Las pequeñas oportunidades pueden iniciar por medio de las desgracias de otros. Le sostuvo con firmeza comprobando la divinidad y sutileza de su cintura. Pecaría si recordara la infinidad de cosas que se le venían cuando pensaba en ella ¿Que tanto podría hacer un hombre si la sujetaba bien? Ese conejillo que solo iba de un lado otro al fin se detuvo por azares del destino como lo deseo. Esfumándose en un par de segundos.

-... Compraremos otros... Entra al auto- Abrió la puerta dándole a entender que no tiene mas opciones.

—¡Ah!—jadeo al sentir como perdía el equilibrio a causa de un resbalón. Por supuesto esperaba azotar contra el piso y no ser sujetado tan confianzudamente por la cintura, el escalosfrio recorrió su espalda y sus mejillas se sintieron algo calientes antes de obligarse a si mismo a salir del estupor. Se enderezó y acomodo su ropa, antes de hablar con el tono animado de siempre—Gracias por atraparme señor Lan, creo que venir con los zapatos nuevos no fue buena idea ¡Resbalan mucho!