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L1580236 · 26-30, F
Cierto encanto había en la vida de la gran Lungmen, no siempre tenían la oportunidad de salir de Laterano a menos que fuera por misiones o cuestiones diplomáticas así que la propuesta que Helel no sonaba tan mal.
Miraba por al ventana, la velocidad del automóvil le permitía ver a detalle los enormes edificios y las amplias avenidas que construían aquel gran lugar.
— Asi que piensas invitarme a una cita aquí en Lungmen. — Sonrió y le guiño un ojo. — Deberíamos escapar mientras estemos aquí, hacer la entrega que debemos hacer y al salir desviarnos un poco para conocer. Hemos viajado lejos como para no salir a comer algo y pasear. ¿Que opinas?
Miraba por al ventana, la velocidad del automóvil le permitía ver a detalle los enormes edificios y las amplias avenidas que construían aquel gran lugar.
— Asi que piensas invitarme a una cita aquí en Lungmen. — Sonrió y le guiño un ojo. — Deberíamos escapar mientras estemos aquí, hacer la entrega que debemos hacer y al salir desviarnos un poco para conocer. Hemos viajado lejos como para no salir a comer algo y pasear. ¿Que opinas?
Mostima · 26-30, F
—Yo también te amo, Lemuen.— Dijo con un atisbo de sorna. Al menos en eso si podía ganarle. Le encantaba ponerla nerviosa. Sonriendo triunfante cruzó una pierna sobre la otra, y se recargó completamente en el asiento, dedicándose a disfrutar del viaje.
La misión sería un encuentro diplomático con Wei Yenwu, líder de Lungmen, para entregar un encargo que Su Santidad les había confiado a ellas y solo a ellas. No podían verlo, perderlo ni entregarlo en otras manos que no fuesen las del viejo Lung.
Debía aceptar que esa ciudad tenía su encanto. Los edificios, las luces y el movimiento eran completamente diferentes a Laterano. —Deberíamos venir un día por placer, y no solo por trabajo, ¿No crees?— Dijo, mirando por la ventana más cercana a ella.
La misión sería un encuentro diplomático con Wei Yenwu, líder de Lungmen, para entregar un encargo que Su Santidad les había confiado a ellas y solo a ellas. No podían verlo, perderlo ni entregarlo en otras manos que no fuesen las del viejo Lung.
Debía aceptar que esa ciudad tenía su encanto. Los edificios, las luces y el movimiento eran completamente diferentes a Laterano. —Deberíamos venir un día por placer, y no solo por trabajo, ¿No crees?— Dijo, mirando por la ventana más cercana a ella.
L1580236 · 26-30, F
Helel tenía su orgullo, no dejaba de lado la posibilidad de demostrar lo buena y talentosa que era pero con Lemuen en el tablero eso cambio, los reflectores enfocaron una nueva estrella y fue ahí donde la competencia se abrió paso, cuando menos lo imaginó Lemuen ya estaba contestando las palabras de Helel hasta que inevitablemente...llegaron a ese momento.
El inesperado beso la hizo encogerse en su lugar y cubrir su rostro con sus dos manos. ¿Por qué tenía que hacer eso?...su corazón comenzó a latir frenético.
— Helel, porfavor sigue el plan tal y como lo hablamos. Solo haremos lo necesario...¿Entendido? — le hablo con seriedad, sujetando suavemente su mano. —
El inesperado beso la hizo encogerse en su lugar y cubrir su rostro con sus dos manos. ¿Por qué tenía que hacer eso?...su corazón comenzó a latir frenético.
— Helel, porfavor sigue el plan tal y como lo hablamos. Solo haremos lo necesario...¿Entendido? — le hablo con seriedad, sujetando suavemente su mano. —
Mostima · 26-30, F
—Es porque nunca fuiste tan buena como yo, pero tu forma de disparar cautivaba a todos los profesores. Somos salvajes con halos y nada más.— Cuando miraba hacia atrás esos años se veían tan lejanos, Lemuen, una jovencita arrogante pero de rostro afable y palabras dulces, no era ninguna rareza que lograra destacar de ese modo y que se hiciera detestar por unos pocos, Helel incluída. Más eso ya había quedado en el pasado, justo ahora, esa niña engreída tenía la mitad de su corazón en sus manos.
Con todos esos pensamientos revoloteando en su cabeza, no pudo evitar inclinarse al entrar al auto y robarle un beso, sin importarle que el conductor las mirara por el retrovisor. —Whops. Me resbalé.— Se acomodó, cruzando una pierna sobre la otra. El Sankta al volante solo suspiró, e hizo como si no hubiese visto nada.
Con todos esos pensamientos revoloteando en su cabeza, no pudo evitar inclinarse al entrar al auto y robarle un beso, sin importarle que el conductor las mirara por el retrovisor. —Whops. Me resbalé.— Se acomodó, cruzando una pierna sobre la otra. El Sankta al volante solo suspiró, e hizo como si no hubiese visto nada.
L1580236 · 26-30, F
Correspondió ese beso y la liberó de ese abrazo dirigiéndose hacia el lugar en el que las recogerían. — ¿Caerte mal? — dejó escapar una risa suave, cubriendo su boca con el dorso de su mano. — Era tu quien insistía en llevar una competencia absurda. ¿Tanto te molestaba que alguien que no fueras tu, destacará? — en cuanto el transporte llegó el semblante de Lemuen se tornó un poco más serio, suspiro y sujetó la mano de Mostima dando un apretón antes de liberarla e ingresar al vehículo. — No te quedes atrás, soy yo la que va a cubrir tu espalda. ¿Recuerdas?
Mostima · 26-30, F
Instintivamente la sujeta por la cintura. El viaje que harían sería relativamente largo. Se inclinó para dar, atrevida, un pequeño beso sobre sus labios y así guiarla hacia el sitio donde esperarían su transporte. —Nuestra primera misión oficial. Quién habría imaginado que terminaríamos así, con lo mal que me caías.
L1580236 · 26-30, F
Solo estoy bromeando, Helel. — Levanta sus brazos y rodea su cuello, pegándose un poco a ella. — Ya estoy lista, partimos cuando quieras.
Mostima · 26-30, F
Eres cruel, Lemuen. -Su cabello suelto le llama tanto la atención que no puede evitar acariciarlo.-
L1580236 · 26-30, F
Y yo no puedo culparla por estar enojada gran parte del tiempo contigo. - respondió en un tono divertido.
Mostima · 26-30, F
Wow... no puedo culpar a Fia por haberse enamorado tan rápido de ti.
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