—Tú... tú insististe en ir a casa Gatito, pero yo quiero acariciarte.

-Admitió mirándole con una leve sonrisa ambos gatitos eran de su agrado, el delicado y tierno y el gatito travieso, ambos eran suyos y disfrutaba de cualquier caricia suya-

—Creó que si me paro será más arriesgado, hay gente en la calle...

-Si se detenía iban a quedar a la completa vista de muchos, cosa que no sucedía estando en movimiento pero aún le dejaría a Mael la decisión después de todo era suyo el favor y él el conductor y leal pareja-

—¿Ah no? Pero si tienes una manita muy traviesa~—

Se mantuvo divertido ante su reacción, era increíble que fuera tan tímida por momentos y luego tan efusiva por otros, en especial porque conocía ambos lados de su gatito, el dulce y el atrevido y le encantaban.

—¿Seguro no quieres? Aunque... sería peligroso, deberías centrarte bien en el camino o... estacionarte~—

—Ahora que lo pienso si habría sido un alboroto si nos encontraban allí haciendo.. Eh..¿Gatito?

-Sorprendió trató de mirarlo pero no pudo pues tenía que centrarse en mirar el camino, pero eso no hizo que sintiera menos la travesura del minino, erizandose su piel-

—Ahh.. ¿Un favor dices..? N-no.. yo..

-No sabía que decir, había deseado acariciarlo y eso había hecho pero después de tener que salir de ésa mesa de billar supuso que su Gatito prefería la intimidad, así que aquélla idea la había descartado después de éso-

Tenía tantos pensamientos en la cabeza que los usaba para distraerse, más en ese momento hasta que llegarán a casa pero su cachorro no era de mucha ayuda con esas pequeñas provocaciones que le erizaban la piel.
Suspiró un poco, mirándolo y riendo leve, terminando por acercarse a su oído para dejar una pequeña lamida en el contorno y una suave mordida en su lóbulo.

—Tu estás buscando que te haga un "favor" aquí en el auto, cariño~—

Murmuró de forma coqueta, pasando su mano con una caricia al interior de los muslos ajenos.

—Tampoco yo...No soy bueno en eso..~

-Aunque casi se deja llevar por solo el instinto podía controlar su ardiente deseó para poder llevar al divertido gatito a casa. Unos minutos mas tarde ambos estaban en su auto y por su parte estaba dándole una que otra caricia disimulada y coqueta sobre la pierna a su novio al manejar de camino a casa-

—Ay gatito, tu piel es tan suave... -Suspiraba guiando el volante con una mano siendo cuidadoso de no mirar solamente a Mael sino que pocas veces le miraba de reojo atento más que otra cosa en la carretera-

—S-si, mejor vamos a casa, mi cachorrito~—

Murmuró apenas, aunque estaba más que rendido ante él que ni siquiera podía empujarlo de nuevo, estremeciendo y suspirando con el aliento contra su cuello.

—A-así no nos meteremos en problemas, a-además no me quiero contener ~—

—Ahh.. ¿Regresamos a casa? -Ahora el mayor estaba confundido en si decía aquello enserio o no, no parecía querer irse, al contrario parecía que sus besos eran de su agrado y que la adrenalina le gustaba pero también pensaba en que consecuencias tendría si los descubrían, ante tanta duda preguntó para no incomodar a su pareja-

— No ha venido nadie en un buen rato.. Cariño. -Murmuró en su cuello parando mientras Mael tomaba la decisión, un empujóncito más hacía su pecho y se detendría-

—A-ah... e-espera, espera~—

Negó un par de veces cuando aterrizó en lo que había pensado, apoyando ambas manos en el pecho ajeno y suspirando con ese ataque de besos, estremeciendo de pies a cabeza.

—V-van a corrernos si lo hacemos a-aquí, cachorro...~—

-Estaba por apartarse y salir por la puerta a pagar pero ver la cara de su gatito toda sonrojada le hizo entender que había pasado por su linda mentencita, no iba a negar que la idea de hacerlo ahí lo ponía un poco en alerta pero también era un aventurero..-

—Si... ¿por qué no? Tu viniste aquí solo..~

-Si hubiese alguien más jugando con él no habria hecho lo siguiente, pero no escuchó ruidos y tenía buen oido, así que se apresuró a desabotonar ese chaleco y la fina camisa de su gatito mientras su cuello era atacado a besos por ése can que ahora sabía un pequeño secreto suyo-

—Esto nos animará mucho más...

—¿E-eh?—

Se sorprendió al ser acorralado contra la mesa de billar al impedirle avanzar más de un metro, mirándolo sonrojado.

—¿E-en verdad? ¿Aquí?—

Murmuró suave, impresionado de las agallas y perversión de su cachorrito, aunque quizá lo estaba mal entendiendo y dejaba ver sus oscuras fantasías.