MAGNETO

[code]Aquel espectáculo mágico fue ciertamente aterrador. Había visto una gran horda de muertos vivientes, escuchado de gigantes, gente resurgir de la muerte, incluso ella misma poseía unos seres creídos extintos hace cientos de años; sin embargo, nunca escuchó de nadie que pudiera manipular tantas armas al mismo tiempo con el simple mover de su mano. Quiso decir al grupo de soldados Inmaculados que huyeran, pero se arriesgaba a que aquel hombre los atacara por ello, no era capaz de predecir lo que su contrario haría y eso claramente la frustraba.

Apretó los labios por unos segundos, así mismo añadió a la vez el fruncir de su ceño. Podía ver al soldado que estaba en medio de ambos completamente asustado, seguramente estaría pensando en qué momento justo de aquella escena llegaría su muerte. ━ Desconozco qué es lo que dices que te pertenece, pero tuyas no son las vidas de mi gente. ━ Reafirmó su posición, con aquella mirada fría como el hielo, y a la vez tan ardiente como el fuego. ━ Ya has derramado más sangre de la que deberías. No negociaré intercambio alguno hasta que les hayas dejado marchar. ━ No era del tipo de mujer que cediera, o que se acobardara frente a sucesos duros. No tenía intención alguna de dar a ese asesino lo que fuera que quisiera, pero no podía dejar que más gente inocente siguiera corriendo peligro por su fatal error.

A pesar de la ferviente amenaza, avanzó un par de pasos. Buscaba quedar algo más cerca y así hacer ver al hombre, que no era la clase de persona con la que podría jugar. Había vivido toda clase de situaciones desagradables, crueles y difíciles, y aunque en esta ocasión pareciera hallarse sola con sus dos dragones que volaban silenciosos alrededor de la ciudad, no retrocedería. Una reina también debía saber enfrentarse por sí misma a lo que viniera, sino, ¿quién continuaría dando la vida por ella?

Si haces un solo rasguño más a alguien que aquí habite, te prometo que obtener conocimiento será lo que menos te importará. ━ La rabia que sentía en su hablar se hizo presente. Por su experiencia sabía que mostrar miedo frente a un agresor era la opción que menos le llevaría a salir victoriosa. No podía dejar que el león mostrara sus garras todo lo que quisiera, o terminaría viéndola como un conejo al que devorar cuando más se le antojara.[/code]

[code]Un vistazo le bastó para saber que algo horrible había ocurrido en su ausencia. Creía haber dejado los suficientes soldados para proteger la ciudad de cualquiera que tuviera intenciones de usurparla, pero todo apuntaba a que nada marchó según lo calculado, una vez más. Mucho de ella parecía estar "decorado" con instrumentos metálicos. ¿Por qué, además de tomar la ciudad, la habían redecorado? ¿Qué fin podía tener algo así? Ella, en su ignorancia, obviamente no lo entendía.

Mandó al dragón que emprendiera el vuelo. Simplemente quería cuidar de su hijo, que se alejara en los cielos pudiendo evitar cualquier peligro existente en tierra, sin embargo se quedaría cerca de su madre, para socorrerla si esta corría alguna clase de peligro, al igual que su segundo hijo, Rhaegal.

La reina inició el paso, avanzando por el interior tan silencioso de la ciudad. Normalmente muchos de los que allí vivían la habrían recibido con el grito al unísono de "Mysha", pero no lograba ver en las calles mas que algunas pocas personas repartidas en las esquinas, calladas y con un rostro temeroso. Por alguna razón, no se atrevían a emitir palabra a pesar de su presencia. Excepto una ━ Mysha? ━ La voz entrecortada de un pequeño niño de no más de trece años, llamó su atención desde una de las calles. ━ Kessa ━ Afirmó en alto valyrio la albina al localizar al menor. Este corrió a ella lo poco que pudo, terminando por arrodillarse y abrazar sus piernas antes de contarle con un muy marcado nerviosismo lo que había ocurrido un mes atrás. El rostro de la mujer, ya disipado de toda duda, se oscureció. Tranquilizó al pequeño como pudo y se dispuso a caminar directa al lugar en el que, según él, se hallaba el usurpador.

