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L1580236 · 26-30, F
Apretó sus puños al caminar, estaba dispuesta a volver por su cuenta hasta que sintió la mano de Helel detenerla.
— ¡Déjame! — su halo brilló evidenciando su enojo, sacudió su mano, intentaba soltarse de aquel agarre pero no le fue posible.
— Sea lo que sea que estás haciendo en estos lugares, no estoy de acuerdo Helel. Quien sabe que más secretos guardas aparte de esas extrañas paletas que sueles consumir. — Señaló su túnica, por supuesto que no pasaba por alto los extraños caramelos que solía consumir.
— ¿Sabes que pasara si te descubren?...— Volvió a estirar su mano. — Y suéltame, no soy débil, puedo defenderme sola...— En realidad ni siquiera llevaba un arma. ¿Cómo se supone que se defendería?. — Todas estás conexiones nos meterán en problemas algún día. Si vas a proponerme escapar, un lugar así es el menos indicado. Quiero volver...ahora. —
— ¡Déjame! — su halo brilló evidenciando su enojo, sacudió su mano, intentaba soltarse de aquel agarre pero no le fue posible.
— Sea lo que sea que estás haciendo en estos lugares, no estoy de acuerdo Helel. Quien sabe que más secretos guardas aparte de esas extrañas paletas que sueles consumir. — Señaló su túnica, por supuesto que no pasaba por alto los extraños caramelos que solía consumir.
— ¿Sabes que pasara si te descubren?...— Volvió a estirar su mano. — Y suéltame, no soy débil, puedo defenderme sola...— En realidad ni siquiera llevaba un arma. ¿Cómo se supone que se defendería?. — Todas estás conexiones nos meterán en problemas algún día. Si vas a proponerme escapar, un lugar así es el menos indicado. Quiero volver...ahora. —
Mostima · 26-30, F
Era mejor que su ángel se hubiese enfadado y permaneciera ignorante de lo que Helel había recogido.
—Ah... era tu novia, que envidia. ¿Podré quedarme con ella ahora que está enojada contigo?— Dijo la rata, burlándose del rechazo de Lemuen al lugar y la situación.
—Te dije que cerraras esa odiosa boca que tienes.— Mostima le dio un empujón, antes de guardar el paquete en su túnica y rápidamente dio alcance a su compañera. —Lemuen, no puedes ir vagando sola en este lugar.— La sujetó de la mano, evitando que escapara de nuevo, y la mantendría consigo a la fuerza si tenía que hacerlo. —Vamos, no te enfades conmigo... no pensabas que conseguía información en la feria familiar de Laterano.— La haló para acercarla un poco más. —Todas estas conexiones que hago nos sacarán de muchos problemas algún día, te lo prometo.
—Ah... era tu novia, que envidia. ¿Podré quedarme con ella ahora que está enojada contigo?— Dijo la rata, burlándose del rechazo de Lemuen al lugar y la situación.
—Te dije que cerraras esa odiosa boca que tienes.— Mostima le dio un empujón, antes de guardar el paquete en su túnica y rápidamente dio alcance a su compañera. —Lemuen, no puedes ir vagando sola en este lugar.— La sujetó de la mano, evitando que escapara de nuevo, y la mantendría consigo a la fuerza si tenía que hacerlo. —Vamos, no te enfades conmigo... no pensabas que conseguía información en la feria familiar de Laterano.— La haló para acercarla un poco más. —Todas estas conexiones que hago nos sacarán de muchos problemas algún día, te lo prometo.
L1580236 · 26-30, F
Claro que le había extrañado que aceptará tan fácilmente ser llamada de esa manera, fue hasta que en su larga caminata que llegaron a esos barrios bajos entendió todo.
Apretó sus labios al escuchar una voz chillona y despreocupada hablar desde un oscuro callejón.
Lemuen tomo su distancia mas no se alejo demasiado mientras miraba en todas las direcciones.
— Así que bajo estas circunstancias si permites y no te molesta que te llamen Mostima...que sorpresa. — ¿En verdad acababa de manifestar sus sentimientos y después la llevaba a ese lugar?...
— Eres imposible, Mostima. Regresaré por mi cuenta. — se dió la media vuelta y comenzó su andar, le gustaban las aventuras pero esto definitivamente le resultaba demasiado.
Apretó sus labios al escuchar una voz chillona y despreocupada hablar desde un oscuro callejón.
Lemuen tomo su distancia mas no se alejo demasiado mientras miraba en todas las direcciones.
— Así que bajo estas circunstancias si permites y no te molesta que te llamen Mostima...que sorpresa. — ¿En verdad acababa de manifestar sus sentimientos y después la llevaba a ese lugar?...
— Eres imposible, Mostima. Regresaré por mi cuenta. — se dió la media vuelta y comenzó su andar, le gustaban las aventuras pero esto definitivamente le resultaba demasiado.
Mostima · 26-30, F
—Hoy puedes llamarme Mostima.— Laterano era una ciudad casi perfecta, pero la perfección solo existe en El De Arriba, así que, inevitablemente, había barrios que la mayoría prefería no visitar. Tomó el gorro de la capa de su amada y lo subió para cubrir su rostro. Ella no hizo lo mismo, nadie que tuviese una ínfima inteligencia se atrevería siquiera a mirar a Helel, que tenía secretos turbios en esos lugares.
—Por aquí, vamos a recoger un encargo, después podemos ir a comer algo.— Una rata, literalmente, fue quien le chistó a la Sankta para que se acercara a un callejón oscuro.
—¿Quién es tu bonita amiga, Mostima?— Preguntó el desconocido, mirando a Lemuen de forma muy poco discreta.
