole desde ahí con voz sedosa y sin el más mínimo pudor.
—Vengo por usted padre... lo he visto, lo sé todo. La otra noche detrás del púlpito de la iglesia me oculté... y lo vi. Desde esa noche mi piel quema, padre. Mi sangre hierve y no puedo encontrar alivio si no es por mi misma.
Sé que soy una blasfemia, sé que Dios jamás me perdonará, pero si es con usted, si es por usted, seguramente lo hará. —
Empujó ansiosa la telilla de la ventanilla, dejando caer el marco al otro lado del confesionario, dejando ver la cara de la muchacha que observaba desde ahí y con admiración, la cara del sacerdote que había visto la otra noche.
Dejó caer el velo que le cubría la cabeza, descubriendo a una hermosa mujer castaña de apenas unos 18 o 19 años. Pegó la mano a la tela de la ventanilla y acercó la cara, hablándole desde ahí con voz sedosa y sin el más mínimo pudor.
—Vengo por usted padre... lo he visto, lo sé todo. La otra noche detrás del púlpito de la iglesia me oculté... y lo vi. Desde esa noche mi piel quema, padre. Mi sangre hierve y no puedo encontrar alivio si no es por mi misma.
Sé que soy una blasfemia, sé que Dios jamás me perdonará, pero si es con usted, si es por usted, seguramente lo hará. —
Empujó ansiosa la telilla de la ventanilla, dejando caer el marco al otro lado del confesionario, dejando ver la cara de la muchacha que observaba desde ahí y con admiración, la cara del sacerdote que había visto la otra noche.
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