Una vez llegó, encontró soldados guardándole. No esperaba otra cosa, después de todo, aquel hombre había aterrorizado y esclavizado bajo dicho terror a la ciudad. Sin mostrar miedo, y de hecho movida por la rabia de las noticias, pasó en medio de los guardias, los cuales a pesar de reconocerla, no parecían querer arriesgarse a morir en ese momento y quedaron firmes esperando indicaciones del hombre que ahora los gobernaba. ━ ..¡Soy Daenerys de la tormenta, de la casa Targaryen! ¡La primera de mi nombre, Khaleesi de los dothraki, madre de dragones, la que no arde, rompedora de cadenas! ━ Se presentó con aquellos títulos que engrandecían su nombre e incluso producían miedo hacia los que conocían sus acciones pasadas. ━ ¡Y la reina de Meereen! ━ Exclamó con más fuerza hacia aquel extraño hombre de ropajes rojos que, por su posición allí sentado, parecía de lo más relajado. ━ Has tratado con injusticia a la ciudad. Depón las armas, entrégate, y mi justicia te juzgará por ello. ━ Se dejó de hablarle con cualquier formalidad. En cuanto cruzaron miradas, lo pudo declarar su enemigo. La rabia fluía en su interior, solo de imaginar todo lo que habían podido sufrir los habitantes de Meereen durante ese tiempo, y por sobre todo, la muerte de quien en un pasado fue su amante, Daario. En realidad, se sentía culpable.[/code]

[code]El peligro estaba cada vez más cerca, el gran peligro. Pronto la más magna batalla tendría lugar en aquellas difíciles tierras, aquellas tierras donde las violaciones, los asesinatos, y la esclavitud era cosa demasiado común para el gusto de Daenerys Targaryen, la última persona viva de su familia, que ella supiera. Se había propuesto sentarse en el trono de hierro, y en el camino hacia él, salvar a la mayor cantidad de personas de las injusticias de aquel mundo. Fue por ello que en su travesía obtuvo nombres tales como "Rompedora de cadenas" o "Mysha".

Debido a la cercanía de tal batalla ya mencionada, todos sus aliados y enemigos tenían cosas por hacer. No había tiempo para acomodarse a descansar, pues aquellos muertos que los acechaban podían llegar en cualquier momento a arrasar todo lo que habían construido. Debían dejar las disputas entre los reinos y actuar todos desde el mismo bando, contra la amenaza común. Parecían haber conseguido ese objetivo, pero aún quedaban cosas por hacer y la albina no se rendiría a ellas fácilmente. Costó un poco que la dejaran ir por su cuenta, pues todos sus amigos estaban al tanto de la cercanía de los caminantes, pero ella era la reina, su reina, y si deseaba ir de forma independiente, lo haría. Además, había dejado a Daario Naharis al cargo de ese lugar, y no deseaba dejarlo a su suerte, pues también él era un valioso aliado.

De ese modo llegó a la ciudad de Meereen, una de las ciudades anteriormente esclavistas bajo su mando y protección. Temía el destino de la misma, pues la amenaza llegaba desde el norte y desgraciadamente, ahora poseía uno de sus dragones en sus filas.[/code] ━ [code]Abajo[/code] ━ [code]Le susurró a Drogon, el enorme dragón gracias al cual se había desplazado hasta la ciudad. Este acató la orden, batiendo sus gigantescas alas hasta aterrizar en una zona amplia. Daenerys se apoyó después en su cuerpo para bajar sus pies a tierra firme, lanzando una mirada a su alrededor. [/code]

[code]Erik viejo amigo, que gusto verte. [/code]