—Cállate Shu Min. Quiero ver tu fea cara el menor tiempo posible.— Extendió hacia él una cantidad considerable de dinero, casi de mala gana.
—Por aquí, vamos a recoger un encargo, después podemos ir a comer algo.— Una rata, literalmente, fue quien le chistó a la Sankta para que se acercara a un callejón oscuro.
—¿Quién es tu bonita amiga, Mostima?— Preguntó el desconocido, mirando a Lemuen de forma muy poco discreta.
—Cállate Shu Min. Quiero ver tu fea cara el menor tiempo posible.— Extendió hacia él una cantidad considerable de dinero, casi de mala gana.
L1580236 · 26-30, F
El sentimiento recorrió todo su ser apenas el halo de Helel comenzó a brillar con intensidad. Lemuen sonrió ampliamente permitiendo que sus mejillas se adornarán con un precioso color carmín, no necesitaba decir nada, su halo al igual que el de ella brillo dejando en claro sus sentimientos. Una confesión silenciosa que para la sankta tenía mucho más significado que las palabras.
— No tengo que demostrarte nada, así que no aceptaré que me lleves a lugares de mala muerte, alguien como yo no debería visitar esos sitios. — levantó el mentón con falso orgullo, volvió a reír y se abrazó a ella siguiendo su andar.
— ¿A dónde vas a llevarme, Helel?...—
— No tengo que demostrarte nada, así que no aceptaré que me lleves a lugares de mala muerte, alguien como yo no debería visitar esos sitios. — levantó el mentón con falso orgullo, volvió a reír y se abrazó a ella siguiendo su andar.
— ¿A dónde vas a llevarme, Helel?...—
Mostima · 26-30, F
Era verdad. Ahí estaba la promesa de Laterano, la estrella más brillante, resplandeciendo frente a ella. Quizás se sintió un poco abrumada por tantos sentimientos dentro de su pecho, su halo dorado brilló con un poco más de intensidad, y lo maldijo en su mente por confesarle de ese modo tan vergonzoso a Lemuen lo que en realidad sentía por ella.
Desvió la mirada, un tanto avergonzada cuando sintió el golpe, y se aclaró la garganta antes de sonreír. —Entonces, si yo invito tendrás que atenerte a las consecuencias. Y no te escaparás sin demostrar que tu superioridad no son solo palabras.— La pelirroja debería saber lo que eso significaba, terminar en algún bar de mala muerte completamente borrachas, con Fiammetta sosteniéndoles el cabello después de ir a buscarlas.
La sujetó por la cintura, dispuesta a ser ella quien guiara el camino. No le importó que la puerta de la Academia se quedara abierta de par en par.
Desvió la mirada, un tanto avergonzada cuando sintió el golpe, y se aclaró la garganta antes de sonreír. —Entonces, si yo invito tendrás que atenerte a las consecuencias. Y no te escaparás sin demostrar que tu superioridad no son solo palabras.— La pelirroja debería saber lo que eso significaba, terminar en algún bar de mala muerte completamente borrachas, con Fiammetta sosteniéndoles el cabello después de ir a buscarlas.
La sujetó por la cintura, dispuesta a ser ella quien guiara el camino. No le importó que la puerta de la Academia se quedara abierta de par en par.
L1580236 · 26-30, F
— Las estrellas, querida....— Miraba en todas las direcciones esperando a que su cómplice terminara de abrir aquel cerrojo (o más bien derretir) y una vez abierta la puerta dió un par de pasos que parecieron mas bien saltitos. — Nunca dejan de brillar. — respiró el aire fresco, sabía que aún no estaban a salvo por lo que tenían que salir rápidamente de ahí. — Tu sugeriste escapar, así que tú eras responsable de hacer algo al respecto. No te debo ningún helado ~ — Le dió un golpe en la nariz con la punta de su índice. — He de aceptar que tienes buenas artes escondidas por ahí, pero ser mejor que yo...lo dudo. — sonrió ladina, elevando el mentón con aquella expresión engreída que sabía bien, a Helel le molestaba.
Mostima · 26-30, F
¿Cómo resistirse a la tentación del diablo? Tomó con fuerza la mano de Lemuen, mientras salían a prisa del recinto sagrado. ¿A dónde ir? No había muchas posibilidades en la academia, pero no tenían que quedarse en ese lugar si estaban huyendo de sus responsabilidades. —¿Sabes lo que pasará si se enteran, verdad? Dejaremos de ser las estrellas de este lugar.— Agregó un poco de adrenalina a la experiencia, mientras la llevaba a una de las puertas más alejadas del recinto, no estaba resguardada, así que sería fácil salir. Helel usó sus artes para literalmente, derretir la cerradura, y después abrió la puerta para su compañera, permitiéndole, de forma casi caballerosa, pasar primero. —¿Y dices que no soy mejor que tú? Jamás habrías podido hacer esto sin un escándalo. Solo por eso me invitarás un helado.
L1580236 · 26-30, F
Le sorprendía que fuera una estudiante destacada cuando actuaba de esa manera. Lemuen respiró profundamente, afirmó el agarre entre sus manos que mantenía unidas en oración y negó. — ¿Cómo puedo ser la mejor, si escapo de mis deberes?...— abrió un ojo para mirar por un lado a Helel y después de decir eso tomó su mano, se puso de pie y se apresuró a salir de aquella capilla estallando en una carcajada.
Mostima · 26-30, F
Rio por lo bajo, sujetándose ahí donde ella le había golpeado. —Ya... ¿no te aburre rezar? Estoy a punto de quedarme dormida.— Se acercó un poco más a ella para que escuchara sus susurros. —Vamos a escaparnos.
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